Mayte Martínez: "He regalado todas mis medallas de campeona de España"
Una de las mejores atletas españolas del siglo analiza su carrera deportiva, la situación de 'su' 800 y algunos temas candentes del atletismo.
"Espera, salgo de alcaldía y voy a mi despacho", responde al otro lado del teléfono la concejal de Deportes y Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Valladolid. Pocos segundos después, la pantalla de la videollamada se enciende y aparece una de las caras más reconocidas del atletismo español en este siglo: Mayte Martínez (Valladolid, 1976), doble bronce mundial, doble plata europea, trece veces campeona de España y un estilo inconfundible de correr de menos a más que le llevó a correr 23 veces por debajo de 2 minutos en los 800 metros.
Trece años después de su retirada por culpa de las lesiones, ahora sentada en su despacho consistorial y con una ya adquirida labia política, recuerda su trayectoria y repasa una carrera llena de éxitos, tantos que le hicieron olvidarse de disfrutar y de preservar los recuerdos que, en lo material, ahora llenarían las paredes de su casa.
No fuiste una atleta que recibiera muchas críticas en su carrera y estoy seguro que eso ha cambiado ahora. ¿Cómo llevas ahora la 'batalla' política?
No te voy a decir que estoy haciendo callo, porque soy una persona sensible y comprometida. Lo que me duele es que yo intento creer que el deporte, dentro de que siempre hay un pequeño margen político, debería de ser lo más neutral posible, porque lo que tenemos que hacer es que las políticas deportivas de nuestra ciudad sean las más óptimas posibles y, para mí, debería ser de las concejalías menos politizadas. Y sí que ha habido gente que, simplemente por el hecho de que ya formes parte de un partido político, pues ya te ataca, te critica, te insulta. Por supuesto que yo no soy perfecta, puedo hacer cosas bien o mal, pero lo que me da rabia, sobre todo, son estos ataques, o esta gente cobarde que utiliza las redes sociales y perfiles anónimos para atacar. Esta gente, que puedes haber presentado el proyecto más maravilloso y bonito del mundo, favoreciendo a que los niños hagan más deportes y que, simplemente porque seas de un partido político, ya entran a degüello. Me duele y, sobre todo, me da rabia. Obviamente, nunca puedes caer bien a todo el mundo, pero creo que como atleta tenía una buena imagen y una buena prensa. Siempre he tenido una buena relación con mis compañeros, con los medios e intentado estar ajena a polémicas. (Piensa) Solo una vez tuve una polémica con el tema de Caster Semenya, pero creo que fue algo totalmente que se salió de madre y que no porque no atendía a lo que realmente a lo mejor quise expresar.
¿Qué es más complicado: ser concejal de un ayuntamiento o bajar de 2 minutos en 800?
Pues la verdad que las dos tareas son complicadas. Al entrar en política, estoy viendo que el deporte también tiene mucho que ver con la política. Mucha capacidad de esfuerzo, de superación, de compromiso, de trabajo, y no solo en cuanto a horas, sino también de trabajo en equipo. Para que todo funcione, todas las concejalías tenemos que trabajar de manera coordinada y un atleta tiene que estar también coordinado con el entrenador, con el fisio, el médico o el nutricionista.

Salimos del ayuntamiento. ¿Por qué ahora es tan complicado conseguir bajar de la barrera de dos minutos?
Que ahora cueste tanto de conseguir es algo que me sorprende, porque creo que ahora la tecnología y las zapatillas han evolucionado infinito desde que yo dejé la alta competición en 2010, hace 15 años. Yo no tengo ninguna zapatilla de placa, pero todo el mundo dice que el cambio y la tecnología está influyendo muy favorablemente. Además, también se ha avanzado mucho a nivel metodológico, en cuanto a entrenamientos, nutrición... En mi época, casi ninguno de los deportistas de élite teníamos nutricionista. Y sobre todo, el tema psicológico. Es decir, se han dado muchos condicionantes que implicarían que se hubieran tenido que mejorar muchísimo las marcas.
Sobre todo, porque sí está ocurriendo en otras pruebas. En la mayoría, de hecho.
