FINAL FOUR EUROLIGA

Dino Meneghin: "Cuando te tocaba jugar contra ellos decías: 'Ostras, nos toca el Real Madrid'"

El mítico jugador y entrenador italiano atiende a Relevo previo al inicio de la Final Four de la Euroliga.

Dino Meneghin en su etapa como jugador en un partido con el Barça. /Getty Images
Dino Meneghin en su etapa como jugador en un partido con el Barça. Getty Images
Julio Ocampo

Julio Ocampo

Sobran las presentaciones cuando se habla de Dino Meneghin (Alano di Piave, 1950). Jugador de baloncesto descomunal, icónico, pionero, aventajado a su tiempo. Comenzó a jugar con 16 años y se retiró con más de cuarenta. En su mochila sobresalen 7 Copas de Europa, 12 Scudetti, un oro en el Europeo del 83 y un sinfín de duelos descomunales contra el Real Madrid en dos décadas distintas. Es probable que nadie mejor que él conozca el inmortal gen competitivo del conjunto blanco, siempre con una capacidad inaudita para retar cualquier tipo de abismo.

¿Qué puntos débiles tiene el equipo de Chus Mateo?

Sinceramente no los veo. Lo ha demostrado durante todo el año. Juega muy bien al baloncesto. Su actitud, su concentración son siempre perfectas. Este año, una vez más, es el gran favorito para ganar la Euroliga.

Comenzó a jugar a mediados de los sesenta y se retiró en 1994. Aunque sus duelos contra el Madrid se concentran más en los setenta y ochenta le quería preguntar si se acuerda del acorazado blanco de los sesenta, con la llegada de Raimundo Saporta. El técnico era Ignacio Pinedo, y estaban Alfonso Martínez, Luis Trujillano y William Brindle. Usted estaba en el Varese…

Jugaba poco. En realidad, en competición europea comencé en los 70. Antes no era casi nunca titular. Ese Madrid que mencionas no lo recuerdo bien, porque estoy más unido a los Wayne Brabender, Clifford Luyk, los hermanos Ramos (Vicente y José Ramón)… Ya sabes.

Con Pedro Ferrándiz en los banquillos el Madrid se convierte en un ganador serial. Estaban Emiliano Rodríguez, Carlos Sevillano, Luyk y Lolo Sáinz, entre otros. La dinastía dura del 64 al 74. ¿Qué recuerda de aquello?

El Madrid siempre demostró tener un honor, un nombre, una historia por encima de cualquier cosa. Cuando te tocaba jugar contra ellos decías: "Ostras, nos toca el Real Madrid". Su linaje, su palmarés, sus jugadores, sus directivos. Ya tenía una marca con denominación de origen. Siempre dio la sensación de un grupo fuerte, con una directiva potente, una entidad enorme, muy bien organizada. No eran ya las estrellas o el entrenador, era la marca Real Madrid lo que les hacía fuerte. Va más allá de cualquier jugador, incluso hoy. Intimida, porque le ves y dices: "Es el Madrid, ¿entiendes?".

Las Copas de Europa las gana por inercia, casi por decreto

Es la historia de una fuerte entidad que vive bien el presente y sabe programar el futuro. Su plantilla fue siempre de elite, incluso el último del banquillo. Todo pensado perfectamente, todo controlado y con sentido. Su distintivo en el juego era la velocidad en ataque, la agresividad, la potencia en las alturas, un gran juego exterior… Lo de hoy es una continuación a lo que viene sucediendo desde hace décadas. Es un club con personalidad, pero quiero subrayar siempre la capacidad, la habilidad de sus directivos. Cada año, cada década, reconstruyen el puzle ganador con pequeñas piezas. El Madrid siempre es un mosaico estupendo. Con criterio, mucho criterio.

De hecho, antes hablábamos de Raimundo Saporta como primer gurú. Hoy la mano derecha de Florentino es Juan Carlos Sánchez, capaz de traerse de vuelta a Campazzo, descartar la opción Willy o retener a Tavares

La clave es que los que manden sean pocos. Presidente, general manager y entrenador. No mucho más. Cuando estos tres miembros tienen claro todo sobran colaboradores externos, consejeros y todo eso.

