OPINIÓN

La mirada que dejó de ser Feliz

Andrés Feliz, durante una acción de la semifinal ante Lenovo Tenerife. /ACB MEDIA
Andrés Feliz, durante una acción de la semifinal ante Lenovo Tenerife. ACB MEDIA

Jugar en casa tiene estas cosas. Más si se trata de una competición como la Copa ACB. Todavía más si el partido es ajustado. Cuentas con el incansable apoyo de los tuyos, pero también con la presión de responder y darles lo que obviamente se merecen: la victoria. Si esta, además, te mete en la final de la Copa ACB todo se multiplica. Pero así es el baloncesto. Te da unas cosas y te quita otras. Y entonces, seguramente, te preguntes, ¿por qué? Eso se veía tras el partido entre Joventut de Badalona y Lenovo Tenerife en la mirada de Andrés Feliz.

Él tuvo la jugada ensayada para casi sentenciar el partido. La responsabilidad otorgada por Carles Durán para jugar la posesión y hacer canasta. Pero no salió bien. Con su equipo uno arriba en el marcador se precipitó en el tiro, buscó el triple escorado y falló. Lenovo Tenerife cogió el rebote e hizo lo que tenía que hacer: anotar. Y sin que nadie le hiciese falta, noqueados quizá por la frustración.

Faltaban tres segundos y nueve décimas para el final y Joventut tenía la última oportunidad. La que no podía desaprovechar. Y el peso recayó sobre el jugador del partido. El niño ya hecho hombre que a falta de que se pitara el final, ya había firmado su mejor partido como profesional con 24 puntos. Joel Parra eligió bien, escogió una buena acción para penetrar y entrar al aro. Pero ahí estaba Abromaitis y su tapón para dar la victoria al conjunto canario. Tan cruel como alegre.

Joel Parra, en una acción ante Shermadini.  ACB MEDIA
Joel Parra, en una acción ante Shermadini. ACB MEDIA

Joventut se despedía de la que era su Copa. La de Badalona. La de romper ese gafe de que el anfitrión no la ganaba. Y aún así era para reconocer el recital de baloncesto que tanto los vencedores como los vencidos habían dejado sobre el parqué.

Por eso, no quedaba otra que aún habiéndose metido ya a vestuarios, todo el equipo de la Penya volviese a la pista para aplaudir a un Olímpico de Badalona que no falló y los arropó antes, durante y después de todo. Pero eso no reconforta. Y se notaba.

Mientras los medios esperábamos en zona mixta algunas declaraciones, pasaban como si fueran la comitiva de un funeral los jugadores de Joventut camino de casa. "Creo que hemos hecho un buen partido y un buen trabajo en esta Copa, pero ha salido cruz", decía Pep Busquets en zona mixta. En la misma línea se mostraba Joel Parra.

El héroe que se quedó sin capa en esa injusta (para él) última jugada. "Ha sido un buen partido individual, pero estoy triste porque no he podido ayudar al equipo a ganar", comentó. Y eso era lo que se transmitía entre los jugadores. Sobre todo en la mirada de Andrés Feliz, el hombre que tuvo esa jugada y que no acertó. El jugador que, como sus compañeros, ya no estaba feliz.