¡Madre, he corrido un maratón!
Relato de cómo una persona pasa del sofá a correr 42 kilómetros en menos de tres años.

Ayer, 3 de diciembre de 2023, empecé (y acabé) mi primer maratón. También seguramente sea el último, al menos es lo que pienso hoy poco más de 24 horas después de cruzar la meta en Valencia y todavía con las piernas algo doloridas. Porque el maratón tiene su aspecto positivo, ese en el que te superas a ti mismo, pero también el negativo, que tampoco conviene ocultar o esconder. Correr 42 kilómetros es jodido, mucho. Ayer lo hice por primera vez en mi vida, y aunque llevaba cuatro meses entrenando a conciencia para dicha carrera, la preparación comenzó a principios de 2021, aunque por aquel entonces todavía no lo sabía.
En enero de ese año, me dieron una noticia de lo más injusta e inexplicable, aunque a la larga se convirtió en algo muy positivo. Sin entrar en detalles, de un día para otro me vi con más tiempo para hacer cosas, las que quisiera. Hace una década que dejé los videojuegos, así que aprovechando que necesitaba ponerme en forma tras varios años de dejadez, me comprometí a hacer algo de deporte y comer bien. A principios de febrero salí a correr por primera vez. Fueron apenas 5 kilómetros que completé en 35 minutos y para los que casi necesito un desfibrilador. Me dije que eso no era lo mío, pero al día siguiente repetí el mismo trayecto. Fue mi punto de inflexión.
Con el paso de las semanas fui mejorando físicamente y comencé a encontrarme mejor. Ya corría 10 kilómetros del tirón y ese verano, mi compañero por aquel entonces, Carlos Cao, me sugirió que saliese a correr con él y sus amigos (un grupo magnífico) los sábados. Y eso hice. La experiencia no pudo ser de lo más gratificante. Me gustaba ir, me gustaba no hacer nada los viernes por la noche para ir a esa quedada. Y en noviembre de 2021 hice mi primera media maratón. Fui muy feliz al cruzar aquella meta a la que han seguido otra media decena de pruebas de 21 kilómetros junto a varias de 15 de 10.
En mayo del año pasado me mudé a Madrid, pero el cambio de ciudad no iba a conllevar un cambio de vida. Seguía saliendo a correr y ese otoño decidí preparar a fondo la media maratón de Vigo, que acabé hace 13 meses en 01:34h, marca que sé que no mejoraré nunca. Por el medio, y es algo que no quiero esconder, molestias en ambas rodillas, en un tobillo y algún que otro pinchazo para aliviar mi tendinitis. Y en diciembre, también con Cao, me apunté al que iba a ser mi mayor desafío, correr un maratón. Él ya tenía experiencia (finalmente no pudo participar por lesión), pero para mí era algo inimaginable. Tenía meses de preparación mental por delante, tan importante como la física, antes de empezar a entrenar.
¡DOBLE RÉCORD DE ESPAÑA!
— Maratón Valencia (@maratonvalencia) December 3, 2023
✳️Tariku Novales 🏁 02:05:48
✳️Majida Maayouf 🏁 02:21:27
¡ENHORABUENA! pic.twitter.com/LQWNNkBl3N
La preparación fueron 18 semanas a las que hay que llegar ya en forma, y es que la primera tirada larga fue de 15 kilómetros. Entrenaba en solitario en Madrid, lo que no es fácil, y mucho menos con las temperaturas que hay en agosto y septiembre. No fueron pocos los sábados en los que el despertador sonaba a las 05.00 am para salir a rodar antes de que saliesen los primeros rayos de sol. Y cuando la gente todavía dormía o, en algunos casos, seguía de fiesta, yo ya había hecho 16, 17 o 18 kilómetros. No se podía perdonar ni un día e incluso madrugué para hacer 19 km el día de la boda de Merino y Bárbara. Había que sacrificarse. Y por fin, llegó el día de la carrera.
El gran día
Entre los 33.000 inscritos había varios vigueses. Yo tuve la suerte de tener cerca a María, una auténtica titán, a Plácido, el más incansable de todos, y a Álex, una especie de keniata blanco. Cada uno a su ritmo, todos salimos con la misma ilusión. En el kilómetro 3 ya me quedé "solo", con la única compañía de un podcast y con tres horas y media por delante. Y la mayoría fueron felices. Fui clavando los tiempos hasta el kilómetro 30, donde ya vi que las piernas comenzaban a notar el castigo de las calles valencianas. Aun así, aguanté estable hasta el kilómetro 35, donde mi cuerpo comenzó a decir basta.
Es en ese momento cuando entra en juego la cabeza, tan relevante como la musculatura y que también es necesario entrenar. Porque aunque siete kilómetros no parezcan muchos, cuando el cuerpo te dice que no, parecen una eternidad y se convierten en un pequeño infierno. Cada 100 metros se me pasaba por la mente el parar y caminar hacia la meta, pero sabía que no era una opción y me decía una y otra vez que no, que había que seguir. Si había casi dejado las cervezas y el vino los últimos dos meses y medio no era para ponerme a andar.
Sufrimiento y orgullo
Y así fui completando kilómetros poco a poco. Primero bajé 15 segunditos mi ritmo, luego 30 y al final, los últimos dos kilómetros, un minuto y algo. Entre medias, incluso tuve la desgracia de que me cagase un pájaro en la cabeza, y no poco. Estaba fundido, pero orgulloso. Yo, que hacía menos de tres años estaba en un sofá viendo series y comienzo pizza, estaba a puntito de correr 42 kilómetros en menos de cuatro horas (3:57 al final). En esos últimos 2.000 metros interminables te acuerdas de los últimos meses, del sufrimiento, de todo a lo que renuncias, de la gente que te ha ayudado y apoyado, de mi madre repitiéndome 717 veces eso de "hijo, si te encuentras mal, abandona, no me vayas a dar un susto"… Hasta que pasas bajo el arco de meta y todo es orgullo y felicidad. Y sí, alguna lágrima.

Completar un maratón es una tarea muy jodida y quien diga lo contrario, miente. No sé si haré alguno más en el futuro, creo que no, pero la satisfacción y la medalla que me llevó de Valencia no las olvidaré jamás. Tampoco las muchas horas de entrenamiento y de sacrificio, porque no todo llega por arte de magia. Para correr 42 km hay que currar mucho en días y noches en los que menos te apetece es ponerte las zapatillas y salir a trotar con lluvia, frío o mucho calor. Dicho esto, por fin puedo decir que soy el primer y único maratoniano de mi familia.
PD: gracias a todos los que el sábado perdisteis un minuto de vuestro tiempo en desearme suerte y mandarme ánimos. Fuisteis muchos más de los que podría esperar.
PD2: gracias a quienes me habéis acompañado en estos meses de entrenamientos y, sobre todo, a las maravillosas estampitas finales incluidas.
PD3: CJF