La intrahistoria del récord eterno de Maite Zúñiga: "Me desperté rodeada de chicos en calzoncillos"
La plusmarquista nacional de 800 metros desde 1988 repasa su trayectoria en Relevo, que le ha llevado a tener tres historias en una misma vida: la de gran atleta, la de ganadora de Supervivientes y 'la mujer de...' en su matrimonio con 'Maldini'.

Narra Gregorio Parra, la legendaria voz del atletismo en TVE: "Ha iniciado la temporada de forma harto brillante. Vamos a ver si nos brinda el segundo récord nacional de la jornada — tras el de Sandra Myers en el salto de longitud —. Puede lograrlo. Va a lograrlo. Va a pulverizar el récord nacional. Señores, mejor marca mundial del año". Tras cruzar la meta, Maite Zúñiga (Eibar, 1964) comienza a correr por la recta en sentido opuesto de un ya sentenciado estadio sevillano de Chapina, que contemplaba su última obra antes de ser derruido: el récord eterno del 800 metros femenino español con 1:57.45. Lo hace ajena a lo que acaba de conseguir y ante un cronómetro temblando todavía por una hazaña tan inesperada como inolvidable.
Era 1 de junio de 1988 y hoy, aquella carrera sigue siendo eterna, impertérrita y reposada en la historia, sin visos de pasar a mejor vida, como la plusmarca más antigua de la tabla de plusmarcas españolas. La grada enloquece, muchos sin camiseta ante el arreciante calor andaluz, y las rivales vuelan a abrazar a Zúñiga, que celebra aunque no mucho y casi por la obligación de la euforia de su alrededor. Quizás, mezcla de esa juventud, a la que tampoco impresionó ser la primera española en una final olímpica de atletismo unas semanas después, y de una 'pájara' que, como desvela ahora a Relevo, le hizo caer desmayada en el vestuario masculino "rodeada de chicos en calzoncillos" solo unos segundos después. Leyenda viva del mediofondo español, repasa su trayectoria y las tres dimensiones que han marcado su vida: la atleta, la ganadora de Supervivientes y la mujer de... Julio Maldonado 'Maldini'. Pero también, la dureza del final de una carrera deportiva que ella vivió a su alrededor y que, aunque parezca extraño, se une con la vigencia de su meteórico récord.
¿Qué queda de la Maite Zúñiga de 1988?
Poco, queda poco. Bueno, queda lo vivido, los recuerdos y la experiencia de una vida maravillosa que me lo ha dado todo y que ha hecho a la Maite Zúñiga que soy ahora, a los 60 años.
¿Que pasó aquel 1 de junio de 1988 para que correr en 1:57.45? Hoy, el récord más antiguo del atletismo español en cualquiera de las pruebas del calendario olímpico.
Eso quiero saber yo. Es verdad que yo había entrenado muy bien y que los entrenamientos me estaban diciendo que podía hacer una buena marca. Pero al final, son todas las cosas que se juntan en el mismo día y a lo mejor no te vuelve a salir. Todo se juntó en Sevilla con un ambiente volcado, con un estado de forma muy bueno, la temperatura, todo, y de repente sale, y ni yo misma me lo esperaba. A mí cuando me dijeron la marca yo decía, vale, yo estaba bien, había entrenado muy bien y mi entrenador me había dicho que podía bajar de dos minutos. Pero yo decía: ¡Eh! Vamos, que sí, que estoy entrenando muy bien, pero claro, correr por debajo de dos minutos en España en ese momento era prácticamente impensable. Encima, la carrera salió rarísima, porque la liebre no pasó a lo que tenía que pasar, pasó muy lenta, yo tuve que sobrepasarla en el segundo 400 porque veía que me la iba comiendo y que no me estaba sirviendo. O sea, fue una carrera rara. Entonces, cuando terminé y me dijeron la marca, yo misma no me lo podía creer.
¿Entonces?
Es inexplicable. Como cuando una cosa sale muy bien y tú le preguntas a alguien cómo le ha salido tan bien y no lo puede explicar. Todos los astros se alían para que ese día y ese momento salgan las cosas porque tienen que salir y ya está. ¿Cuántas veces he estado en entrenamientos diciendo voy a rebatir el récord, lo voy a romper porque estoy entrenando para tal, sale la carrera, pasas en la marca que tienes que pasar, llega el último 150 y te falta el gas. Y dices: ¿y por qué? Pues porque sí, ya está, es que no es explicable.
Quizás la pista. Mucha gente habla muy bien del Estadio de Chapina.
Fue el último mitin que se hizo en esa pista, porque después de eso la derribaron. Era una pista maravillosa en cuanto a que el viento entraba siempre perfecto, por eso se hacían marcones en velocidad. Era una pista muy recogida, con un material muy rápido, se unieron muchas cosas, no solo que yo corriera. A mucha gente le encantaba correr el mitin de Chapina, porque era una pista en la que se corría, hay pistas en las que la gente te dice, en esa pista se corre mucho y en esta pista no se corre, pues esta era de las que se corrían.
¿Qué sentiste al ver la marca que acababas de hacer?
Voy a contar una anécdota. Yo terminé la carrera sin saber qué marca había hecho, había ganado la prueba y sabía que había ido bien, pero no sabía cuál era la marca. Yo me volví corriendo por la recta, y a mitad, empecé a notar que la pájara venía, y que venía fuerte. Me salí y me metí al vestuario, y lo único que puedo recordar cuando me desperté es que estaba lleno de chicos en calzoncillos, porque me había metido en el vestuario masculino. O sea, iba tan zombi, tan pájara, que es que no me enteré ni de lo que estaba haciendo. La gente entraría y diría: 'Esta señora, ¿qué hace aquí?'. No fui consciente de nada. Ya con el paso del tiempo y cuando todo el mundo te alaba y todo, ya sabes lo que has conseguido, ahí empiezas a ser consciente de que a lo mejor algo bueno has hecho. Pero cuando terminas la carrera, bastante que has terminado y bastante que soportas la pájara que llevas. Ahora, cuando muchas veces veo a la gente que terminan con marcones y siguen dando vuelta a la pista, digo, madre mía, ¿cómo puede ser? Yo fui capaz de hacer 50 metros y me tuve que meter directamente al vestuario, porque no podía con mi alma.
"Mayte Martínez, en mi generación, hubiera corrido en 1:56"
¿Cómo es posible que nadie haya podido mejorarlo 37 años después?
A ver, yo no puedo explicarlo. Ha habido gente que ha estado muy cerca. Mayte Martínez yo creo que valía el récord de España, pero creo que en ese momento, en España, no había nadie que la pudiera acompañar. Yo ya me había retirado, no había tampoco atletas en 400 que le pudieran hacer de liebre relativamente y luego, no se corría en ese momento por debajo de dos minutos. Justo acababa de pasar toda la historia de temas de doping y el nivel en todo el mundo bajó estrepitosamente. Sobre todo en el medio fondo, se notó muchísimo, no se corría ninguna carrera por debajo de dos minutos y a Mayte Martínez le pilló en medio.
Ella, una atleta que podía haber sido una atleta por debajo de 1:57, no encontró nunca una carrera en la que pudiera hacer esa marca. Esto no es solo tenerlo en las piernas. Tenía muy difícil encontrar una carrera ideal. Ni yo no puedo explicar lo mío, porque luego a mí me han salido carreras de llevarme a ritmo fenomenal, para aquí y para allá, y no me ha salido esa marca, me he quedado en 1:58 o en 1:59. Mayte lo tenía muy difícil aunque ella lo valiera y de hecho, se quedó muy cerquita [1:57.62]. Mayte, en mi generación, hubiera hecho el récord de España, y es más, yo pienso que era una chica de 1:56. Creo que ella era un atleta con mejores condiciones que las mías y con más posibilidades de haber bajado de 1:57 que las que yo tenía. Pero creo que le tocó un momento y una generación en la que era muy complicado correr por debajo de 1:58.
