BALONCESTO

El derbi ante el Atlético de Madrid que le gustaría jugar a Campazzo ya se vivió en la ACB: "Esos partidos eran increíbles"

El conjunto rojiblanco apenas estuvo una temporada en ACB pero dejó su impronta antes de desaparecer.

Walter Berry machaca en el concurso de mates de la ACB./Gigantes del Basket
Walter Berry machaca en el concurso de mates de la ACB. Gigantes del Basket
Guillermo García

Guillermo García

"Estaría guapo". Facundo Campazzo, uno de los símbolos del Real Madrid de baloncesto estuvo anoche en el programa El Larguero de la Cadena Ser en la previa de la Copa del Rey. Además de pasar revista al estado del equipo blanco, sus opciones en Gran Canaria y el fichaje de su excompañero Luka Doncic por los Lakers, el base argentino habló sobre la posibilidad de jugar un derbi en baloncesto contra el Atlético de Madrid, como el que se vivió el pasado sábado en el Santiago Bernabéu.

"Estaría bueno un Atlético de Madrid en baloncesto... con todo lo que el fútbol representa, estaría guapo jugarlo", señaló el base de Córdoba en su conversación con Manu Carreño. "Un Atleti en este deporte le gustaría la gente, aunque se haría raro", concluyó el argentino que apunto a adoptar la filosofía de Simeone del partido a partido como la mejor forma de afrontar el deporte. "Gastar energía en otras cosas no tiene sentido".

El base argentino se refinería a un posible derbi futbolero en la cancha, recordando lo que se vive en Argentina… y que en España también tuvo reflejo en el parquet en la temporada 1990-1991, aunque no fue la primera aparición del equipo rojiblanco en el deporte de la canasta.

Tenemos que viajar a 1922 para ver las primeras camisetas del equipo colchonero en la cancha, cuando el doctor Ángel Cabrera importó el baloncesto desde Argentina y creó el primer equipo de baloncesto del club rojiblanco, por aquel entonces denominado Athletic Club de Madrid. Fue una aventura efímera que apenas duró una temporada… como en todos los intentos posteriores.

Una década más tarde, Rafael González Iglesias, presidente del equipo madrileño, decidió dar una nueva oportunidad al baloncesto. Así, el 28 de octubre de 1932 los colchoneros se enfrentaron por primera vez al Real Madrid en un choque igualado que terminó reflejando un 40-42 para los madridistas. Parecía que el proyecto despegaba. Sin embargo, unos meses más tarde el Atleti cerró la sección tras quedar últimos en el Campeonato Regional.

Hubo otros dos intentos que apenas duraron un año (1952 y 1983) y el baloncesto rojiblanco parecía abocado al olvido. Hasta que llegó él. