La última atleta en entrar al libro Guinness de los récords: "Nadie está preparado para correr 150 maratones seguidas"
Erchana Murray-Bartlett atiende a Relevo para desvelar los secretos de su última hazaña: completar 150 maratones en días consecutivos y sin descanso.

Para muchos, correr una maratón es una meta, algo que tachar de la lista antes de morir. Otros, en cambio, al terminar los 42 kilómetros y 195 metros más simbólicos del deporte, optan por repetir la experiencia y, guiados por una vocación asombrosa, deciden acumular varias ediciones. Decenas, incluso. Sin embargo, lo que muy pocas personas han logrado a lo largo de la historia es completar 150 maratones en días consecutivos. Una detrás de otra. Sin descanso. La australiana Erchana Murray-Bartlett, de 32 años, completó esta hazaña el pasado 16 de enero, en Melbourne, cinco meses después de comenzar el reto en el paradisiaco Cabo de York, a la otra punta del país.
"Ha sido el mayor reto de mi vida", confiesa por teléfono a Relevo, feliz por haber completado el desafío que ideó hace meses —el anterior récord femenino era de 106 maratones consecutivas— y que, además, escondía una buena causa: "Quería recaudar 62.000 dólares para The Wilderness Society, una ONG que se encarga de proteger los espacios naturales de Australia". Al final, cuenta, han conseguido 132.000, más del doble de lo esperado. "Es increíble. Además, por el camino he podido descubrir mi país en profundidad, correr por sus parques nacionales, sus playas... Ha sido como un sueño", declara.
Eso sí, completar la tarea no ha sido nada sencillo. "Estuve cerca de rendirme al comienzo del reto por culpa de una lesión en el gemelo", confiesa desde las antípodas. "Apenas llevaba dos semanas de reto y fue muy doloroso. Pensé de verdad que no iba a poder continuar".
Para evitar el dolor punzante sin perder el tren, exigente, a maratón diaria, Murray, atleta de tercera fila, se vio obligada a cambiar su depurada técnica de carrera. "Acabé corriendo sobre mis talones y pude aliviar ligeramente las molestias, pero el cambio me provocó una nueva lesión que fue incluso más dolorosa", apunta, sabedora de que la gesta estuvo en el alambre. "Tuve que conducir unas seis horas para ir al fisio y que me atendieran de emergencia. Fueron días muy complicados".
Con todo, la australiana pudo sobreponerse a la primera adversidad. Aunque no fue la última. "En la recta final del reto estaba agotada. Ya era verano [en Australia] y hacía muchísimo calor. Corría todos los días sola y me costó mucho mentalmente. Se me aparecieron mis mayores miedos, mis pensamientos más oscuros", explica.
Necesitada de apoyo moral, pidió ayuda a sus seguidores por Instagram, la red social en la que ha relatado el día a día de su gesta, a modo de diario: "Al día siguiente tenía cerca de 30 personas corriendo a mi lado. Para alguien tan sociable como yo, eso fue un chute de energía tremendo".
Sorprendida por el poder del cuerpo, y sobre todo de la mente, capaz de obviar cualquier percance con estímulos externos, Murray concluyó el reto en Melbourne el 16 de enero, aclamada por decenas de curiosos, un puñado de televisiones y parte de su círculo más cercano: "Vino a verme familia desde Nueva Zelanda, desde Queensland... Incluso mi hermana y sus tres hijos, que viven en Dresden (Alemania). Fue un día que no voy a olvidar nunca".
Podcasts, gimnasio y un muro mental
Las cuentas son simples. 150 maratones, a tres horas por marcha —ritmo llevadero para Murray—, son 450 horas de carrera en solitario. Más de 18 días completos. Sin interrupciones. Sin dejar de correr. La cabeza, claro, necesita desconexiones. "Me encanta escuchar podcasts", cuenta la australiana, gran aficionada al género de aventura. "Me ayudaba a mantener mi estado mental en carrera, aunque también disfrutaba muchísimo de las charlas con todo aquel que corría conmigo. Escuchar sus vivencias me sirvió para aprender mientras corría".
Por el camino, la atleta lloró varias veces. Sobre todo cuando pensaba en la cantidad de kilómetros que le quedaban por delante. "Nadie está preparado para correr 150 maratones seguidas. Era difícil no verte superada por la situación", reconoce. "Opté por marcarme objetivos a corto plazo, de 10 kilómetros, 20 a lo sumo, y nunca pensar en el total".
"Lloré varias veces y estuve cerca de rendirme, pero me sobrepuse a las dudas y a mis miedos"
AtletaTodas esas trabas, mentales en su mayoría, ayudaron a Murray a competir contra sí misma. Contra su dureza mental. Esa que, pensaba, le ayudaría a superar cualquier barrera durante el eterno desafío. "Cada vez que atravesaba un momento complicado, ya fuera por cansancio físico, deshidratación o agotamiento, me recordaba a mí misma dónde estaba. Lo utilizaba como un ladrillo en un muro imaginario que iba construyendo", explica.
Así, cada vez que lo pasara mal, cada vez que las dudas invadieran su cabeza, Murray recordaba la última vez que había superado una situación complicada. "Me decía, 'si ya lo has hecho una vez, podrás repetirlo. Podrás poner otro ladrillo en el muro'. Eso me motivaba y me hacía más fuerte".
Para el reto, lógico, Murray preparó su cuerpo entre mancuernas. "Llevo más de diez años corriendo maratones sueltas, pero esto era otra cosa. Necesitaba un entrenamiento específico en el gimnasio", apunta al otro lado del teléfono. "Gané unos cuantos kilos, construí una masa muscular más fuerte y me centré en fortalecer el core [músculos abdominales, lumbares, de la pelvis, los glúteos y la musculatura profunda de la columna] para evitar lesiones".
Al final, logros y hazañas aparte, la australiana quería disfrutar corriendo. "No quería hacer 150 maratones y que no fuera divertido. Era un reto, sí, pero también una experiencia a través de Australia y su naturaleza", asegura. "Quiero que mi récord inspire a la gente a probar sus límites, a perseguir sus sueños y a reducir su impacto en el planeta. Tenemos que estar más concienciados, todo esto [el mundo, la naturaleza] es nuestra casa y debemos de cuidarlo".