Mayte Martínez se quedó cerquita, pero después ha costado hasta bajar de dos minutos. ¿Cuál puede ser la respuesta para que, con el paso del tiempo y los progresos que ha habido en todas las pruebas, no haya salido nadie que ni se acerque? ¿Qué se está haciendo mal?
Hoy en día, yo alabo a las atletas que tenemos independientemente de que no hagan 1:57 y sean capaces de hacer 1:59. ¿Por qué? Porque la mayoría de ellas son personas que tienen carrera, son médicos o científicos, han sido capaces de compaginar la alta competición con lo exigente que es a nivel de entrenamiento y tiempo dedicado a ello, junto a una carrera que también exige eso. La mayoría de la gente de mi generación hipotecábamos nuestra carrera profesional, o lo que sea, por dedicarnos al deporte. Entonces, lo queremos todo, y es muy difícil. Pero es verdad que si no hacen eso, estudiar y prepararse, cuando acaba el deporte no tienen un futuro. El deporte es muy efímero, mañana te viene una lesión y se ha acabado tu carrera deportiva, y este país todavía no está preparado para darle una salida laboral a los deportistas de alta competición. Ya en mi generación, en países como Italia todos eran carabinieri y todos tenían una salida. Podían dedicar los años que fueran a única y exclusivamente entrenar, y después sabían que tenían su futuro asegurado. En nuestro país eso no ha pasado nunca. Yo entré en una generación en la que más o menos se podía vivir del atletismo mientras estabas ahí, aunque fueras mujer.
Ahora, cada vez hay menos dinero y la gente tiene que pensar en su futuro. En mi generación, afortunadamente, fue en la que más dinero se movió. Ahora hay mucho menos dinero en el circuito internacional, es más, es muy complicado meterse en ese circuito internacional y con lo cual, es difícil vivir de este deporte. Además, las becas, ya sabemos, es mucho dinero para tal, pero las becas cada vez son menos y cada vez hay menos patrocinio. Hoy en día, las federaciones están muy difíciles, están saliendo adelante como pueden y todo repercute en lo mismo, en que el deportista cuando tiene que llegar a un determinado nivel y tiene que pensar en estudiar o en entrenar, lo intenta compaginarlo. Hoy, en este momento, estas generaciones que están obteniendo resultados en nuestros deportes son de quitarse el sombrero. Hay muy pocos que única y exclusivamente se dediquen al deporte y sacrificando su vida futura.
"Tenemos muchos casos de gente que no lo ha soportado y ha terminado como ha terminado"
También es cierto que menos mal que cada vez es más habitual lo de prepararse para la vida postdeporte... ¿cómo era en tu generación?
Yo conozco a muchísimos, y no nos vamos a meter en nombrar deportistas de deportes más minoritarios, que han dedicado toda su vida a esto y que algunos viven en la indigencia. O compañeros míos, que eran buenísimos y que terminaron tirándose de un edificio. Esto es muy bonito, todo el mundo te pasa la mano por encima del hombro, pero cuando se acaba, nadie se acuerda de ti. Luego hay que superar el haber sido un personaje reconocido y que todo el mundo te haya querido, y que de repente, ser un ciudadano de a pie. Tenemos muchos casos de gente que no lo ha soportado y ha terminado como ha terminado. Es muy complicado que con una persona que lo ha dado todo por el deporte nacional, después no haya nadie que se preocupe.
¿Cómo fue tu caso? ¿Lo dejaste todo por el deporte?
Yo empecé a nivel internacional con 17 años y cuando terminé la EGB, mi cabeza estaba en la alta competición, porque yo ya estaba ahí metida. No pensé en ningún momento, fui un poco descerebrada en ese sentido, pero afortunadamente me respetaron las lesiones y llegué hasta arriba y luego después de dejar la competición a los 35 años, entré en la federación nacional para trabajar con las categorías menores. Yo he sido una privilegiada en todos los sentidos, pero claro, es que como yo no hay muchas en que las lesiones le respeten y que hayan podido dedicar su vida al deporte sin pensar en después. Sí compaginé mi deporte con la Ertzaintza. A los 18 o 19 años, me lo planteé y me metí. Luego en Seúl'88 pedí una excedencia, después en Barcelona 92 pedí otra excedencia, y al final, pedí la definitiva. A mis 60 años no voy a volver.