Fíjate en velocidad. Lo que está pasando con las chicas de 400 es fabuloso e increíble. Me encanta verlas correr tanto y tan rápido. Además, no una persona sola, sino que tenemos cuatro o cinco mujeres que están haciendo unas marcas prácticamente impensables. Y es verdad que te preguntas por qué en algunas disciplinas, que precisamente hasta ahora eran "el patito feo" porque prácticamente no hacían ni mínimas para ir a los Campeonatos de Europa, del Mundo o Juegos Olímpicos, y ahora, en cuanto a marcas, son casi de las más espectaculares que se están haciendo.
"¿23 veces? No lo sabía, soy un desastre para los números"
¿Y cómo lo ves para el futuro?
Creo que hay una buena generación de atletas de 800, aunque es verdad que está costando mucho dar ese salto de bajar de los dos minutos. En mi época, a mí también me faltó tener esa generación con gente como Lorea Ibarzabal, Lorena Martín [que dará el salto al 1500 tras recuperarse de una lesión] y más atletas que ahora están corriendo en torno a los 2:00 o 2:01. Eso también es un aliciente para seguir bajando. Por ejemplo, también están saliendo a competir más al extranjero, que antes en mi época yo era la única que viajaba, y eso te favorece a poder correr carreras más rápidas.
Pero bueno, ya sabes que muchas veces es cuestión de generaciones. Ahora, a lo mejor le toca la velocidad y dentro de dos, tres o cuatro años volvemos a tener un 'boom'. Creo que tenemos buenas mujeres, pero sí que es verdad que en 800 el Sub2 [minutos] es lo que marca la diferencia entre empezar a estar en la élite o no estar en un primer plano.
Bueno, yo confío. Daniela García, por ejemplo, es una atleta fabulosa y yo estoy convencida de que bajará de los dos minutos. Y esto, muchas veces en cuanto empieza una, se provoca un efecto arrastre y ojalá dentro de muy poco tengamos a varias compañeras que puedan bajar estas marcas.
Me ha llamado la atención ese 'compañeras'.
'Compañeras' porque, aunque seamos de otra generación, yo me siento todavía identificada con ellas.
Si las cuentas no me fallan, tú conseguiste bajar 23 veces de esa barrera psicológica de los 2 minutos...
¿Lo hice 23 veces? No lo sabía, soy un desastre para los números. (Ríe) Siempre era mi entrenador Juan Carlos Granado quien estaba pendiente de las marcas. A mí me gustaba ir a entrenar y las marcas ya al día siguiente se me olvidaban. No me sé ni mi récord de 1000 metros, sé que tengo 2:33, pero no me sé ni las décimas.
Mira que te acercaste, pero nunca lograste mejorar el récord de Maite Zúñiga [1:57.45]. Ella, hace unos días en Relevo, señalaba que no tuviste un entorno para conseguirlo y que, incluso, creía que podías haber corrido hasta en 1:56. ¿Cuál es tu teoría?
Leí la entrevista (sonríe). Me quedé a 17 centésimas del récord en mi tercera carrera en cuatro días en el Mundial de Osaka, con lo cual el desgaste físico y, sobre todo, mental de estar disputando un campeonato es enorme. Eso indica que, si después de tres carreras fui capaz de correr 1:57.62, muy cercano al récord, pues a una sola carrera en un mitin y sin la presión de ser un campeonato, lo hubiera hecho. Pero es verdad, como decía Maite Zúñiga, que, igual que luego a posteriori y hace no muchos años, hubo épocas donde se corría en 1:55-1:56 de una manera muy regular, en mi tiempo en la élite se corría en 1:57-1:58. Había alguna atleta que sí que hacía mejores marcas de manera excepcional, pero no de manera continua.

¿Y por qué crees que llegó ese 'bajón' y qué hacía que no se corriera tan rápido?
En mi época, en la Golden League [antigua Diamond League], cuando dejó de haber tanto dinero, a la gente ya le daba igual hacer 1:58 mientras pudiese ganar la carrera para llevarse los 15.000 dólares.
