Embajadores y herederos: De Berni y Cabezas a Darío y Alberto

Berni Rodríguez y Carlos Cabezas han sido casi uno más del vestuario de Unicaja en esta Copa del Rey. Un apoyo constante de dos tipos que han sido todo en el club y que ahora ejercen de embajadores del conjunto malagueño. Mentores de lujo para un equipo que ha encontrado en Alberto Díaz y Darío Brizuela dos dignos sucesores. Dos herederos de dos iconos.

Tan cerca han estado del equipo los dos veteranazos que hasta en un momento dado de la Copa del Rey un vigilante de seguridad no les dejaba regresar a su asiento, al lado del banquillo. Una anécdota graciosa que sirve para entender el nivel de importancia y ascendencia de su figura. Estaban sentados al lado de los lesionados Sima y Lima viendo el partido, algo que la propia acb no permitía. Por más que Berni y Cabezas le explicaban, el vigilante era inflexible con las normas. Tenía razón, aunque finalmente cedió y los embajadores pudieron terminar de ver el partido en su asiento privilegiado. El que merecen por su sitio en la historia del club.

Más allá de esta anécdota, la apuesta del club por integrar en su estructura a estas dos figuras no ha podido salir mejor. Dos jugadores con la camiseta retirada en el Carpena que participan en actos institucionales, sí, pero que al mismo tiempo mantienen una relación cercana con un vestuario que conocen a la perfección. Muchos de los jugadores actuales se han enfrentado a las dos leyendas y ahora les respetan desde su nueva figura.

La semana copera Carlos Cabezas la comenzó acompañando a Alberto Díaz a recoger su trofeo a mejor defensor en los Premios Gigantes. Apenas cinco días después, levantaban la Copa del Rey más inesperada y llena de emociones de los últimos años. Berni estuvo medio enfermo toda la Copa del Rey. El viernes, ni siquiera pudo pisar el pabellón. Pero no podía faltar a la cita del fin de semana. A la cita con una historia que él conoce bien. Los dos estuvieron en la única Copa que había ganado Unicaja hasta la fecha, en 2005, y ahora tocaba repetir.

La alegría era compartida sobre la pista del Olímpic de Badalona. Y al mismo tiempo, esa liberación se notaba. Ese éxtasis de haber logrado algo en lo que casi nadie creía, salvo ese vestuario. Liderados por Alberto Díaz y Darío Brizuela, sorprendía escuchar sus declaraciones. Eran consecuentes. Creyeron desde antes de la Copa y hasta el último día. Sin fanfarronadas y sin salidas de tono. Confianza en ellos, en su trabajo y en su colectivo.

En zona mixta, tras ganar el título, Darío Brizuela sujetaba sus lágrimas. No quería que volviesen a aparecer en un momento de alegría, como sucedió el jueves, aunque tenía motivos para ello. Su hijo Bruno, de apenas tres semanas, seguía en el hospital tras ser operado de un problema intestinal y su celebración fue más comedida. Su gran alegría, la victoria que más desea, llegará cuando pueda estar con él en casa.

Alberto Díaz le sucedió en esa zona mixta para dejar una de las grandes frases de la Copa. Una de las que se pronuncian desde la naturalidad, pero tienen más peso del que parece. "Volvemos a ser grandes. Para un jugador de Málaga, malagueño y del club, significa mucho". Retumbó la expresión. Grandes de los de verdad. De los que levantan títulos. Como grandes son los jugadores que levantan vestuarios. O que se levantan después de fallar dos tiros libres en una final para robar un balón que acabó siendo decisivo. Los que saben lo que pesa el escudo y, al mismo tiempo, lo que cuesta viajar hasta una Copa del Rey o pagar un abono. Un verdadero líder y una bendición para un club, como lo fueron Berni y Carlos. Alberto y Darío. Herederos y sucesores de los mejores embajadores posibles.