¿Te mojarías con algún nombre actual que pueda acercarse a tu récord?
Yo creo que alguna de las niñas de 400, cuando se atrevan a dar el paso hacia arriba. Lo que pasa es que yo he hablado con algunas y les cuesta dar el paso, pero por edad alguna tendría que darlo. Y si alguna de ellas quisiera, yo creo que serían buenas 'ochocientistas'. Pero vamos, yo espero que sea muy pronto. Por ego personal, ojalá durara toda la vida, pero no soy así. Yo creo que al que nos gusta el atletismo y somos enamorados del deporte, queremos que los récords se batan porque es una manera de demostrar que hay salud en el deporte. Ya me han batido el de 1000 y el de 1500, entonces en algún momento tiene que ser.
Quizás, entre las que corren 400, puede ser un perfil Sara Gallego. Ya ha corrido algún 800 en su vuelta de las lesiones.
No quiero dar nombres, pero yo creo que sí hay alguna que tendrá que dar el paso por ley natural, porque hay algunas que ya están al límite de tener que empezar a subir para arriba. Seguramente, Sara se lesionaría menos si corriera el 800.
"Yo no tengo que justificarme, rigurosamente pasé mis controles antidoping toda mi vida"
Hablabas de que, después de la 'explosión' de los casos de dopaje, bajó el nivel del 800. Eso hace pensar que mucha gente pueda dudar de las marcas de entonces, también de la tuya. ¿Qué le dirías?
Me refería a nivel mundial. No puedo responder nada, yo no tengo que justificarme. Rigurosamente pasé mis controles antidoping toda mi vida, internacionales, nacionales y por sorpresa. Yo he competido a nivel internacional y nunca he tenido un problema. La gente es libre de pensar lo que quiera. ¿Para qué voy a justificarme yo? Es que no tiene ningún sentido. El que quiera pensarlo... esto es como todo. Es como cuando vas a una boda y pones un menú. Hay gente que te va a poner a parir y gente que te va a alabar. Todo el que llega arriba tiene detractores y tiene gente que le apoya. Entonces, yo ya, a estas alturas de mi vida, me da exactamente igual. Que cada uno piense lo que quiera.
Yo sé lo que he entrenado, yo sé las horas que le he dedicado. Entrenaba en el INEF de Madrid y yo he llegado a entrenar hasta tres veces al día. Yo descansaba el viernes por la tarde y el domingo por la tarde, ni un solo día entero. Yo he ido un sábado por la tarde a la pista y no había ni Dios. Yo he ido un domingo por la mañana a la pista y no había nadie. Yo iba los viernes a la Casa de Campo y no había nadie. No es justificable pero, para ser el mejor, uno sabe lo que tiene que hacer. ¿Yo he pasado todo lo reglamentario? Sí. ¿Yo he dado positivo alguna vez en mi vida? No. ¿Tú crees que me dopaba? Es tu problema, no es el mío. Así de claro.
¿Cómo era ser mujer atleta en aquellos años?
A ver, yo tuve mucha suerte, siempre lo he dicho. Yo empecé a hacer atletismo en el colegio con un profesor de educación física que era un enamorado de este deporte, que cogió un grupo de niñas que iban al colegio, que vivíamos todas por allí en el barrio, y empezó a entrenarnos para competir a nivel local y a nivel autonómico. Nos lo tomábamos como si fuera una fiesta, porque salíamos los fines de semana fuera de casa, de los padres y de todo. Teníamos mucha más libertad. Pero nunca pensamos en ese momento que fuéramos a conseguir ser finalista olímpica. Luego empezamos a ir a competiciones nacionales, de cross, en escolares y esas cosas, y yo empecé a despuntar un poquillo, y ahí llegó la Federación Española y me ofreció la posibilidad de venirme a entrenar a Madrid, a temporadas, cuando tenía libre. Había un vacío muy grande en el mediofondo femenino y tenía 16 o 17 años.
