BALONCESTO

Gigantes del Basket, la Biblia del basket que sobrevivió a base de ilusión y equilibrismo: "Le tuve que pedir dinero a Pedro Ferrándiz y gracias a él pudimos seguir"

Paco Torres, director durante más de 20 años de la prestigiosa revista, recuerda cómo ha sobrevivido tanto tiempo en quiosco.

Greg Wiltjer y Fernando Martín en la primera portada de Gigantes./Gigantes
Greg Wiltjer y Fernando Martín en la primera portada de Gigantes. Gigantes
Guillermo García

Guillermo García

El mundo del baloncesto se rinde hoy a Gigantes en su fiesta anual. Una gala que se ha convertido en el evento de referencia del baloncesto nacional y que celebra los éxitos de una revista que nació entre casualidades, que se las ha visto de todos los colores para sobrevivir y que hoy festeja que ha sido capaz de hacerlo durante más de 39 años, a punto de cumplir el 40 aniversario de aquel 11 de noviembre de 1985, cuando apareció por primera vez en los quioscos con Greg Wiltjer y el mítico Fernando Martín en su portada.

En buena parte de la historia de la Biblia del baloncesto español tiene mucho que ver Paco Torres. Primero como redactor y luego -y sobre todo- como director de la publicación durante más de 25 años. Cinco lustros y miles de páginas por las que han pasado las grandes voces del baloncesto nacional. Tanto a un lado -los protagonistas- como al otro -los periodistas- han ido desgranando la realidad del deporte de la canasta, aunque no siempre lo tuvo fácil.

En esta primera parte de la entrevista, Torres nos desvela no sólo los secretos de Gigantes sino también de una época en la que el periodismo no tenía internet como recurso y los bares eran caladero de noticias e historia. Una época de diapositivas, de tipómetro y de compadreo con los protagonistas del que se nutrió Gigantes para convertirse en referencia tanto nacional como internacional.

¿Cómo y por qué surge Gigantes?

Gigantes empieza a la estela del gran éxito de la plata de Los Ángeles en el 84. El primer director, y al que hay que atribuir la idea, es Manolo Vega. Suya fue la idea y fue él el que convenció a un editor -que en aquella época editaba Microhobby, Micromanía- y le convenció para editar una revista de baloncesto, que no tenía ninguna.

Yo en esa época tenía un contrato temporal con la Agencia EFE. Era el verano del 85 y yo, lo que es la vida, ese día no tenía que ir a trabajar, pero apareció por allí Manolo Vega que le iba a consultar al redactor jefe de deportes si de los teletipos -estoy hablando de hace muchísimos años y no sé si los lectores de relevo sabrán qué es un teletipo o cómo funcionaba el periodismo- se podían derivar las noticias de baloncesto. Le dijo que no, que el paquete de deportes era entero. Y entonces Vega le preguntó si había alguien que hiciera baloncesto.

Y apareció tu nombre.

Sí. El redactor de deportes le dijo: "Mira, está este chaval que el otro día fue al aeropuerto a recibir a Fernando Martín, que venía de hacer un campus con los Nets. Él es uno de los que hace las cosas de baloncesto". Vino Manolo Vega y me dijo de tomar un café. Me preguntó mis condiciones en EFE, donde estaba con contrato temporal, y me explicó la idea. Llevaba unas revistas de equipos de la Premier, que eran las que hacían para sus seguidores. Eran algo espectacular y muy distinta a lo que se veía en España.

Esto era el mes de agosto y se quedó con mi teléfono. Me dijo que estaba hablando con compañeros como Fernando Laura o Sixto Miguel Serrano y que quería sacar esta revista de baloncesto. Así, en el mes de octubre recibo la llamada y me dijo que me acercara por la redacción [estaba en la calle Arzobispo Morcillo de Madrid]. Fui para allá y me encontré con Fernando Laura, con Sixto, con el diseñador [Torralba] y empezamos a ver la posibilidad de sacar esa revista.

Un mes después salía el primer número de Gigantes con Sixto y Fernando viajando a Estados Unidos para el comienzo de la NBA y traer una serie de entrevistas, que en aquella época eran un pelotazo.

Paco Torres, director de Gigantes durante más de 25 años. Gigantes
Paco Torres, director de Gigantes durante más de 25 años. Gigantes

¿Cómo fue eso?

