OPINIÓN

Chus Mateo quizá no tiene "mérito", pero sí (gran) culpa de lo de este Real Madrid

Chus Mateo da indicaciones a los jugadores del Real Madrid durante un partido. /GETTY IMAGES
Chus Mateo da indicaciones a los jugadores del Real Madrid durante un partido. GETTY IMAGES

Vitoria-Gasteiz.- Cuando en el Buesa Arena sonó el bocinazo final, a Chus Mateo no se le vio la sonrisa sobre el parqué. Ni siquiera una pequeña mueca de esas que salen casi sin querer. Respiró, miró a la izquierda y se fue a saludar a Dusko Ivanovic y a todos y cada uno de los miembros del staff de Baskonia. Un saludo de respeto y admiración a partes iguales después del partido que habían planteado ante su equipo. "No hemos hecho nada todavía", reconocía, fiel a su filosofía, cuando le pregunté por cómo se sentía a nivel personal, en rueda de prensa. Pero sí que lo han hecho. Sobre todo él.

Chus Mateo tras meterse en la Final Four en Vitoria.NOELIA GÓMEZ MIRA/RELEVO

Porque no es fácil haber logrado lo que ha alcanzado estos casi dos años como técnico. Y sí, quizá haya quien opine que es osado entrar a valorar lo que viene a continuación a falta de jugar una Final Four en la que, por poder, el Real Madrid podría caer en el primer partido; o cuando aún quedan tres jornadas para que acabe la fase regular de la Liga Endesa. Pero es que la realidad es que Chus Mateo ha logrado demostrar que sí, que ya no es que esté a la altura de entrenar un gran equipo a nivel europeo como el Real Madrid, sino que a título personal es un buen entrenador. Y me explico.

Seguramente haya quien piense que lo suyo es fácil. Cómo no va a serlo, con una plantilla como la que tiene... Y en un club 'grande' como lo es el blanco. Pero el baloncesto -y seguramente el deporte en general- no va de eso. No va de grandes nombres que te hagan a ti grande. No va de estar en un club grande con las facilidades que muchos piensan que eso puede acarrear. No va de nada de eso, sino de todo lo contrario. Y sí, lo cierto es que Chus Mateo es un ejemplo de ello.

Porque llegó al Real Madrid y desde primera hora su nombre ya estaba en la diana. No es para menos cuando te toca ocupar el puesto de alguien que se ha ganado el respeto, la admiración y el reconocimiento del mundo del baloncesto. De quien es "el mejor entrenador a día de hoy", como me decía durante un café por Vitoria Xabier Añua al mencionar a Pablo Laso. Porque tuvo que pasar una "travesía por el desierto", como él dice, que lo dejó fuera de la final de la Copa de 2023 y al borde del abismo en Europa hasta conseguir hacer algo histórico: remontar un 2-0 en los playoffs para luego coronar la Euroliga. Porque tuvo que asumir que se le volviera a señalar cuando el Real Madrid cayó en las finales de la ACB con un 3-0 ante el Barça. O incluso este año, en ese "periodo de entre guerras" que lo puso en duda una y otra vez hasta estos playoffs de la Euroliga, pese a haber alzado la Copa del Rey de Málaga e ir primero en Liga Endesa y Euroliga. Porque, como todos, también comete errores. Y porque cuanto más grande (y más aspiraciones) tiene el club, más fácil es caer.

Y ante ello, lo único que ha hecho es tener paciencia. Una entereza excelsa que sólo rompió cuando, tras ganar la pasada Euroliga, Edy Tavares dijo aquello de "se merece una disculpa". Y que ahora mantiene intacta. Incluso cuando alguno de sus jugadores "se enfada", como él mismo reconocía hace unos días en el WiZink Center por alguna decisión que haya tomado. Porque lo cierto es que más allá que por el hecho de que, como entrenador, ese derecho lo tenga, también se lo ha ganado a pulso. Porque no, a la vista está que no es nada fácil gestionar una plantilla con nombres de peso y hacerles entender que si no juegan lo que consideran, lo tiene que aceptar y conseguir que funcione hasta el punto de tener a tu equipo líder en las dos competiciones que juegas.

Tampoco es sncillo haberte alzado campeón en las dos finales que has jugado, hasta la fecha, esta temporada. Pero, sobre todo, no es fácil aislarte de lo que hay fuera para mantener los pies en el suelo y, así, que los tuyos también los mantengan. Esos a los que él da todo el mérito, pero del que él tiene (gran) culpa.

"Me enorgullece ser parte de este equipo y compartir vestuario con los jugadores que tengo. Sin ellos, es obvio que no podríamos estar arriba en las competiciones que estamos, ni haber ganado la Copa del Rey ni la Supercopa, eso es así de claro. Los jugadores son protagonistas de este juego y yo obviamente formo parte de un equipo en el que obviamente tengo que tomar decisiones y bueno, las tomo como creo más conveniente y siempre para el bien de este equipo. Pero sin los jugadores que tengo, sin el corazón que tienen, ese corazón que tienen, esa ambición y esas ganas de ganar y esas ansias de no quedarse nunca segundos, sino ir a por lo máximo, pues no valdría nada. Todo el mérito es de ellos", decía en rueda de prensa tras clasificarse a la Final Four. Pero la realidad es que también es suyo. Y eso es bueno para todos.

Porque demuestra que el baloncesto nacional sigue creciendo desde los banquillos y que el talento español con la pizarra sigue aflorando. Que, a veces, está algo escondido tras un primer nombre, pero que cuando se le da la oportunidad de salir a luz también es capaz de brillar por sí solo. Que habrá errores, épocas malas o "periodos de entreguerras", pero que eso no quita que, al final, sean capaces de saber liderar bien un banquillo. Y lo demuestran Ibon Navarro con lo que está haciendo con Unicaja, el propio Sergio Scariolo, que tampoco pareció funcionar con el Real Madrid en su día, con la Selección; y Chus Mateo.

Porque podrá o no ganar la Euroliga, podrá o no ganar la Liga Endesa y podrá o no seguir al frente del banquillo del Real Madrid el año que viene. Pero lo que hasta ahora ha logrado, junto a su cuerpo técnico -Paco Redondo, Lolo Calín y Guille Frutos- (porque también uno debe conocer de quien se rodea) con el Real Madrid, el primer clasificado a la Final Four de Berlín donde peleará por la reválida de la corona Europea, el líder de la Liga Endesa, el campeón de Copa y Supercopa... Eso no lo hace cualquier entrenador por grande que sea su equipo. Y a veces también es de recibo decirlo.