EUROLIGA

El otro Partizan - Real Madrid: una épica aventura por Belgrado a través de las pantallas

Móviles 'rotos', taxis imposibles y remontadas contra pronóstico en un viaje de ensueño para el Real Madrid.

Aficionados del Partizan antes del cuarto partido ante el Real Madrid./Efe
Aficionados del Partizan antes del cuarto partido ante el Real Madrid. Efe
Noelia Gómez Mira

Noelia Gómez Mira

Belgrado.- La visita a Belgrado para el tercer partido de los playoffs de la Euroliga comenzó cuesta arriba. Y no precisamente por cómo llegaba el Real Madrid, a nivel de balance, a la capital Serbia. Me voy a tomar la licencia de hablar de mí. Me tocó viajar el mismo martes en el que, sólo unas horas después, el Stark Arena acogería ese encuentro lleno de miradas entre los de Chus Mateo y Partizan. Un partido en el que muchos temían que hubiera un fundido a negro después de lo que había pasado el jueves anterior en WiZink Center. Sin embargo, lo único que acabó de ese color fue la pantalla de mi móvil que, durante la escala en Múnich, decidió tomarse unas vacaciones forzosas. O lo que para mí fue un castigo, quizá hasta mayor que los cinco partidos de sanción que le cayeron a Yabusele, los dos de Punter o el de Deck y Lessort por lo de la famosa pelea.

El caso es que me vi en Alemania, cogiendo un vuelo rumbo a Serbia, sin teléfono y sin saber siquiera la dirección del hotel de Belgrado en el que he acabado viviendo los últimos tres días. Menos mal que, cosas de la vida, tuve a bien coger un móvil extra con la intención de usarlo como red wifi una vez comprase la famosa tarjeta de datos que me habilitaban internet en este país de los Balcanes. El avión despegaba y yo seguía tratando de habilitar el nuevo terminal mientras veía el mío ya prácticamente con la extrema unción. Qué cosas… Casi lo mismo que más de uno veía que le iban a dar al Real Madrid de baloncesto. Pero nada más lejos de la realidad.

El ambiente previo al cuarto encuentro.Relevo

Tras aterrizar y lograr red, me pasaron la dirección del hotel. Era momento de coger un taxi y aquello se antojó como una misión casi imposible. Como cuando horas después al conjunto de Chus Mateo se le puso cuesta arriba aquel primer cuarto en el que se vio arrollado por los de Zeljko Obradovic. Pero sólo me hizo falta entender el orden de cómo iba aquello, pedir un ticket y pillar uno de esos extraños taxis que rondaban por allí.

Lo hice y puse rumbo al hotel de una forma un tanto peculiar: adelantando por el arcén de la derecha. Casi como vino a hacer Williams-Goss en aquella jornada, sin que nadie se lo esperase. Y tras otro imprevisto para pagar -no aceptaba tarjeta y me tuvo que llevar a sacar dinero al cajero- logré llegar a ese hotel de nombre místico, que con su nombre me dejó una pincelada, sin yo saberlo, de lo que iba a ser la eliminatoria en Belgrado.

Al hacer el check-in y entrar en la habitación, vi que el móvil -el roto- se había quedado sin batería. Entonces lo supe: era el momento del todo o nada. Si lo enchufaba y la pantalla reaccionaba, la primera victoria estaba en el bolsillo. Y como Williams-Goss con ese triple final que puso el 2-1 en la serie de la Euroliga, me la jugué y salió cara.

Así se vivió el tercer partido entre el Partizan y el Real Madrid.Relevo

Ahora, ya con móvil, tocaba acudir a la previa de la gran batalla. La del macrodespliegue de seguridad que culminó sin incidentes de calado, pero con problemas para trabajar por culpa de algún aficionado. Primeros vídeos grabados y todo a pedir de boca. Ese aura gafe se había acabado… O eso pensaba yo. Y me identifiqué con Chus Mateo cuando, tras ver que recuperaba a Tavares, se quedaba otra vez sin Poirier. En una de esas que estaba grabando, una ráfaga de viento hizo que se me volara la esponja de mi minimicro… y no la pude recuperar. Adiós a eso para Belgrado.

