ATLETISMO

Quique Llopis dejó el fútbol en pleno partido y ahora es la nueva sensación del atletismo español: "No le gustaba el ambiente, los insultos..."

El padre de la nueva sensación del atletismo nacional muestra en Relevo el lado más desconocido del vallista valenciano.

Quique Llopis busca su primera gran medalla absoluta en el Europeo indoor de Estambul./EFE
Quique Llopis busca su primera gran medalla absoluta en el Europeo indoor de Estambul. EFE
José M. Amorós

José M. Amorós

"Se quitó la camiseta, la tiró al suelo y dijo que no volvía más". Así es como recuerda el padre de Quique Llopis el último día de su hijo jugando al fútbol en mitad de una temporada y que significó el principio de su etapa como atleta. La nueva sensación de las vallas españolas tenía 14 años y se sentía incómodo en un entorno futbolístico rodeado de toxicidad: "No le gustaba el ambiente, las peleas e insultos entre padres, los comentarios de 'nos han marcado un gol por culpa del portero' o los de 'es que no me la pasas'. Eso le creaba ansiedad".

"Mis rivales me animan y nos felicitamos al final"

Quique Llopis Atleta español

Después de la experiencia en una escuela de verano donde había probado el atletismo, pasaron solo 48 horas de aquel llamativo gesto de Llopis sobre el césped hasta que sus padres le apuntaron a su nuevo deporte. Allí le esperaba un nuevo mundo que le iba a atrapar: "Mis rivales me animan y todo. Papá, es que yo voy a competir contra este y me está dando ánimos. Es que… ¡nos felicitamos todos al final de la carrera!", le expresaba Quique a su familia: "Esto es otro ambiente". Su padre define aquel cambio: "Se enamoró del atletismo".

En el tartán, le esperaba el que terminaría siendo hombre clave de su carrera y actual entrenador, Toni Puig. "Vio que era un chaval alto, flaco y al que se le veían cualidades", recuerda Quique Llopis padre, que nos desvela cómo Puig lo vio claro desde el principio y no le quiso dejar escapar: "Me gusta como corres, me gustaría que te apuntaras al club". Tanto es así, que al día siguiente le propusieron participar en una competición escolar que, casualmente, fue una prueba de vallas.

Llopis es una de las grandes opciones de medalla en el Europeo indoor. EFE
Llopis es una de las grandes opciones de medalla en el Europeo indoor. EFE

Aquellas primeras competiciones no fueron fáciles y no por falta de calidad atlética. "Tenía vergüenza. Era el momento de ponerse en los tacos y él estaba a 50 metros por allí solo y apartado. Lo tenía que situar la juez"; relata su padre: "De pequeño, era muy vergonzoso". Mientras, su familia en la grada no lo podía creer: "¡Quique! ¿Qué haces allí? ¡Ponte en los tacos!". El niño lo tenía todo controlado: llegaba a los tacos, corría y ganaba.

La progresión, a pesar de llegar relativamente tarde al atletismo, siempre fue exponencial: "Teníamos mucha confianza, porque lo veíamos que progresaba muy rápido. Es muy constante, es una persona que cuando quiere algo lo consigue. Es muy cabezón". El atleta valenciano sigue viviendo con sus padres, que ven a diario uno de los secretos que le están haciendo llegar a la élite como uno de los mejores del mundo: "Mira los vídeos, se los repasa, busca los fallos. Es muy obsesivo en eso, lo ha sido siempre. Cuando era más joven, era igual".

La mala suerte le ha perseguido en la élite

"Tanta gente que hay y todo me pasa a mí. Sé que hay obstáculos en la vida de un deportista, pero es que todos me terminan pasando a mí. Cuando mejor estoy para mostrar mi nivel, siempre tengo un percance. Joder, es que nunca pueden verme en mi mejor versión". Ese es el comentario que Quique le ha hecho en más de una ocasión a su familia después de un gran campeonato en los últimos años. "Con su historia, podrían hacer una película del tío con más mala suerte y la gente no se lo creería", reafirma su padre.

