EUROLIGA | REAL MADRID 98 - PARTIZAN 94

La reivindicación de Chus Mateo y la sombra de Laso

El técnico del Real Madrid se doctora al ganar la partida ante el maestro de los banquillos, Zeljko Obradovic, con el fin de espantar los fantasmas del pasado.

Chus Mateo, ayer durante el partido ante el Partizan, con su cuerpo técnico tras él. /EP
Chus Mateo, ayer durante el partido ante el Partizan, con su cuerpo técnico tras él. EP
Noelia Gómez Mira

Noelia Gómez Mira

Cuando en el segundo partido de estos playoffs de la Euroliga, el Real Madrid cortocircuitó y el Partizan despegó en todos los sentidos, la grada del WiZink Center se convirtió en la voz de Twitter (y del pasado). "Pablo Laso", coreaba parte de la afición aquella noche, mientras su equipo iba 16 abajo a falta de unos cuatro minutos y medio para el final. Todo ello a la par que el nombre del extécnico del conjunto blanco se hacía trending topic en la red del pajarillo azul. Y es que la sombra de quien lo ha ganado todo era demasiado alargada, más si quien tenía que suplirlo no había sido hasta ahora un primer espada.

Chus Mateo tomó las riendas de un banquillo cuyo asiento quemaba. Y para terminar de arder estaba, precisamente, el infierno de Belgrado. Pero, como bien dice el refrán, más sabe el Diablo por viejo, que por diablo. Y Mateo tiró de veteranía, dentro y fuera de la pista, para salir sin quemaduras y doctorarse ante, nada más y nada menos, que todo un catedrático de los banquillos: Zeljko Obradovic.

A lo largo de la temporada, las cosas no habían terminado de cuajar. Todo ello hasta el punto de que el puesto de entrenador ha estado en liza en más de una ocasión. Por eso, durante el tercer partido de la serie, todas las miradas estaban puestas en él. Chus Mateo había sucumbido ante un Zeljko Obradovic cuya leyenda iba en aumento. Y lo cierto es que los precedentes de los suyos en los llamados "partidos grandes" tampoco le acompañaban. Pero entonces, contra todo pronóstico y cuando más difícil lo tenía, en todos los sentidos -a nivel mental, físico y de plantilla por las bajas- apostó por una defensa en zona 2-3 que rompió al Partizan y dejó a los veteranos, sobre todo al Chacho y a Rudy Fernández, como líderes y referentes del equipo. Y salió bien.

Era la primera vez que había comunión para asegurar que la pizarra del técnico blanco había dado muy buenos frutos. Más cuando supo ajustar a los suyos y engancharlos a un partido al que salieron a medio gas y desajustados a nivel mental. Ahí llegó el primer paso de una reivindicación que, 48 horas después, comenzó a consolidarse.

Chus Mateo da explicaciones en un tiempo muerto.  EP
Chus Mateo da explicaciones en un tiempo muerto. EP

El planteamiento del cuarto partido volvió a ser de esos que leen muy bien entre líneas. Supo anticiparse, pintar jugadas que aprovecharan los espacios, que frenaran a un Lessort ya de vuelta, e hicieran daño a un Partizan al que se le escapó la renta lograda la semana anterior en Madrid. Todo salió bien. El trabajo previo, el scouting y el análisis que se había hecho desde el banquillo no tenía ningún pero. Segundo examen aprobado y con sobresaliente. Y entonces llegó el tercero (o quinto, más bien). Ese que ya más que darte el graduado hace que te doctores en la materia. Y la apuesta fue complicada.

Jugar con N'Diaye y Tavares -dos '5'- para suplir la ausencia de ala-pívots no cuajó y se cargaron pronto de faltas. La defensa hacía aguas -encajaron 55 puntos al descanso- y había que reaccionar. Ahí entró en juego, otra vez, la pizarra y su cuerpo técnico para trabajar lo que vendría después: el reajuste y la apuesta por la veteranía, la que le dio garantías en Belgrado. Y funcionó.

Chus Mateo habla en rueda de prensa tras el quinto partido ante el Partizan. RELEVO/NOELIA GÓMEZ MIRA

Con el Chacho, Llull y Rudy en pista el conjunto blanco jugó sus mejores minutos. Porque si el primero aportaba ideas y efectividad en ataque, el segundo dejaba toques de muñeca pero, sobre todo, mucha defensa, y el tercero incluso ajustaba desde el mismo parqué a sus compañeros cuando correspondía, como se vio en alguna ocasión con Tavares. Y aquello se convirtió en un acierto de un Chus Mateo que ha salido doctorado y reforzado ante todo un maestro gracias a su pizarra, al trabajo de sus ayudantes y al paso al frente de los jugadores.

"Doy las gracias a mis ayudantes, que están aquí, porque también lo han estado pasando mal como todos este tiempo. A Paco, Lolo y Guille, que han estado trabajando de sol a sol y hacer un esfuerzo también a nivel técnico táctico y quería agradecerles con su presencia aquí ese trabajo", dijo Mateo tras el partido, en una rueda de prensa en la que, por primera vez, también estaban sus escuderos porque también son parte de la escritura de ese nuevo capítulo de la historia. Tanto del club como del técnico en el banquillo.

"Hemos sido capaces de voltear un 0-2 que no lo ha hecho nadie y de ganar fuera de casa dos partidos en Belgrado. El hecho de estar en la Final Four me encanta. Pero lo que más me gusta de haber ganado hoy es que se ha refrendado el trabajo que hemos hecho desde septiembre. Hoy, esa ventaja de campo que luchamos desde que empezamos ha fructificado", explicaba Mateo tras el partido. Y es que con la clasificación a Kaunas, al menos de momento, se han apagado las voces que ponían en duda su actuación en el banquillo y que hacían valer eso de que cualquier tiempo pasado nos parece mejor. Chus Mateo se ha reivindicado con una Final Four en la que ahora le tocará buscar la cátedra que ilumine y tape las sombras del pasado.