Éramos muy pocas mujeres, pero no se nos trataba mal. Era complicado hacer una selección femenina para una competición internacional o para una Copa de Europa, porque éramos muy pocas. Empecé a ir a competiciones internacionales con la selección absoluta, porque faltaban mediofondistas. Bueno, me llevaron a la selección absoluta con 16 o 17 años y ahí empezó todo.
Te lo preguntaba porque se habla más de tu récord que de que tu otro gran hito: fuiste la primera española clasificada para una final olímpica de atletismo en toda la historia, en Seúl'88 ¿Cómo lo recuerdas?
(Sonríe) Fíjate, y en Seúl no hice 1:57. Pues eres joven, estás bien, todo te sale, te metes en la final olímpica y te dicen: "Eres la primera mujer". Y dije: Vale, está bien. No le di importancia. Siempre es más la gente de tu entorno quien le da más valor que lo que tú le das a lo que tú has hecho, porque tú sabes lo que has trabajado y lo que has entrenado para llegar allí. Pero, por ejemplo, antes que nosotros ha habido atletas en Los Ángeles 84 donde estuvieron Teresa Rioné o Isabel Mozún, atletas pioneras en ir a unos Juegos y de las que no se habló de ellas cuando, en España, en esa generación sí que lo tenía complicado para hacer marcas para poder ir a unos Juegos. Practicamente, no había atletismo en España. Y mi generación éramos bastantes, estaba Cristina Pérez, Blanca Lacambra, Montse Puyol, Esther Lahoz, Sandra Myers, las chicas del 3000... Éramos una participación bastante importante, que ya nos estábamos haciendo notar.
Terminaste séptima. ¿Disfrutaste de aquella final?
Pasé a la final y mi entrenador me dijo: "Maite, es que tú ya has hecho la machada. Si no eres última...". Mi mentalidad fue intentar no ser última y fui séptima. Pues ya lo había conseguido. Estar en tus primeros Juegos y encima siendo finalista olímpica fue todo maravilloso, pero no tiene nada que ver con la experiencia de Barcelona. En Seúl, la Villa, la comida, el cambio horario... todo lo que envuelve a lo deportivo era un rollo. Barcelona fue otra cosa. Fueron cuatro años con la mentalidad de los Juegos de tu casa, con todo el mundo volcado, desde la Volla Olímpica hasta en los autobuses. Todo el mundo te animaba, todo el mundo estaba contigo, era un país volcado.
"En Barcelona, tuve un handicap: corrí delante de Fermín Cacho"
¿Cómo fue la preparación hacia Barcelona, con toda la presión y con todo lo que se ha hablado?
Para mí fueron años muy complicados. Yo vine de Seúl y tuve una época personal muy difícil, venía de una separación muy complicada, y entonces nadie daba un duro por mí. En el Mundial de Tokio en 1991, el año antes de Barcelona, no fui capaz de pasar de la 1ª ronda, porque yo no estaba en esto. Yo había entrenado a trancas y barrancas durante tres años. Tuve que cambiar de prueba, porque en el 800 acababa de aparecer Amaya Andrés y entre comillas yo no tenía hueco, y tuve que preparar el 1.500 en un año y medio. Por todo esto y todos los niveles, para mí Barcelona fue mucho más importante en mi carrera deportiva que lo que pudo ser Seul, donde era joven, no tenía ningún problema y todo era jijijaja.
Y allí volviste a ser finalista olímpica y siendo un sexta, un puesto mejor. Todo inmejorable.
(Sonría) Tuve un hándicap: corrí delante de Fermín Cacho. Nada más terminar yo, que había sido finalista olímpica otra vez y después de todo lo que había pasado era increíble, me quedé en el callejón y corrió Fermín Cacho y fue campeón olímpico. Para mí, mi actuación fue maravillosa, pero se quedó en nada a nivel mediático. Pero para mí fue el mejor momento de mi carrera deportiva porque venía de una situación problemática a nivel personal, que es muy difícil, y aunque parece que los deportistas somos máquinas, no lo somos. Cuando arrastramos temas personales, nos influye mucho en la deportiva.
No bajaste el nivel y tuviste unos terceros Juegos, en Atlanta.
Sigo siendo finalista mundial hasta Atlanta 96, pero allí ya es que estaba muy saturada mentalmente. Es muy complicado enfrentarte cada año a una competición internacional de nivel. Todos los años teníamos una responsabilidad y todos los años la exigencia es máxima. Los medios de comunicación esperan que Maite llegue y sea finalista sí o sí, como mínimo, todos los años. Esa presión va haciendo mella. Ya empezaba a pensar en tener familia, en hacer otras cosas en mi vida. Aguanté hasta el Mundial de Sevilla 1999 porque la federación me lo pidió. Era un Mundial en casa y había que aguantar. Pero acabé Sevilla y dije: hasta aquí he llegado. Es mejor acabarlo cuando todavía la gente te recuerda con buen sabor de boca, que cuando lo dejas, yo que sé, por una lesión o cuando ya te arrastras por las pistas.
Estuviste trabajando en la RFEA hasta 2020 con las categorías inferiores. ¿Sigues viendo atletismo?
Menos del que quisiera. Pero sí, veo algo: Grandes competiciones y sobre todo, los campeonatos de España. Ya veo poco mítin y cosas así. Cada vez menos, he de reconocerlo.
"A Maldini le encanta el atletismo, nos conocimos por ello"
¿Y partidos de fútbol? Porque si en una casa se debe ver fútbol debe ser en la que vive Julio Maldonado 'Maldini', tu marido.
¿Yo? Ninguno. Bueno, miento. Veo cosas muy puntuales. Mi padre ha sido árbitro de fútbol, en mi casa se ha vivido el fútbol toda la vida, pero yo odiaba el fútbol. En las ciudades pequeñas, el fútbol se llevaba todo el dinero que pertenecía al deporte minoritario. Que sigue siendo igual. Entonces, yo hace mucho tiempo que dejé de ver fútbol. Además, en mi casa se ve fútbol poco normal. Se ve mucho fútbol internacional y muchas ligas raras, entonces no es un fútbol apetecible para alguien que es ajeno a todo esto. Veo cosas muy puntuales, la selección la veo siempre o partidos como el Barça-Real Madrid o el derbi madrileño. Pero ahí, se acabó. O sea, no soy de domingo de fútbol.
¿Cómo se vive con un futbolero empedernido como 'Maldini'?
Se vive bien. Nosotros nos conocimos cuando yo todavía era atleta y él con lo suyo, cada uno hemos tenido nuestras vidas muy independientes y hemos compartido lo que tenemos en común: nuestra familia y nuestra casa. Yo le conocí así, pero es verdad que ahora ha llegado a un punto en el que trabaja una exageración, pero eso también me permite a mí no trabajar. Lo comido por lo servido. Se vive muy fácil con él, porque es una persona nada exigente, muy tolerante. Es verdad que es un enamorado de lo que hace y cuando tú ves que la persona que tiene al lado es un amante de lo que está haciendo y que no le cuesta hacerlo porque es lo que le gusta, no puedes ponerle peros. Y además vivimos muy bien gracias a ello, con lo cual, ¿qué le voy a decir?
¿Le pones atletismo? ¿Le gusta?
Le encanta el atletismo, de hecho nos conocimos por ello.
¿Es cierto que era tu fan y dio el paso a llamarte para quedar?
