OPINIÓN

No nos engañemos, el racismo no es sólo cosa del fútbol

James Nnaji. /ACB
James Nnaji. ACB

El deporte vive un momento clave para su futuro. Hemos empezado a normalizar la crispación de la rivalidad y malentendemos esa 'enemistad' deportiva hasta confundirla con la tensión de quien se juega la vida en cada gol, en cada canasta, en cada punto… Siendo lo más importante de lo menos importante, el deporte está tomando una deriva peligrosa en la que se confunde con los estados de ánimo de una sociedad cada vez más polarizada.

Lo vemos a menudo en los campos de fútbol donde, por desgracia, el sonido del mono y los insultos racistas se han convertido en habituales hasta el punto de que FIFA ha tenido que crear una comisión para que los jugadores que se vean afectados tengan un mecanismo de defensa ante quien se cree impune por el mero hecho de haber pagado una entrada.

Lo hemos visto también en algo tan festivo como es la celebración de un título de un equipo que debía ser el de todos, pero en el que no deja de pesar más el escudo del club que la enseña nacional. Y por desgracia aquí tampoco es nuevo. La división entre Madrid y Barcelona y la politización del deporte se han encargado de que un chaval de Los Palacios tenga que aguantar gritos por jugar de azulgrana.

Creíamos que estas actitudes vergonzantes eran exclusivas del fútbol por aquello de ser el deporte rey. Pero nos equivocábamos. Energúmenos y descerebrados los hay en todos los deportes.

Esta temporada lo hemos visto varias veces en Badalona, con insultos racistas desde la grada a los jugadores rivales en un partido de Eurocup. Lo hemos visto también contra Yabusele, al que se le grita "asesino" por una acción condenable y condenada. Lo hemos visto también en el WiZink, convirtiendo a Mirotic en roedor. Y lo hemos visto antes del tercer partido de la final de la ACB con el recibimiento al Barcelona y los gritos de 'negro, hijo de puta' a Nnaji, que pasaba por ahí.

"No pasa nada". "Cosas de la rivalidad". Frases que parecen normalizar una situación que no se puede pasar por alto. "Son cuatro gatos", dicen algunos. Y es cierto. Pero esos cuatro gatos hacen más ruido que los miles de aficionados que se acercan a los estadios a disfrutar de lo que es esto. Deporte, ocio y entretenimiento. Lo más importante de lo menos importante de la vida, que dijo Arrigo Sachi. Una frase que muchos confunden y otros normalizamos cuando lo que tenemos que hacer es condenarlo. Siempre. Sin titubeos ni dudas.