"Me metí con la nariz de Andrés Jiménez y me dijo: "Tú de qué te ríes si la tienes más grande". Nos reímos mucho"

Dino Meneghin

¿Me cuenta alguna anécdota de los ochenta en sus duelos contra ellos? Estaban Romay, Fernando Martín, Corbalán… Luego llegó Petrovic…

Eran épicos, y con eso lo digo todo. Tengo muy buena relación con Corbalán y Rafa Rullán, y luego me pasó una vez algo curioso con Andrés Jiménez.

Él jugó en el Barça

Sí. De hecho, fue un partido clasificatorio para los Juegos Olímpicos. Discutimos, y me metí con su nariz. Él me miró y me dijo: "¿Y tú? De qué hablas si también la tienes grande". Nos reímos muchísimo. Fue un momento fantástico, porque nos llamamos narizones mutuamente.

Aunque termina oficialmente su carrera en el 1994 (Olimpia Milano), se puede decir que los últimos tres años a primer nivel fueron en Trieste. Ahí no se pudo enfrentar una vez más al mayúsculo Madrid de los noventa, ya con Sabonis y Joe Arlauckas.

Los veía jugar por televisión. Sabonis era mi ídolo, pero no pude jugar contra él.

Antes de hablar de sus Copas de Europa, quiero preguntarle por el secreto de su longevidad. Se retiró con 44 años. Hubo un partido de Serie A en que se enfrentó incluso a su hijo Andrea

El físico es la clave. Jamás tuve graves lesiones. Después están la pasión y la posibilidad de jugar con grandes equipos. Primero Varese y luego Milán eran dos clubes top a nivel europeo. Tanto en un sitio como en el otro encontré dos grupos potentes (jugó con Ossola, Zanatta o D'Antoni), amigos entre nosotros, capaces de conseguir cualquier cosa. Así todo fue mucho más fácil.

"Me enteré dos meses después por los periódicos que me habían drafteado en la NBA"

Fue el primer jugador franquicia de Europa. Drafteado incluso por Atlanta Hawks para la NBA, que luego nunca pisó

Era el 69-70, sí. Me enteré dos meses después en los periódicos. Nadie me llamó de allí. No se concretizó nada. En el 74, los Knicks me invitaron para jugar la Summer League, pero estaba lesionado así que no pude ir.

En sus años prodigiosos de basket, además de los merengues y el bloque italiano (luego se unió Benetton y Virtus), estaban los rusos y los yugoslavos, ¿no?

Entonces se llamaba Armata Rossa (la de Tkačenko), una especie de All Star Team. Cogía los mejores lituanos, georgianos… Y los llevaba a Moscú. Luego estaban el Partizán, el Maccabi, la Yugoplastica, luego llegó el Barça…

Además de Korac y otras más, en su sala de trofeos cuenta con siete Euroligas. ¡Todo un récord!

No sé. Habrá que indagar si hay ex jugadores vivos que tengan más que yo. Seguro que alguno del Real Madrid.

El segundo es Clifford Luyk, con seis

Más allá de las siete que gané, subrayar que con el Varese jugamos diez finales consecutivas de Liga de campeones. Ganamos cinco, pero lo que es casi imposible de igualar es esto. Sí, los tiempos cambiaron, pero diez finales seguidas es utópico hoy. Algunas contra el Madrid, por supuesto. Ellos eran el enemigo público número uno. Recuerdo la del 76 (81-74, máximo anotador con 25 puntos Dino Meneghin). Entonces el míster era Sandro Gamba.

El mismo que después, como seleccionador, os llevó a la gloria europea en el 83 contra la España de Díaz Miguel y sus amigos madridistas. Estaban Fernando Martín, Iturriaga, Romay y Corbalán. ¡Y el culé Jiménez!

Fue siempre un placer jugar contra ellos. Nos conocíamos desde hacía años, y les estimaba muchísimo, también como personas. Tenían una extrema educación. ¿Sabes? La belleza de todo era estrecharnos la mano antes y después de cada partido. Más allá de quién ganara.