Julio siempre me había seguido y me admiraba mucho como deportista. De hecho, en los Juegos Olímpicos, él solo preguntaba: "Bueno, ¿y Maite Zúñiga cuándo va a salir?". Y Manolo Lama le dijo que ni que se fuera a casar conmigo. Él decía que no, pero que me admiraba mucho como deportista y yo quería verme. Yo nunca había sabido nada de él hasta que un día me llamó a la residencia Blume y me dijo: 'Oye, soy un periodista de fútbol, soy un gran admirador tuyo y me gustaría conocerte'. A mí me pareció un poco loco, es más, él me dijo que no era un loco. "Vamos a quedar a tomar un café, vente y te invito a ver mi programa y nos saludamos allí", me dijo cuando hacía Fiebre Maldini me parece. Le dio mi teléfono Juan Mora, un periodista que hacía fútbol y atletismo y nos conocía a los dos. Quedamos un día y nada,hasta aquí.
"¿Por qué fui a Supervivientes? Verdaderamente, se lo ofrecieron a mi marido"
¿Y cómo terminas en Supervivientes?
Verdaderamente, se lo ofrecieron a mi marido, a Julio. Él tenía un representante que también le había llevado a Pasapalabra y le ofrecieron la posibilidad. Y él le dijo que pero que su mujer seguro que iba. Desde la segunda edición, tanto en Antena 3 como en Telecinco, todas han incluido en algún momento un deportista. Con lo cual yo he seguido ese programa por deportistas que conocía como Peio Ruiz Cabestany, Blanca Fernández de Ochoa o el nadador Felipe López. Pasé tres entrevistas y me dijeron: para adentro.
¿Cómo es aquello? ¿Es duro o solo un show televisivo?
Hasta mi edición, sí. Lo que hay ahora no, y lo siento mucho por los que están participando. La nuestra fue más dura, yo fui con 65 kilos y volví con 52, con el anisakis y con problemas intestinales. Cuesta recuperarse, pero la experiencia fue fantástica. Yo ahora mismo, si me llamaran, iría de nuevo directamente. Sobre todo desde la experiencia de saber lo que te vas a encontrar y saber cómo funciona, porque yo no tenía ni idea de televisión, pero todos los que llevaba al lado eran gente televisiva, que solo buscaban protagonismo televisivo y sabían cuál era el momento de la discusión. Era gente preparadísima.
Y además, ganaste.
Tuve mucha suerte. Yo me muevo en muchos entornos diferentes y en mi edición había mucha gente extranjera, y es verdad que el público nacional quiere más que gane un nacional. Luego, la gente del deporte se volcó mucho conmigo, mi familia son zamoranos, vivía en Vitoria, tengo amigos en Murcia y en Cádiz, o sea, tengo muchos entornos. Y hay que reconocer que mi marido también tiene un peso específico, lo siento, pero es verdad. Entonces, aunque él no pidió voto nunca, me apoyó mucho.
Pero, a diferencia de otros, no quisiste seguir en el mundo de la televisión. ¿No te gustó? Eres un perfil perfecto de esos de 'Qué fue de... Maite Zúñiga'.
De hecho salgo, hay amigos míos que me mandan esas noticias por WhatsApp (risas). No es que no me gustara, pero yo no hice un concurso para buscarme la vida en la televisión. Además, yo tengo una pareja al lado que tiene un trabajo respetable, y yo no digo que ser televisivo no sea respetable, pero al final la salida natural de un programa como estos es bastante poco respetable a mi entender y para nada beneficiaría a la imagen del que tengo al lado. Yo tengo necesidad, ni quiero, y aparte que nunca he sido un personaje televisivo y no valgo para ello. Yo fui al concurso a vivir una experiencia, a ser como soy yo. De hecho, cuando volví, la gente me paraba y me abrazaban porque se identificaban conmigo por la naturalidad, por ser una persona normal.
Quizás, mucha gente te conoce más por Supervivientes que por todos tus logros del atletismo que hemos repasado.
Yo lo cuento siempre: Yo he sido la atleta Maite Zúñiga, luego 'la de Supervivientes' y ahora, la mujer de... [Maldini]. Esas son todas mis facetas. Yo lo asumo como tal, lo llevo fenomenal y no me importa para nada. Son épocas de mi vida, las he disfrutado, las he vivido, he aprovechado al máximo lo que me ha dado cada una.