En aquella época en España se veían los All Star en diferido en el pub Rebote de Madrid. Y, de repente, en el número 1 de Gigantes sale con Pat Ewing, que había sido el número 1 en el draft de ese año. Luego en el número 3 tenemos a Michael Jordan, en el número 4 a Julius Erving. Era acercar las grandes estrellas que se veían absolutamente lejanas y como inalcanzables, posando y hablando por primera vez a los aficionados españoles.

La entrevista con Jordan se hizo en la cancha de entrenamiento de los Bulls y con Jordan posando con su camiseta. Ese fue el inicio de Gigantes.

¿Cómo fue ese primer cierre del primer número de Gigantes?

Ahora mismo con mucho cariño y mucho pavor. Tengo en casa enmarcado el primer número de Gigantes que salió en la imprenta porque yo estaba en el arranque de máquina. Una de las pocas cosas que no ha variado es el que la revista se tiene que imprimir y se tiene que distribuir, al menos todo lo que es papel, pero hasta ahí todo lo demás es absolutamente distinto.

Nosotros trabajábamos con máquinas de escribir. No existía el ordenador. Se diseñaba

con un papel pautado con un letraset, que ahora la gente no sabe ni lo que es, y son letritas que tú le vas dando con una punta de lápiz y se van pegando en un papel pautado y eso túi le vas dando el color que quieras. Y luego todo se medía en tipómetros, que no sé si estudia ni siquiera ya en las escuelas, y que eran una especie de reglas por las que sabías cuántos caracteres habían en una línea y si las líneas eran de tres, de cuatro columnas… Un mundo que si no lo has visto es muy difícil de entender.

Entonces se trabajaba mandando el texto a una cosa que se llamaba fotocomposición y las fotos iban en una cosa que se llama fotomecánica. Eran en diapositivas que tú con una ampliadora le ponías el tamaño que querías.

En ese primer número no había llegado la fotocopiadora que era fundamental porque tu hacías un diseño en estas hojas pautadas y la mandabas a la fotomecánica una y a fotomecánica otra copia con las diapositivas pegadas. Pero en aquel número 1 no había fotocopiadora porque no llegó. Entonces un diseñador hacía un diseño u otro ayudante lo trataba de calcar para mandarlo a fotomecánica. Fue un guirigay tremendo. Yo me pasé todo el fin de semana cortando, pegando y añadiendo. Fue un poco desmadre. Lo recuerdo con el terror, yo no dormí en esa noche, pero bueno la alegría de ver el número en imprenta fue impresionante. Luego lo ves en el tiempo y piensas: 'Madre mía, la de fallos que había,. cómo nos atrevimos a hacer esto'. Pero había que salir.

Luego cambió, ¿no?

Bueno, estuvimos muchos años. Hasta el 92 no se empezó a usar un ordenador y los primeros ordenadores que tuvimos los usábamos como máquinas de escribir. Luego las fotos, que se hacían en los lugares de origen, se tenían que mandar los carretes, llegaban aquí y se revelaban La jornada se jugaba casi toda los sábados por la noche. Luego las estadísticas se hacían a mano. No había unas estadísticas que hiciera la ACB. El Marca hacía las suyas, el As las suyas y nosotros las nuestras. Era el ojímetro del redactor ver cuántos rebotes captura… Era un trabajo absolutamente manual.

Luego tuvimos otra cosa que era el 'Desde aquí anotaron', que fue Gigantes la que lo instauró, que era desde donde se tiraba y desde donde se metía y desde donde se fallaba. Yo había entrenado hasta que entré en Gigantes, entonces yo llevaba mi planilla y se trasladó a gigante fue también el primer medio que puso eso.

Eso ha cambiado radicalmente o sea, afortunadamente para todos los que trabajáis, para bien, pero en otras circunstancias debo reconocerte como la cercanía con los protagonistas de este juego que son los jugadores, los entrenadores, pues sí que se ha ido hacia atrás.

¿Cómo hacíais vosotros para llegar a meter en vuestras páginas, sin existir internet, temas de NBA y resultados de NBA?

Nosotros tuvimos allí un corresponsal nada más empezar. Estaba en Houston y era el corresponsal de Efe. Ese era nuestro hombre de Estados Unidos, pero digamos que para nuestro día a día lo que nos servía de archivo era el USA Today. Llegaba a Madrid a tres puestos. Uno de ellos estaba en Cuzco y hasta allí se tenían que ir los redactores que llevaban Estados Unidos para saber las noticias de allí pasaba. No había modem ni nada. USA Today era nuestra Biblia.