Y en mi caso, mi manera de correr. Yo siempre iba de menos a más, de atrás a adelante. Si yo hubiera salido el 400 a degüello y acabar muriendo, a lo mejor hubiera podido forzar alguna carrera para intentar correr más rápido. Pero bueno, lo que mejor se adaptaba a mí era no pasar un 400 a un ritmo diabólico, pasando la primera vuelta en 57 segundos, y hacer más o menos 1:01 en la segunda para terminar haciendo 1:58, que lo corrí varias veces. O también, en mi caso, quizás si la salud y las lesiones me hubieran respetado un poquito más, estoy convencida de que hubiera podido correr mucho más. Además, yo competía mucho, de los 10 años que estuve en la élite, me tiraba todo el día viajando.
"Yo regalaba todas las medallas"
¿Llegaste a tener ese récord como un objetivo o una obsesión para ti?
Nosotros siempre tuvimos claro que lo que queda son los resultados. Cuando me retiré, tenía tres récords nacionales también: el de 1000 al aire libre y en pista cubierta, y el de 800 en pista cubierta. A mí claro que me hubiera gustado hacer el récord, pero cuando yo salía a competir tampoco tenía la obsesión de ir a hacerlo, salía con la obsesión de hacerlo lo mejor posible. Además que, a parte de las medallas, de lo que me siente especialmente orgullosa es de la grandísima regularidad que he tenido, he estado disputando practicamente todas las finales. Hay que pensar que, en mi época, los Campeonatos del Mundo y los Campeonatos de Europa eran cada cuatro años, por lo que en mi caso a lo mejor en lugar de tener dos medallas hubiera podido tener cuatro.
Por cierto, esto afortunadamente cambió. A mí me parece muy positivo que haya más campeonatos de Europa, porque a lo mejor es donde los europeos tienen más posibilidades de brillar y poder obtener alguna medalla, ya que hay algunas pruebas que sabemos que el dominio de otros países es aplastante.
Repasando tu carrera, sin duda es para sentirse orgullosa. Si ya es difícil agarrarse a la élite en general y en el 800 en particular, conseguiste ser una fija en la que se puede considerar la prueba más complicada para tener regularidad.
Durante toda mi década competí muchísimo, estuve en las Golden League [actual Diamond League], donde en muchas de ellas estuve entre las tres primeras. Gané en la de Bruselas en 2005. También disputé dos finales del Grand Prix, estando también entre las tres primeras. O sea, muchas veces he estado entre las tres o cinco primeras del 800 a nivel mundial. ¿Me hubiera gustado conseguir más medallas? Pues obviamente, no te voy a decir que no. También, visto lo visto y viendo un poco todos los hándicaps que he tenido en mi trayectoria, es para sentirme orgullosa. Sobre todo ahora que lo veo ya desde una perspectiva más lejana.
¿Qué cambiarías si pudieras volver atrás?
De las pocas cosas que cambiaría, quizá, es de disfrutar más de lo conseguido. He sido siempre tan competitiva que, cuando ganaba una medalla en un campeonato de España Europeo o Mundial, en lugar de disfrutarlo, ya estaba pensando en el año siguiente en volver a ganar otra. Y eso yo creo que no es bueno, creo que un deportista si quiere estar en lo más alto tiene que disfrutarlo. Mi hija tiene 11 años, es todavía muy pequeñita, pero le encanta el atletismo y lo que le insisto es que lo disfrute. Que se esfuerce, pero que lo disfrute. Y que valore cada medalla o cada cosa que consiga como si fuera la última, porque nunca sabes.
Bueno, siempre quedará el palmarés para repasarlo con el paso del tiempo y ver todo lo que te has ganado.
(Sonríe) Yo regalaba todas las medallas, todas las equipaciones y los dorsales. Las únicas medallas que tengo son las internacionales, pero las 17 medallas de Campeonatos de España las he regalado todas. Las daba para cosas solidarias, o para gente que ese año había sido importante para mí. Porque pensaba que siempre iba a seguir. Y de repente, llegó el 2010, me lesiono, intento llegar al 2012 y veo que, por mucho que lo intento, no puedo. Y es que nunca crees que va a haber un momento en el que tengas que poner fin y ahí dices: no tengo ningún recuerdo, porque lo he regalado todo. Me duele que, en lugar de disfrutar y valorarlo mucho más, ya estaba como un martillo pilón mirando al día siguiente. Me faltó un poco ser menos estricta conmigo misma. Creo que lo estoy disfrutando casi más ahora que hace 15 años...
