Un partido de ida y vuelta con prórroga y polémica final deja al Barça a un paso de la Final Four

Un partido de playoffs de Euroliga tiene estas cosas. Fuerzas igualadas. Tiras y afloja. Jugadas casi imposibles. Marcador igualado... Y hasta prórroga en la que se ha resuelto el partido... ¡a falta de 0,5 segundos! El Barça ha sacado oro de una cancha dificilísima, en un duelo durísimo a nivel defensivo, de mucho trabajo mental para no perder la concentración ante un Olympiacos que por momentos pareció que se escapaba, pero que la colectividad culé logró frenar (80-82).

Y es que el equipo culé fue a más, con muy buenas aportaciones de Nico Laprovittola, Willy Hernangómez, Tomas Satoransky, Álex Abrines y, cómo no, de Jabari Parker, todos con actuaciones clave que finalmente han logrado poner el 2-1 en la eliminatoria. Todo ello tras un partido lleno de colectividad en el que, por cierto, volvió a jugar Darío Brizuela, aunque fuese con una actuación testimonial a nivel de minutos: jugó 3:27, anotó una canasta y dio una asistencia. El Barça recupera el factor cancha y está a sólo una victoria de la Final Four.

Decía Roger Grimau que ante Olympiacos, el Barça necesitaba salir con intensidad y agresividad desde el inicio y, sobre todo, con paciencia. Temple para medir los tiempos, para no precipitarse. Y así se vio en la jugada que ha dado lugar a la prórroga. Esa en la que Satoransky ha iniciado la calma al poner en juego la jugada, esa en la que finalmente Nico Laprovittola ha sabido tener una sangre fría absoluta para, en el momento exacto, meter la canasta a aro pasado que puso el empate a 71. O en ese salto tras lucha de Satoransky, cuya jugada acabó con el checo enchufando el triple que, a 36 segundos del final de la prórroga, ponía el empate. Y luego, ese aguante en el triple de Jabari, que no entró, pero fue falta pitada a Petrusev (la cual generó gran polémica y el enfado monumental de Bartzokas con los árbitros) y tres tiros para el estadounidense de los que anotó dos para que el Barça se llevara el duelo. Y que el equipo de Grimau haya logrado esto, en una cancha como El Pireo, demuestra que es un equipo que, con concentración, es capaz de cualquier cosa.

Han sido los que más intensidad, energía y agresividad han insuflado a Olympiacos. Han sido los que más han sacado de quicio al Barça. Y es que el partido que han firmado Moses Wright y Filip Petrusev ha sido de los que hacen daño al rival. Porque Petrusev ha vuelto loco a Laprovittola y a cualquiera que le defendiese, Wright lo mismo, en su caso, a un Vesely al que le ha sacado la cuarta falta -dudosa, por cierto- y al que ha obligado a bajar de revoluciones si no quería perderse el final del partido. Lo cierto es que la dupla ha sido el mayor arma del Olympiacos.

"Los errores se pagan y esa falta al final os ha costado lo que podía haber sido el 2-1". Han conseguido remontar un -18, llegar al último segundo con empate en el marcador... Y a dos segundos del final, Jerian Grant hizo la falta que nunca debió hacer. Esa de la que se arrepintió en ese mismo instante, con la que mandó a Lorenzo Brown a la línea de tiro libre desde donde enchufó los dos para que Maccabi pusiera el 2-1 en un partido en el que, por cierto, sí que hubo público. Y es que pese a las críticas de Panathinaikos, finalmente la Pionir se abrió a la gente tras comunicarse a sólo unas horas del partido. El jueves, cuarta cita en la que los de Ergin Ataman no pueden fallar. Y por cierto, Juancho Hernangómez sigue sin poder jugar y se ha vuelto a España para recuperarse de esa sinusitis que ya le dejó fuera en el segundo duelo.

El Barça necesitaba de un tirador que las enchufara desde el exterior para que a falta de dos minutos no se le escapara el partido y siguiese teniendo opciones... Y ahí apareció el capitán. Álex Abrines se enfundó el traje de faena y metió dos triples consecutivos que mantuvieron al Barça con vida. Esos dos lanzamientos fueron la reacción para que el equipo de Roger Grimau pudiera forzar la prórroga.