La cerveza de Chus Mateo que marcó un antes y un después en el Real Madrid
Un gesto tan simple como tomarse una cerveza tras ganar el quinto partido ante el Partizan supuso un punto de inflexión para conquistar la undécima Euroliga.
Hay quien dice que todo se mide por los detalles. En la vida y, cómo no, en el baloncesto. Y lo que ha ocurrido con el Real Madrid de Chus Mateo es una muestra de ello. La historia del Chus entrenador no ha sido idílica, aunque este domingo haya alcanzado el Olimpo al proclamarse campeón de la Euroliga en su primera temporada al frente del banquillo blanco. Por eso, quizá el mejor ejemplo (o resumen) de todo ello esté en algo tan simple como una cerveza. Y no sólo esa que fue protagonista en el vestuario blanco en Kaunas tras proclamarse este domingo campeón de la Euroliga.
Cuando el Real Madrid hizo historia en los playoffs de la Euroliga al ganar ese quinto partido en el WiZink Center ante el Partizan, un rato después de aquello, en uno de los bares que hay en los alrededores del Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, hubo un 'brindis'. De cerveza, claro. Y los protagonistas no eran otros que Chus Mateo y su cuerpo técnico: Paco Redondo, Lolo Calín, Guille Frutos y cía. Aquello no tenía intención de ser más que un gesto de alegría y unión, pero lo cierto es que significaba mucho más.
Cuando este viernes, en la semifinal de la Final Four de Kaunas, el Real Madrid se impuso al Barça y se metió en la final por el título europeo, Chus Mateo dijo que lo que iba a hacer tras ello era "intentar tomarse una cerveza con su equipo y disfrutar". Lo mismo que ocurrió aquella noche de miércoles en los alrededores del WiZink. Y lo mismo que se vio tras ganar anoche la final.
A priori, puede parecer una tontería. Un gesto cotidiano sin más. ¿Quién no se toma algo después de superar un reto o alcanzar un éxito? Pero lo cierto es que esa cerveza -o cervezas- son el claro ejemplo de todo lo que ha vivido Chus Mateo durante esta temporada.
Unos meses atrás, cuando asumió las riendas del banquillo, todos los focos se posaron sobre él. La sombra de su antecesor, Pablo Laso, era demasiado alargada y las dudas fueron una constante. Pero todo cambio conlleva un proceso. Y el suyo bien podía tener tres etapas (o fases). Igual que el de la cerveza, que se basa primero, en la obtención del mosto de la cerveza; segundo, la fermentación; y tercero, en el envase y embotellado. Y estas van en cadena. Es decir, que se necesita de todas ellas para obtener lo que es el producto final, la cerveza propiamente dicha. Bien podría decirse que algo así ha vivido también Mateo desde que se hizo con el banquillo blanco.
Quizá por ello, de primeras, el técnico se centraba más en lo que él veía que en lo que podía ver (y aportar) el resto. Después, comenzó a abrirse y escuchar a su alrededor: se vio, por ejemplo, cómo era su segundo quien marcaba las defensas en el último partido ante Partizan o cómo sus ayudantes ajustaban marcajes durante el Clásico ante el Barça o en la final ante Olympiacos. Mucho más que antes. Y, por eso, al final, todo acabó en ese abrazo colectivo con los suyos. En esa victoria colectiva. Y en la celebración, esta vez en el vestuario, con, cómo no, una cerveza en la mano.
Los detalles están en las pequeñas cosas, pero lo importante es compartirlos. Y si algo ha demostrado este Chus Mateo es que su éxito parte, precisamente, de la unión. De su cuerpo técnico y de su equipo. "Hay muchos partidos en los que igual no eres tan consistente porque hay altibajos, pero, en los momentos importantes, si estás unido, eso se nota. Y lo hemos estado", aseguró el técnico tras proclamarse campeón y, como dijo el propio presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, de "tener el reconocimiento de un gran entrenador, porque a partir de ahora ya es un gran entrenador". Y el Real Madrid, cerveza en mano, ayer brindó por ello.