Diez años de la desaparición de Lalo García, el capitán que todo el mundo quería tener cerca: "No quería un pabellón, necesitaba trabajar"
Una década después de la desaparición y muerte de la leyenda del baloncesto en Valladolid, Relevo se ha reunido con su hijo Alvarito, su amigo y cuñado Mike Hansen, y otros excompañeros para mantener vivo el recuerdo de la leyenda vallisoletana

Lalo García era más que un jugador de baloncesto. Lalo era Valladolid. Lalo era el Fórum. Lalo era el capitán que nunca dejó de serlo, dentro y fuera de la cancha. Hace 10 años, marzo dejó de ser un mes más en la capital vallisoletana. Tras una larga depresión, el día 4 de aquel tercer mes de 2015 desapareció sin previo aviso. Varias semanas después, el 31 de marzo, su cuerpo fue encontrado en el río Pisuerga, precisamente junto al Polideportivo Pisuerga, lugar donde se consagró como leyenda de este deporte y donde, hoy en día, su dorsal 5 sigue colgado en lo más alto como símbolo imperecedero de su legado en el Fórum Valladolid y en su ciudad.
"Ya no es solo el aniversario de la desaparición o la muerte de mi padre, sino que también en marzo es el día del padre y es su cumpleaños. Entonces estamos todos más sensibles y nos cuesta un poco más el día a día", confiesa Alvarito, hijo de Lalo, a Relevo. Pero, en momentos difíciles, es cuando la unión de la familia cobra más importancia.
El legado de Lalo
Se pregunte a quien se pregunte, todos quienes le conocieron coinciden cuando hablan de él. "Le recuerdo todos los días. Cuando algo iba mal te alegraba el día", afirma Mike Hansen, amigo, compañero y cuñado de Lalo. "Todo el mundo quería estar con Lalo", asegura Anicet Lavodrama, con quien coincidió en el Fórum.
💜5⃣ Feliz cumpleaños, Lalo.
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"Era un líder tremendo, pero fuera de la cancha aún más", recuerda Hansen. "Quería a su ciudad muchísimo, estaba siempre en todo, no decía nunca no a nadie. Si le necesitaban para ir a hablar a un colegio, iba. Si tenía que ir a los hospitales a repartir juguetes a los niños en Navidad, iba. Ese es el legado que ha dejado a su ciudad. Y podría haber hecho muchísimo más por esta ciudad".
La leyenda vallisoletana no solo defendió los colores del Fórum Valladolid con pasión, sino que lo hizo rechazando numerosas ofertas de otros clubes. Trece temporadas vistiendo la misma camiseta. "Mucha gente mira por sí misma antes que por el club. Él, no. Rechazó muchas ofertas mucho mayores de las que tenía aquí y se quedó en su Valladolid 13 temporadas. Eso creo que define perfectamente sus valores", explica Mike.
Los estudios y la salud mental
Pero el baloncesto de entonces tampoco era el de ahora. Y, entre otras diferencias con el deporte en la actualidad, la formación académica y el futuro de los jugadores más allá de las canchas no eran una prioridad. "Somos la única profesión donde nos jubilamos dos veces", reflexiona Hansen. "Una, cuando el cuerpo dice basta, y otra, a los 65 o 67 años en el segundo trabajo. Y hay que estar preparado para eso". Lalo no tuvo esa preparación. Su vida giró en torno al baloncesto desde que, con 16 años, dio el salto al primer equipo. Los estudios quedaron atrás.
Años después de su retirada, en 2015, su vida cambió en cuestión de horas. Fórum Filatélico, principal patrocinador del club, fue intervenida judicialmente en lo que resultó ser una estafa piramidal, y Lalo, como mucha gente, perdió todos sus ahorros. "Fue muy injusto. Nadie pensaba que era una estafa. Nadie", insiste el expresidente del CB Valladolid. "Y que luego le echaran en cara las pérdidas… eso fue lo más cruel de todo. Cuando él vio que mucha de esa gente, que él pensaba que eran amigos, le echaba en cara eso tan cruelmente, cuando él lo había perdido todo también, fue un golpe del que no se pudo recuperar".
💜👏 Lalo García, nuestro #EternoCapitán, será homenajeado en cada partido disputado en Pisuerga.
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«No se lo deseo ni a mi peor enemigo, es lo más injusto que he visto»
"Cuando un jugador destaca hay que preocuparse por su futuro. En este caso, el club tendría que haberse preocupado mucho más por su formación y de los años que se le robaron de su juventud por estar viajando desde muy joven, no ir al colegio y muchas cosas. Los estudios son lo único que va a estar ahí cuando cuelgues las botas", incide Mike. "Todos sus ahorros de toda su vida se van y tiene que empezar de nuevo. Pero no es lo mismo empezar de nuevo con una carrera universitaria que empezar donde lo tuvo que empezar él. Lo de Lalo no se lo deseo ni a mi peor enemigo, es lo más injusto que he visto en el mundo del deporte".
"Afectó muchísimo, muchísimo, fue un golpe durísimo para todos", rememora su amigo. "Mucha gente seguro que se arrepintió de no haberle ayudado más de lo que lo hizo. Lalo no quería un pabellón, ¿para qué le vas a poner un pabellón cuando lo que él necesitaba era trabajar? Tanto había hecho por la ciudad, tanto había hecho por su imagen, un embajador como no ha habido ninguno…", critica con perspectiva.