Es curioso ese sentimiento de estar en lo más alto y sentir que al año siguiente vas a volver a ganar otra medalla igual.
Nunca piensas que va a ser tu última competición. Mira, otra cosa que no valorábamos y que ahora piensas 'qué fanfarrona'. Estábamos tan metidas en la dinámica de las competiciones, de lo que te pagaban... que con compañeras decíamos: "Yo por 1000€ no me ato ni las zapatillas". Y luego, cuando pasas ya la vida real, dices 'pero qué tontas hemos sido, como si 1000€ euros ahora se ganarán tan fácilmente'. Pero en ese momento dejabas de valorarlo y, cuando llega el final, piensas cuántas cosas podría haber cambiado, con lo que a mi me gustaba correr y encima me pagaban por ello. Ahora, en mi nueva vida, intento aprender de esos errores, disfrutar de cada cosa y, por lo menos, en muchas facetas de mi vida puedo dormir con la conciencia tranquila. Hay muchas cosas que no se pagan con dinero y esa es una de ellas.
"Llegaba a casa llorando y pasándolo fatal"
Hablabas de la dureza de que una lesión te retire. ¿Cómo viviste ese final?
Mi última competición internacional fue en el Europeo de Barcelona. Un par de meses después empecé, primero, con un gemelo. Luego, de pisar mal, se me complicó y tuve una lesión de rodilla. Me operaron, me tiré en Madrid bastante tiempo para rehabilitarme, pero no quedé bien de la operación. Tenía ya el tendón rotuliano necrosado, con lo cual para volver otra vez... Sobre todo, partiendo de la base que yo ya tenía 34 años, y yo ya llevaba muchos años entrenando y compitiendo.
Para alguien con tanta hambre por competir, debió ser duro.
Me tiré nueve meses en Madrid, de lunes a viernes haciendo sesiones de fisioterapia y de rehabilitación de 8-9 horas, en la piscina y con el fisio. Sobre todo, lo hacía con la idea de haber intentado dejarlo en el 2012. Yo tenía esa espinita clavada de que en el 2008, por otra lesión que también venía arrastrando y por la que ya tenía unos dolores insorportable por una fascitis, tuve que ver los Juegos Olímpicos de Pekín desde casa porque me tuvieron que operar dos veces, porque la primera no quedé bien. Yo no quería que una lesión fuera la que pusiera el punto final a mi carrera, quería ser yo cuando ya no fuera competitiva o no disfrutara de esto. Entonces, ese tiempo me dejé casi la vida por intentar volver a correr, pero el tendón no se me recuperó bien, me seguía doliendo los entrenamientos y ya no era capaz. Y a principios de 2012, estaba en un entrenamiento que nos tocaba hacer series, me puse los clavos, entré en la pista aquí en Valladolid... y le dije a Juan Carlos, mi entrenador: "Se acabó. Ya no puedo más". Ya llevaba meses que me estaba minando moralmente, llegaba a casa llorando y pasándolo fatal.
El atletismo había sido mi vida y mi pasión. Me había exigido mucho sacrificio, pero era la vida que yo había querido tener siempre. Pero ya no me compensaba, porque lo que a mí más me gustaba era correr, y correr rápido, y ya no podía hacerlo. Llegué a un momento en el que mentalmente estaba destrozada. Era una sensación, una ansiedad, un estrés, unas crisis de angustia las que tenía, que no me merecían la pena. Y dije: mira, antes de acabar odiando algo que a mí me ha dado todo en la vida, tengo que ser honesta conmigo misma y hasta aquí hemos llegado. Y así fue, me quité los clavos y anuncié mi retirada.
¿Y el día después?
En mi caso, he tenido una gran suerte. Por desgracia, otros compañeros no la han tenido y, una vez que han terminado, se han visto en el abismo y que no tenían nada. Hay casos de deportistas que algunos hasta se han quitado la vida.
