EUROLIGA

Musa, jefe del Madrid de los bomberos

El Panathinaikos exigió al límite y cuando el balón quemaba, el bosnio lideró. Llull y Causeur, otros desatascadores.

Musa, en un partido con el Real Madrid./GETTY
Musa, en un partido con el Real Madrid. GETTY
Jonás Pérez

Jonás Pérez

En el OAKA el balón arde y este Madrid está lleno de bomberos. Uno de los grandes conflictos del equipo en los últimos años era la dificultad de encontrar generadores que desatascaran duelos apretados desde la anotación. La pizarra de Laso y la innegable química de su plantilla sacaba adelante partidos igualados. Pero ahora hay un extra: las nuevas llegadas han puesto fin al contratiempo. Mientras ya se nota la mano de Chus Mateo en un ritmo intenso y un gran aporte coral, Musa y compañía son eficiencia pura. Y ante un Panathinaikos rocoso, prácticamente impenetrable durante muchos compases del partido, se vio su mejor versión. El triunfo por 68-71 muestra que, a la hora de la verdad, los pupilos de Mateo también carburan.

La llegada de Musa recordó por condiciones a la de Laprovittola. Los dos llegaban como MVP's de la Liga Endesa y con la anotación como su principal virtud. Mientras al argentino le costó adaptarse a su rol, el bosnio ha cogido el timón del ataque hasta decir, pese a ser un recién llegado, que es uno de los principales generadores de este Madrid. Ni siquiera le ayudó el Eurobasket para integrarse en el grupo. Llegó como una moto, por su gran rendimiento en el campeonato, pero en cuestión de unos días tuvo que hacerse a un equipo y una ciudad nueva. Por sus venas corre sangre de líder... y de cyborg.

Con el Panathinaikos arriba, a falta de 4 minutos, el OAKA apretaba y la batalla física se estaba decantando provisionalmente del lado griego. Llull fallaba desde el perímetro, Hezonja no estaba enchufado... Ahí apareció Musa. Llevaba solo siete puntos y el preciso ordenador que le maneja sobre una cancha estimó que era la hora de la revolución. Seis puntos consecutivos, solo intercalados por dos tiros libres de Derrick Williams, pusieron al Madrid por delante en el momento más candente. En dos minutos pletóricos, el base/escolta/alero/líder cogió el balón, asumió el relato desde el bote y encontró oro desde su propio talento individual.

Llull, siempre agitador

No pasan los años para Sergio Llull, siempre fiel a su cita con el triple. Lo que sí pasan son los partidos. Con su participación en Atenas, se ha convertido en el jugador con más partidos de Euroliga de la historia del Real Madrid (346), superando a Felipe Reyes (345). El de Mahón no enchufó desde el perímetro hasta la recta final. Un lanzamiento de los suyos (mandarinas para los amigos) le dio siete de ventaja al Madrid a seis del final. El Panathinaikos mantuvo su espíritu guerrillero y le dio la vuelta. Tras el trance de Musa, con el partido en una canasta, volvió a aparecer con un tiro imposible. Seis arriba a falta de 45 segundos ya fue suficiente. Los griegos, que nunca bajaron los brazos, miraron con desesperación la caída tras 39 minutos de batalla.

Los Sergios, apodo adoptado desde tiempos inmemoriales para la pareja Llull-Chacho, apenas comparten pista en esta nueva etapa. Sin Williams-Goss ni Alocén, ambos lesionados, son teóricamente los dos bases del equipo. Sin embargo, Chus Mateo es conocedor de la habilidad desde el bote de sus jugadores exteriores y le da galones de dirección a Musa o incluso a Fabien Causeur, tal y como mostró con el quinto inicial con ambos, Gaby Deck, Yabusele y Tavares.

Llull jugó el último cuarto prácticamente íntegro. Tras su triple salvador, fue sustituido por Causeur. Lo llamativo es que Sergio Rodríguez no pisó la cancha en el parcial final. El base firmó una tarjeta de 11 minutos con dos puntos, un rebote, dos asistencias, un robo, una pérdida de balón, dos faltas personales y ⅓ en tiros de campo. Más allá de estadísticas, no se sintió cómodo en la ratonera impuesta por Dejan Radonjic, que llevó el partido a su vertiente más física.

Causeur, desatascador

El escolta francés en esto es un alumno aventajado. El Madrid tardó en anunciar una renovación inevitable. Desde su talento individual, puso luz en cientos de momentos de bloqueo. Un anotador compulsivo, de rachas, sí, pero con una efectividad robótica. En el OAKA, ciñéndonos únicamente a sus estadísticas, no pareció ser un referente: 8 puntos en 18 minutos. Pero el matiz que le eleva es, como a sus compañeros, su capacidad de dar una vida extra. No estaban siendo minutos sencillos para los blancos poco antes del final del tercer cuarto. Enmarañados en la trampa local, las pérdidas se sucedían y cada canasta era un jadeo. Es ahí cuando Causeur anotó de tres, cedió galones provisionales a Tavares y volvió a desatascar con una bandeja de gran calidad.

Hezonja hizo lo propio en el primer cuarto, con ocho puntos en escaso margen temporal. Y así tira del carro este Madrid. Hasta ahora, además de la calidad individual de sus hombres, había reinado en España desde el juego colectivo que ha liderado una década de éxitos. La Euroliga es enfangarse en el barro, territorio de los mejores. De arder el balón en las manos, de que no haya canasta fácil. Aunque claro, en manos de Musa y compañía, bomberos de élite, todo parece tan sencillo...