Lo nombrabas antes. ¿Qué influencia tuvo el pub Rebote en el nacimiento de Gigantes y en la prensa del baloncesto en España?

Muchísimo. De hecho, la salida de Gigantes la celebramos en Rebote.La revista salió un martes en Madrid y el miércoles en el resto de España. Entonces nos llamó el editor, nosotros estábamos pensando en todos los fallos que habíamos tenido y que nos iba a dar una charla. Pero llegamos y nos dice que habíamos agotado y que nos estaban pidiendo más ejemplares, que teníamos que hacer más. Fue una alegría inmensa y nos fuimos a celebrarlo a Rebote, que tenía una cámara de Super 8 y allí los frikis, los pirados de la época del ámbito madrileño íbamos al pub Rebote, que era de gente del entorno del baloncesto. Allí íbamos todos a ver los partidos que llegaban en Super 8 de Estados Unidos, luego hacíamos tertulias y algo de alcohol, que era un pub, tenía que haber. Pero era un ambiente sano, deportista y un poco bohemio.

¿Qué tiene Gigantes para haber sobrevivido 40 años?

Pues en la parte que a mí me corresponde, una capacidad de sufrimiento y de inconsciencia. Yo fui durante 4 o 5 años editor de la revista. Gigantes pasa por una serie de manos. Primero Hobbypress, luego Futuro, que era el brazo en España de Rizzoli-Corriere della Sera. En el 93 Rizzoli pasa a formar parte del accionariado de Unidad Editorial, la editora de El Mundo. Ahí nos mandan a la calle Pradillo y nos reencontramos con los que habían sido nuestros rivales de Básquet 16. De repente pasamos a formar parte de los que habían sido nuestros rivales y a los que habíamos, entre comillas, obligado a cerrar. Fue una época complicada, pero en el año 98 Rizzoli decide que se va a deshacer de las revistas en España y a los primeros que sólo ofrecen es la Unidad Editorial, pero dice que no, que una cosa es dirigirla o editarla, otra cosa es hacerse cargo de ella.

Entonces, la directora financiera y yo con la indemnización que nos da Rizzoli decidimos seguir con la revista.

Menuda locura, ¿no?

Una locura total porque nosotros podíamos tener una visión muy clara de la revista que queríamos hacer, que era la revista de todo el baloncesto, ya que en algún momento no lo había sido, pero claro nos faltaba visión comercial. Nosotros cuando llegamos a estar nosotros solos nos encontramos con que íbamos a la publicidad que teníamos y nos decían que era la publicidad que les regalaba Unidad Editorial. La gente contrataba paquetes con Unidad Editorial y era entrar en El Mundo, en el Magacine… y les regalaban Gigantes. Entonces, no sólo no estábamos en el mercado, sino que estábamos muy depreciados. Nos costó muchísimo.

Yo durante meses, semana a semana no sabíamos si íbamos a poder salir, si íbamos a poder seguir con la edición porque una de las cosas que tiene este mundo editorial es que tú tienes que pagar por adelantado el papel y tienes que pagar por adelantado todo lo que son mecánicas y ti te pagan -anunciantes, ventas… a 90 días. Teníamos una muy buena distribuidora que, afortunadamente, nos iba adelantando los pagos previos y gracias a eso podemos existir.

¿Viste peligrar la revista?

Yo hubo como tres, cuatro semanas que pensé que ya era el fin, que estábamos trabajando con el último número y todo eso teniendo que pagar a la gente. Es decir, nosotros éramos los propietarios y nosotros no teníamos la liquidez. Teníamos el dinero que habíamos invertido y cuando se acabara ese dinero ya no podríamos pagar. No había otra posibilidad más que intentar vender la revista.

Yo es la primera vez que lo voy a decir públicamente, pero esta revista, Gigantes, en un momento determinado sigue porque en un momento dado yo voy a hablar con Pedro Ferrándiz, mito del baloncesto, y le digo que si nos puede prestar. Yo había recurrido ya a las instancias que mantenían el baloncesto y con eso se me entiende.

Nosotros no pedíamos dinero, pedíamos que sus anunciantes entraran a anunciarse en Gigantes, que invirtieran dinero en la única revista de baloncesto que había en España. Pero al final yo le pedí el dinero a Pedro Ferrándiz. "Ya te lo devolveré cuando pueda", le dije. Y Pedro, sin tener que ver nada con Gigantes, nos lo dio. Y gracias a él pudimos seguir adelante en un momento en el que si yo no hubiera llevado ese dinero a imprenta, esa revista no se habría tirado ya. Y una revista que no sale una semana, ya está muerta.