Todo empezó en 2018, en su debut en el Mundial sub-20, Quique Llopis se cayó en la primera valla de la gran final. "En aquel momento pensamos, 'bueno, es mala suerte, pero…", comenta su padre. Un año después, llegaría el momento de debutar con solo 18 años en un Europeo absoluto y conseguir un gran séptimo puesto, pero el objetivo principal era el Europeo Sub-20 donde era el gran favorito: "Cogió una gastroenteritis y no se podía ni levantar de la cama. Corrió con fiebre y salió del hotel vomitando para poder correr (y terminó 4º)". En 2020, se lesionó la semana antes del campeonato de España donde quería intentar conseguir la clasificación olímpica a Tokio 2020. Tras la pandemia, el año pasado, se rompió un hueso del pie una semana antes del Mundial de Belgrado: "Corrió infiltrado, no sé ni cómo pudo correr". Una lesión que le hizo llegar muy lastrado al inicio de la temporada al aire libre, comenzando muy tarde los entrenamientos. "En la familia, lo vivíamos con preocupación. Todo el trabajo que estaba haciendo no lo podía llegar a demostrar. Le ha pasado de todo". A pesar de llegar corto de forma, consiguió meterse en semifinales de todo un Mundial en Eugene.

Después llegaría el Europeo de Múnich, que debía ser el gran objetivo de la temporada. Llopis llega pletórico de forma, vence su semifinal con un gran 13,30" dejándose llevar y prometía un gran duelo español en la final continental ante Asier Martínez. "Entre la semifinal y la final, no le gusta hablar con nadie. Vi que me estaba llamando y pensé 'ya le ha pasado algo a este'", relata su padre a Relevo. "Me dijo: 'Estoy para reventarlo, papá'. Estaba que no se lo creía". Después, llegó un nuevo percance que rompió el sueño: al paso de la segunda valla, el francés Sasha Zhova lo enganchó del brazo, lo desequilibró y le dejó sin opciones de podio: "Otra más. Se llevó un buen chasco porque sabía que podía estar en las medallas".

"Yo ya lo hubiese mandado todo a hacer puñetas"

Enrique Llopis Padre de Quique Llopis

Un calvario de problemas que no ha conseguido derrocar la mentalidad del valenciano. "Ha tenido bajones después de cada ocasión en la que le ha pasado algo, pero enseguida ha vuelto más fuerte siempre", cuenta su progenitor, que destaca la capacidad de volver a levantarse tras los 'golpes': "Yo ya lo hubiese mandado todo a hacer puñetas. Pero él tiene una cabeza…a los dos días, ya está otra vez poniéndose el vídeo para ver los errores".

El ejemplo de la semifinal de Múnich le hace más fuerte. "Estoy corriendo como los grandes. Si ya he corrido en esa marca, la puedo volver a repetir", le dijo a su padre tras su 13,30. "Ya no se siente inferior a los mejores. Hasta ese momento, se sentía inferior porque veía esas marcas inalcanzables. Después de hacerlo, ya se puede comparar con ellos. Eso le ha animado".

El lado desconocido de Quique

"Puedes estar corriendo como una bala siempre, pero si no consigues un título o una medalla es como si no hubieras existido" es otra de las frases que Quique suele decir a su entorno. Tras proclamarse campeón de España, igualando el récord nacional indoor de Orlando Ortega y mejorando en marcas a todo un medallista mundial como Asier Martínez, Llopis seguía mostrando el hambre de los campeones: "Ellos han ganado medallas internacionales y yo no".

Un carácter que, quizás, no le hace disfrutar de lo conseguido. "A veces, me enfado con él", cuenta su padre. "Le digo que no disfruta los momentos. Porque en la vida hay tiempo para todo: para lamentarse, para disfrutar… A lo mejor es por su carácter más reservado y luego, por dentro, no duerme de alegría".

Quique Llopis salió de aquel campo de fútbol de infantiles por el ambiente tóxico y, desde entonces, ha encontrado su hábitat perfecto en el atletismo, convirtiéndose en uno de los deportistas más respetuosos del panorama internacional. Sin ir más lejos, en la final del campeonato nacional, antes de celebrar su ansiado título, se acercó a toda velocidad a comprobar que Asier Martínez, que había tropezado en la última valla, estaba bien. "Es una persona supernoble. Muchas veces no disfruta de los momentos porque está pendiente de los demás. Yo siempre digo, tienes que estar pendiente de la gente y todo, pero tú tienes que disfrutar también lo tuyo. Un carácter apacible y cercano que también está presente en el aspecto familiar, como zanja su padre: "Es un cielo, parece un niño pequeño. Es muy de su madre y de su padre. Con todo lo alto y grande que es, sigue cogiéndonos y dándonos besos cada día. Es muy cariñoso".