FINAL FOUR EUROLIGA | REAL MADRID 80 - PANATHINAIKOS 95

La sinfonía inacabada de Rudy Fernández

El balear, que anunció que se retira a final de temporada, ha disputado hoy de su último partido en la competición continental.

Rudy Fernández durante la final ante Panathinaikos. /GETTY IMAGES
Rudy Fernández durante la final ante Panathinaikos. GETTY IMAGES
Noelia Gómez Mira

Noelia Gómez Mira

Suena el bocinazo final. Y todo se queda frío. La celebración es verde, pero aun así, todas las miradas se van hacia él. A veces el final de la historia no resulta como uno esperaba o como a uno le había gustado. Y sí, dadas las circunstancias, quizá resulte hasta un poco cruel que su último baile en el baloncesto europeo termine de esta manera. El ganalotodo del baloncesto español se quedó a las puertas del póker de Euroligas para decir adiós a la competición continental. Pero lo hizo fiel a sus principios, esos que ya venía representando desde hace años como uno de los capitanes del Real Madrid. Por eso, cuando en ese momento final habría lágrimas de impotencia, de rabia y de frustración, él no dudó en mantenerse lo más firme posible por los suyos. Rudy Fernández acaba de decir adiós oficialmente a la Euroliga. Y lo ha hecho volviendo a demostrar que si su equipo lo necesita, ahí está el primero para ayudar.

Porque si algo dejó claro ese chaval nacido en Palma de Mallorca en 1985, que muy joven puso rumbo a Badalona, donde finalmente debutó en 2002, y cuya carrera deportiva le ha llevado incluso al otro lado del charco -fue el octavo español en jugar en la NBA-, aunque el color que mejor le ha sentado desde su regreso fue y sigue siendo el blanco, es que, pase lo pase, el baloncesto y el Real Madrid son… junto a él. Un todo que no se habría entendido por separado y que tanto ha dado al baloncesto europeo y español.

Lo cierto es que durante la final a Rudy se le volvió a ver hacer de las suyas, como ese robo inteligente en el tercer cuarto, que subió a esa cuenta de tres... porque de eso va lo suyo, de inteligencia absoluta sobre el parqué. Y aunque no fue suficiente para ayudar a conseguir el objetivo, la realidad es que puede estar orgulloso de todo lo logrado hasta ahora. Por más de que persista la frustración de que las cosas no hayan salido como hubiera querido en la que es la noche en la que cierra una etapa. La suya en la competición continental, esa que ha ganado tres veces, en la que ha formado parte dos veces del quinteto ideal y una en el segundo mejor cinco de la competición.

Porque ese jugador explosivo, capaz de hacer rectificados en el aire, mates y canastas imposibles que empezó hace más de 20 años y que con el paso del tiempo -y de las lesiones, sobre todo, esa de la espalda- ha tenido que reinventarse y lo ha hecho a las mil maravillas para seguir en la élite, acaba de poner punto y final a su etapa como jugador en la Euroliga. Y si echa la vista atrás, la realidad es que todo el camino labrado en la competición continental es para estar más que orgulloso.

Por eso, esos momentos en los que Chus Mateo apostó por la vieja guardia sobre el parqué quedarán para el recuerdo Europeo. Porque verlo en pista con su compañero y amigo Sergio Llul y con el Chacho, sobre el que también sobrevuelan ciertos cantos de sirena con una posible retirada a final de temporada, es lo que se puede denominar sin equivocarse como baloncesto champán. Porque los viejos rockeros hoy dieron su último concierto juntos en Europa. Y aunque la última nota quedó desafinada, eso no empaña ni el show ni las giras que ambos han brindado al madridismo y al baloncesto en todos estos años.