En mi caso, una vez que colgué las zapatillas, yo llevaba tiempo queriendo ser madre. Lo que pasa que lo vas dejando todo porque me resultaba muy complicado compatibilizar ambas cosas, y más con la edad que tenía. Entonces, como enseguida quise ser madre y enseguida me quedé embarazada. Lo pasé muy mal porque estuve varios años que no podía ver Campeonatos de España, ni nada de atletismo. Pero, a nivel personal, enseguida nació mi hija y para mí llenó un poco ese vacío, aunque no tenga nada que ver, que tenía de no poderme dedicar al atletismo.
Dices que no podías ver atletismo. ¿Volviste a correr?
Seguí entrenando y en el 2018 quedé campeona de Europa Máster. Y fue en Madrid, que para mí también fue muy emotivo.
¡Qué bueno! Te lo preguntaba porque Ruth Beitia nos contaba hace poco que ha tardado varios años en volver a hace un salto.
En el caso de Ruth, ella lo dejó cuando era de las mejores del mundo y creo que, a lo mejor, no tenía ese debe. Yo sentía que el atletismo me debía algo, y aunque fuera en categoría Máster, llegué a hacer el récord de España de la categoría. Aquello fue volver a entrenar con un plan de entrenamientos, ya con la niña, que me la llevaba a las pistas porque a mí me hacía una ilusión enorme que me viera entrenar y en las competiciones. Cuando fui campeona europea Máster, ya dije hasta aquí esto es muy sacrificado. Pero por lo menos me quise quitar esa espinita que yo tenía conmigo de que, por mis narices, una lesión no iba a impedirme que volviera a ponerme la ropa de la selección española. Y además, con un resultado excepcional. Y ahora, intento hacer un atletismo ya más popular.
¿Cuál es tu momento más feliz?
Obviamente, a nivel de medallas fue el Mundial de Osaka 2007. Conseguir un bronce mundial en una prueba como el 800, con lo complicada que es y con la grandísima marca que hice. Pero para mí, quizás me quedo con algo que fue muy importante y emotivo, más allá de las medallas, que fue estar en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000.
El año 1995, era una junior muy prometedora, que había corrido en 2:05, que había sido sexta en un Europeo junior y prometía mucho. Pero la tiroides se cruzó en mi camino y también unas taquicardias tremendas. Estuve practicamente tres años en los que dejé de correr y casi estaba desahuciada para volver a hacer atletismo de alto nivel. A mediados del 99 empecé a entrenar con asiduidad e ilusión, fuimos a una carrera para volver a disfrutar y conseguimos la mínima olímpica. Te puedes imaginar, aquello fue un chute para mi entrenador y para mí. Fue el punto de inflexión para estar diez años más en la élite. Y en esos Juegos, aunque de otras marcas no me acuerdo, allí fue la primera vez que bajé de dos minutos, que en España solo había bajado Maite Zúñiga: hice 1:59.60 y a las 10 de la mañana. Ya dijimos que hacer eso sin haber entrenado mucho y a esa hora, es que podía esperarnos un futuro ilusionante.
"¿La polémica con Semenya? Fue un comentario inocente y sin ánimo de ofender"
Antes comentabas que tu única polémica fue por unas palabras sobre la sudafricana Caster Semenya, atleta DSD (con desarrollo sexual distinto) y con hiperandrogenismo. «Al verla de cerca parece un hombre». Hay que decir que no tardaste en salir a pedir disculpas. Es un tema del que se vuelve a hablar mucho ahora...
Fue un comentario inocente y, de verdad, sin ningún ánimo de ofender. No quiero decir nada ahora a lo que se le puedan sacar tres pies al gato. Yo creo que me considero una persona que respeto muchísimo la diversidad sexual y la orientación sexual, y en eso creo que no hay ningún género de duda. Pero es verdad que yo hice una afirmación objetiva, que luego lo he contrastado muchísimo gente. En ese momento de la mañana, donde sólo estábamos los 800, te tenías medio conocidas a todas más o menos. Y teníamos la sensación de que tú te fijabas y decías: 'Nos falta una mujer para la competición'. Porque su aspecto, pues te chocaba. Y además, era la primera vez, porque si nos hubieramos enfrentado antes, pues ya la conoces.
Y ya digo, que me fastidió porque creo que se quiso sacar de contexto, porque en ningún caso quise hacer un comentario ofensivo. Solo era una evidencia observacional de que nos faltaba una mujer para competir.