Precisamente, por este tema, el capitán siempre quiso inculcar a su hijo la importancia de la educación. "Mi padre siempre ha sido muy estricto conmigo a la hora de los estudios, me decía que lo más importante es sacarse una carrera. Puedes llegar a ser el más grande en una ciudad en un deporte, pero, al fin y al cabo, sabes que eso tiene una fecha de caducidad", reflexiona Álvaro.
Su excompañero Lavodrama también lo tiene claro: "Lalo es el grito que permite enfocar el tema sobre cómo hay que reestructurar el deporte de alta competición en España para que luego la transición sea un poco más controlada. Tienes que poder combinar los estudios. Es un recordatorio de que hay que revisar el sistema del baloncesto de cantera y la responsabilidad que tienen las ligas profesionales para seguir formando personas".
«Si hablabas de estas cosas eras débil»
La salud mental en el deporte, que hoy es un tema de conversación habitual, en aquel momento no tenía el espacio que merecía. "En nuestra época, si hablabas de estas cosas, eras débil. Y si eras débil, no deberías estar jugando. Tenías que ser duro", explica Hansen con amargura. "Si se hubiese vivido en ese momento como lo vivimos ahora, a lo mejor mi padre estaría entre nosotros. Seguro. Pero bueno, me lo tomo con perspectiva. Por cosas así nos damos cuenta de la verdadera importancia que es tener una buena salud mental y poder ayudar a otros que todavía están a tiempo de poder sanarse o ser ayudados", reflexiona su hijo, con una madurez que duele.
Alvarito, un reflejo de su padre
Alvarito tenía 13 años cuando su padre se fue y, aunque era pequeño, guarda muchos recuerdos con él. "Posiblemente piense en él todos los días y casi a todas horas. Aunque no le vea, yo sé que él está ahí detrás de mí cuidándome y dándome a veces ese empujoncito. Me quejo de no haber podido disfrutar más de él. Yo siempre he sido un niño muy apegado a su padre, siempre hemos sido como uña y carne. Mi padre para mí siempre ha sido mi héroe y un referente", cuenta a Relevo.
Como ocurre con los consejos de padre a hijo, hay cosas que el joven no olvida: "Mi padre me ha enseñado que la vida hay que tomársela con una sonrisa, y, sobre todo, yo me quedo con todos los valores que me enseñó: ser cercano, cariñoso, cuidar a los tuyos, que la familia es lo más importante, el respeto, la humildad, el trabajo duro…". Con el paso de los años, Álvaro ha aprendido a convivir con la ausencia. Pero hay algo que le reconforta. "Todo el mundo me dice que soy clavadito a él. Mis tías, mi abuela, es como que lo viven a través de mí. A mí ese hilo conductor me llena de orgullo y me parece asombroso. Me encanta", admite. "Tiene la misma personalidad que él, los mismos gestos y es clavado físicamente", asegura su tío.
Cuando falleció, como no puede ser de otra manera, fue un duro muy golpe para el pequeño. "Se me cayó el mundo encima. Un día tienes padre y al día siguiente te dicen que ya no. Obviamente, no lo vi venir. Y yo tenía todavía que seguir haciendo vida del colegio", recuerda. "Creo que esto no se lo he contado a nadie. Yo sabía que a nivel local él tenía mucha repercusión, que era el máximo exponente del baloncesto en Valladolid. Pero me di cuenta de que a nivel nacional también tenía esa repercusión, porque muchos clubes históricos le rindieron homenaje, minutos de silencio, portadas… Y ahí me di cuenta del legado de mi padre en el baloncesto".
"Lo único que puedo sentir es orgullo de ser Alvarito García, hijo de Lalo García, y de poder representar sus valores"
Hijo de LaloPero todos estos homenajes, en ocasiones, son agridulces: "No quiero que se me malinterprete, yo los agradezco un montón y me encantaron todos. Ahora la vida sigue y estoy encantado de hacerlo, como este reportaje, pero sí que en ese momento era como querer pasar de página y no poder porque siempre salía algo". Este sentimiento también aflora en el Polideportivo Pisuerga. "A mí siempre me hubiese gustado mucho haber estado con mi padre y que me cuente cosas de las fotos y los cuadros de él, o que me cuente cosas mirando a su camiseta. Momentos que siempre, desde pequeño, deseé tener y que, por desgracia, no los puedo cumplir".
"Pero no me cabe duda de que allá donde esté siempre va a estar con nosotros. Siempre hay días que te cuesta un poco más, pero yo lo único que puedo sentir es orgullo de ser Alvarito García, hijo de Lalo García, y de poder representar sus valores y todo lo que me enseñó". Hoy, su nombre sigue resonando en Valladolid. Lalo García no se ha ido. Han pasado 10 años, pero Lalo vive en cada canasta en Pisuerga y en cada rincón de Valladolid. Lalo vive en Alvarito, pero también en cada familiar que ve en él su figura. En cada niño que sueña con vestir la camiseta del equipo de su ciudad. En cada persona que le recuerda con una sonrisa y en quienes apenas le conocieron, pero sienten su historia. Quizá no esté físicamente entre nosotros, pero ha sido capaz de trascender el tiempo, convirtiéndose en un símbolo de Valladolid. En el eterno capitán.