Confiada y con el orgullo de haber empezado genial lo que era el trabajo enfilé la avenida sin mirar atrás. Lo mismo que hizo el Real Madrid este jueves cuando saltó al parqué ante un Partizan a medio gas. Pero entonces otra vez llegó la hostia de realidad. "Esto no iba a ser un paseo", como dijo Chus Mateo tras el cuarto partido, y conmigo tampoco. Había perdido la chaqueta, como el Real Madrid hizo con la renta que lograron ayer al inicio del partido. Ahí me tocó volver sobre mis pasos y averiguar si la había perdido en algún momento e intentar recuperarla. Y lo conseguí. ¿Dónde? En el punto de partida, donde justamente tuvo que volver ayer el Real Madrid para acordarse de lo que había hecho para triunfar: la defensa.

Enfilé otra vez la calle y logré llegar a mi destino. Y lo que vino después fue la previa, el partido, la victoria de los blancos, la polémica protagonizada por un par de aficionados con los periodistas y el fin de la jornada que dio paso a un miércoles de entrenamiento e historias callejeras, que de eso Belgrado tiene y mucho, que empezó teñido de gris. El cielo amaneció nublado y triste, como la noticia que nos llegó a primera hora y nos dejó sobrecogidos: el tiroteo en una escuela de la ciudad que dejó nueve víctimas mortales y que lo cambió todo. Por eso, en el entrenamiento del Real Madrid no se hablaba de otra cosa y hasta Williams-Goss, el man of the match la noche anterior, arrancó su comparecencia con ello.

El baloncesto como religión

Después el miércoles se convirtió en un día de memoria histórica gracias a Niko, un serbio que nos contó sobre la vida en Belgrado y, cómo no, sobre baloncesto. Y aunque parecía que pudiera exagerar, no lo hizo. Me bastó una vuelta por el Kalemegdan a la mañana siguiente para comprobar que sí, que lo del mundo de la canasta allí es una religión y que el respeto y los valores de familia y unión hacia los tuyos florecen en cada rincón. Por eso, la solidaridad con las víctimas mostrada antes del partido de ayer y durante toda la primera parte -sin música, ni cánticos- ponía la piel de gallina aunque, pese a estar en el pabellón, esa parte de las 20.000 personas del Stark Arena que me tocaron sentadas delante de mí me obligada a seguir lo que pasaba en una pantalla del vídeo marcador y no en la cancha. ¡Si hasta me perdí "en directo" la lesión de Deck y eso que estaba allí! Ojalá no sea nada lo del argentino, aunque lo de esa rodilla pinta bastante mal.

Policía de Belgrado tras el tiroteo en una escuela. Efe
Policía de Belgrado tras el tiroteo en una escuela. Efe

Y entre los huecos (no muchos, casi como si emularan a la defensa que plantearon los de Chus Mateo) que la afición dejaba para que, a ratos, se viera la pista, la pantalla y los vítores seguí el segundo partido, el de la épica y el que dejó claro que el Real Madrid de las manos también sabe mucho de hazañas. Casi como la de conseguir una especie de puesto de Cevapi abierta a más de las doce de la noche -como la unión hace la fuerza, los periodistas desplazados logramos nuestro objetivo- o encontrar de madrugada a un conductor de CarGo que me trajese, prácticamente de empalme (y sin dormir), al aeropuerto de Belgrado. Así que desde aquí pongo punto y final a esta aventura balcánica. El baloncesto sigue y esta eliminatoria de los playoffs de la Euroliga también. Hasta el miércoles, a las 21:00 horas, en el WiZink Center. Ha sido un placer.