Álvaro Cárdenas, un ejemplo de superación que salta al estrellato en la NCAA: "¿Importa ganar con 12 años?"
El base granadino es capitán en los San Jose State Spartans, un equipo de la máxima liga universitaria estadounidense, cuenta en Relevo su experiencia.

El baloncesto, como cualquier deporte, es una carrera de fondo donde lo importante no es cómo empieza, sino cómo y a dónde se consigue llegar. Y esta premisa la tuvo muy clara desde el principio Álvaro Cárdenas (Granada, 2002), un joven base que de apenas contar con oportunidades en sus inicios ha pasado a convertirse en el capitán de los San Jose State Spartans de la NCAA y lucha por ser el mejor base de su conferencia. Por eso, el suyo seguramente sea uno de los mejores ejemplos para aquellos niños que empiezan y que por miedo o falta de oportunidades en algún sitio piensan que quizá deban dejar el deporte de la canasta.
"Hay que ser valiente y probar. Creo que la gente muchas veces quiere quedarse en un equipo porque piensa: voy a estar en el mejor club y quiero ganar. Pero realmente, ¿qué importa ganar cuando tienes 12 años? Lo importante es el desarrollo y conseguir ir al sitio donde te quieran y te den la oportunidad de crecer", asegura en una videollamada con Relevo este base que hizo un camino inverso al de muchos y que ahora es la estrella en su universidad.
Como muchos, Cárdenas, ahora base y capitán en los Spartans de la Conferencia Mountain West en la División I de la NCAA, comenzó en el fútbol y al final con unos 13 años decidió cambiar el balón por la pelota naranja. Y ahí, su padre, David Cárdenas, exentrenador profesional -fue el técnico principal en el extinto CB Granada- tuvo algo de culpa. Aunque, eso sí, la etiqueta de ser el hijo de fue un estigma del que tuvo que despojarse, como el de tener poco físico para jugar. "Cuando decidí cambiar al baloncesto, empecé en el Fundación CB Granada y allí jugué durante tres o cuatro años. Pero luego decidí cambiarme a La Zubia", comenta Cárdenas. Una decisión que a ojos de muchos pudo suponer un paso atrás, pero que para él supuso todo lo contrario.
"Era un chaval bastante pequeño, que no había crecido. Entonces no estaba jugando tanto en el Granada, que era el mejor club de la ciudad, y decidí cambiar a otro donde pensé que podía mejorar más individualmente y que iba a tener más oportunidades de ser más importante y tener más balón", explica. "Siempre había creído que tenía talento, pero no sé si la gente que estaba lo veía como yo o como la gente que me conocía. Muchas veces nos fijamos nada más que en el físico sin realmente ver el talento que puede tener un jugador y en lo que se puede convertir. Y que yo fuese pequeño en ese momento no significa que fuese a ser un enano el resto de mi vida", confiesa el base de San Jose State. Eso sí, reconoce que "aquello ha sido algo que se quedó dentro para querer demostrar a la gente que era mejor de lo que podían pensar". Y con el paso de los años lo hizo.
"Alrededor mía siempre ha estado la cosa esta de que es el hijo del entrenador; está jugando con el EBA o con el Nacional porque su padre es el entrenador. Pero creo que realmente la gente que estaba alrededor mía y que ve el trabajo que pongo y que estaba conmigo entrenando sabía que no estaba jugando porque mi padre fuese el entrenador, sino porque me merecía jugar y porque lo estaba haciendo mejor que la gente que estaba en la misma posición", reconoce.
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"Fue interesante ver cómo con el paso de los años esa diferencia física cada vez se iba convirtiendo en más pequeña y ahí es donde se demostraba más el talento", explica. Y en su caso, ese trayecto hizo que más allá que llevarle a La Zubia (una localidad del Cinturón granadino), también le llevó hasta República Checa. Lo que supuso finalmente su trampolín hasta la NCAA.
"En mi último año de instituto, cuando estaba con La Zubia, decidí que me interesaba la opción de irme a jugar a Estados Unidos, pero la verdad es que no tenía ningún contacto ni nada. Era un poco ambiguo todo. No sabía cómo podía llegar esa oportunidad. Entonces nos pusimos en contacto con algunas personas y tal. Hablé con algunas universidades, pero no tenían mucho interés. Y entonces a través de Ramón Carbonel, un amigo de mi padre, conocimos la Academia en República Checa GBA (Get Better Academy). Es como lo que en Estados Unidos le llaman un año de posgrado, donde lo que estás haciendo es jugar al baloncesto y te preparan lo que necesites académicamente para jugar en la universidad", explica Cárdenas. Y pese al Covid -se quedó sin los míticos campus y tuvo que mostrarse a EE. UU. a través de vídeos-, logró la tan ansiada beca al otro lado del charco.
"A través del amigo de mi padre nos pusimos en contacto con David Miller, que era el ayudante aquí en San José. Era el primer año de estos entrenadores aquí y nada, me escribieron por Whatsapp, me dijeron que habían visto mis vídeos, que si estaba interesado en ir a jugar a Estados Unidos y les dije que sí, que obviamente. Y nada, fue súper rápido", reconoce. De aquello, han pasado ya tres años. Y también, mucho baloncesto.
"El otro día estaba viendo un partido de cuando jugué como freshman [jugador de primer año] aquí y creo que la diferencia de juego en estos tres años ha sido bastante grande. He mejorado muchísimo. Hay que acostumbrarse también a nivel físico de aquí de Estados Unidos, porque la gente es mucho más fuerte, mucho más rápida", comenta. Y lo está haciendo a la perfección. Sólo unas horas antes de esta entrevista, el joven base granadino había anotado 21 puntos, dado seis asistencias y cazado cuatro rebotes con los Spartans. Unos números que no son algo extraño en él esta temporada y que muestran que está cumpliendo uno de sus objetivos: "Ser uno de los mejores bases de la conferencia".
Por eso, gracias a su experiencia, el consejo para todo aquel que se plantea luchar por el baloncesto y buscar una oportunidad al otro lado del charco es claro. "Es importante que si se quiere hacer esto tienes que ir sin dudas. Tienes que estar muy convencido de lo que vas a hacer, porque es un cambio gigante. Vas a irte y hay nueve horas de diferencia, yo casi que no puedo hablar con mis padres porque por la mañana estoy ocupado entrenando y luego ya es por la noche en España, entonces hay un montón de sacrificio que hay que hacer. Pero bueno, la oportunidad de poder compaginar los estudios y poder sacarte una carrera a la vez que estás jugando a un nivel muy alto", indica. E insiste: "Es importante que la gente sepa que es muy distinto aquí a lo que hay en Europa y que tienes que irte a un equipo donde de verdad te quieran".