[La entrevista se realizó antes del anuncio de World Athletics de empezar a implementar pruebas a las atletas femeninas para analizar casos de Desarrollo Sexual Diferente (DSD) y transexuales]
Ahora, World Athletics ha anunciado que quiere regularlo y controlar su participación.
Sé que ha habido diferentes polémicas y a mí me parece un tema complicado. Porque me pongo en el lugar de ella y la comprendo absolutamente. Y te puedes poner en el lado del resto de mujeres, que en la gran mayoría no tenemos este hiperandrogenismo, y claro, es jugar con desventaja. Pero bueno, yo también puedo entender que se juega con ventaja cuando lo haces de manera artificial, pero cuando es la naturaleza que ha hecho que nazcas así...
Me resulta complicado posicionarme, porque también intento ponerme en el lugar de ella y sé que tampoco lo tiene que haber estado pasando nada bien. Sobre todo, porque es una causa que es ajena a ella, que ya ha nacido con una serie de hormonas que están por encima de lo que está establecido para el género femenino.
¿No se genera una desigualdad?
El deporte implica que, más o menos, juegas en igualdad de condiciones. Para mí, hombres y mujeres somos iguales en derechos y obligaciones, pero físicamente somos diferentes. Eso no es nada malo, al revés, eso es lo que hace enriquecer al ser vivo y que podamos seguir existiendo. Que un hombre corre, lanza, salta y tiene más fuerza que yo, pues sí. Ellos tienen una genética que es muy diferente a las de las mujeres. Unos corren el 800 en 1:41 y otras corren en 1:55, pero el espectáculo es el mismo. Pero, en este caso, sí que se veía quizás que por este exceso de testosterona eran dos carreras diferentes: estaba por un lado Semenia y el resto estábamos a años luz.
¿Y qué opinas de la participación de atletas 'trans' en pruebas femeninas?
Para mí, esto no tiene nada que ver con Semenya, son cosas totalmente diferentes. No sé, es complicado la verdad. Hay que respetar y defender a los trans, pero en el tema deportivo, sobre todo en aquellos deportes en los cuales las capacidades físicas sean la diferencia entre ganar o perder, que son la gran mayoría, yo creo que no podemos perjudicar a las mujeres. Porque, entonces, yo te digo que el deporte femenino acabaría perdiéndose y creo que a las mujeres nos ha costado mucho tener cada vez más visibilidad. Ellas se entrenan, se esfuerzan y tienen que demostrar muchas veces más del doble que los hombres, y creo que sinceramente sería injusto para ellas. Y eso que yo ahora no compito y podría tener un discurso más político, pero creo que no sería honesto. Me parecen temas complicados y no quiero generar ningún tipo de controversia, porque estoy totalmente a favor que cada persona con su cuerpo o con su sexualidad haga lo que le dé la gana.
Es complicado, pero se va a tener que afrontar y tomar decisiones. Es uno de los temas que están sobre la mesa de la nueva presidenta del Comite Olímpico Internacional, Kirsty Coventry.
A mí lo que han propuesto desde World Athletics no me parece mal. Dependiendo cuándo hayas pasado tu pubertad, pues puedes o no puedes. Cuando eres niña y estás compitiendo, ganas a los niños de sobra y, de repente, todo cambia. Ponte a pensar que una mujer con 1:57 en 800 está entre las mejores del mundo. Pero si eres un hombre con 1:57 o con 1:55, no vas ni al campeonato de tu pueblo. Entonces, claro, un hombre de 1:55 no va a nada y si pasa a competir con mujeres, pues claro, cambia.
Conozco a personas trans con las que tengo una relación fabulosa y mi más absoluto respeto. Un hombre que tiene 25 años, que se sienta o quiera ser mujer, por supuesto que está en todo tu derecho. Pero es cierto que, en el deporte, estás jugando con unas ventajas que, jolín, las mujeres llevamos muchísimos años peleando por nuestros derechos. A mí, por ejemplo, eso sí que me parece injusto. En el resto de cosas, para mí, por supuesto, tienen que tener todos los derechos del mundo, pero en el tema del deporte, por favorecer quizás a la categoría 'trans', estás perjudicando sobremanera al género femenino. Entonces, no sé, no sé si a lo mejor habría que hacer una categoría.