Yo le juré que no lo iba a contar nunca, pero sí quiero que su memoria sea honrada porque él en un momento determinado, no tenía nada que ver con gigantes económicamente, nos prestara ese dinero que luego le devolvimos, en plazo y hora y aquello nos sacó de un atolladero grande.

Por eso te digo que fue mucha inconsciencia por mi parte. Yo tenía una cosa en mente siempre y es que yo no quería asistir al entierro de Gigantes. Yo no quería ser la persona que enterrara Gigantes. Y eso me obligó, por así decirlo, a sobreesfuerzos que los doy no por bien empleado sino maravillosamente empleado.

Pedro Ferrándiz manteado por los jugadores del Madrid. ABC
Pedro Ferrándiz manteado por los jugadores del Madrid. ABC

¿Cuántas horas de sueño te ha quitado Gigantes?

Por trabajo muchísimas, porque cerrábamos a unas horas que… Por ejemplo, el año que se junta el primer All-Star de Pau Gasol con la Copa del Rey del Madrid, que gana Baskonia, teníamos abiertas unas cincuenta y tantas páginas más la portada, de las ochenta y tantas que llevaba la revista. Así que horas de sueño, muchas. Luego por no saber si podía pagar la nómina, no saber si podía pagar la imprenta, muchas más. Pero, vamos, lo volvería a hacer. Ahora mismo, sabiendo que pasé las de Caín, lo volvería a hacer a ojos cerrados.

Es la sensación de haber cumplido un sueño. La vida te da ocasiones y oportunidades y a mí me dio lo mejor que me podía dar profesionalmente. Yo nunca había trabajado en una revista de baloncesto, yo era entrenador de baloncesto y pude unir mi vocación con mi profesión que era la de periodista,

Doy por todo bien empleado porque me considero una de las personas más afortunadas del mundo, del periodismo y del baloncesto. Y además, con una una redacción que solo ver dónde está ahora cada uno de aquellos redactores, es para mí un orgullo Fue la mejor universidad que puede tener cualquier periodista que le guste el baloncesto y gracias a eso también Gigantes está donde está, porque quien lo sostenía verdaderamente eran los que escribían, eran las personas que hacían fotos, eran la gente que trabajaba en Gigantes. Yo solo trataba de no equivocarme mucho en dirigirlos, pero realmente ellos han sido los grandes protagonistas y los que han llevado a Gigantes hasta donde está hoy.

¿Cómo vivió Paco Torres todo ese salto no del papel al digital?

Se vive con la idea de que estás en una fase crepuscular de la revista, como semanal. Durante muchos años peleamos y ganamos en muchas batallas a los diarios. Gigantes dio muchísimas exclusivas, habiendo cuatro periódicos en España diarios y dimos muchas exclusivas, pero pelear ya con las redes era muy complicado. Nosotros, ya en esa época última de Gigantes como semanal, teníamos un gran problema. Para la actualidad íbamos tarde y para el análisis no llegábamos. Es decir, estuvimos durante una época en tierra de nadie. Ni llegábamos a la actualidad ni éramos capaces de hacer el análisis sosegadamente porque no había lugar. Nos arrollaban los acontecimientos.

Y luego encima, las redes sociales.

Yo no he tenido Twitter porque me daba un poco de miedo contar cualquier cosa y que eso pudiera influir en gigantes, que no se disociara la persona del director. Yo podía herir ahí sus actividades de gente que nos comprara, que fuera de una idea o de otra. Les decía a los redactores que la gente les asociaba como redactores de Gigantes. Si tenéis el personal, nunca pongáis la postilla de redactor de Gigantes, porque lo que queráis decir de la profesión lo decimos en nuestra web, en nuestro Twitter o lo que sea, pero hay que saber diferenciar.

Y luego también la peligrosidad de detectar lo que es cierto, de lo que no es cierto, lo que es un rumor, de lo que no es un rumor, porque a ver, hay veces que lo que escribes en la red al final ya no se lo lleva al viento, te hacen pantallazo y a hacer puñetas.

Y luego también creerse los 20.000 bulos que hay. Yo, sinceramente os aprecio mucho y os compadezco porque, saber diferenciar el grano de la paja tiene que ser duro.

¿Cuánto le queda a Gigantes?

Muchísimo.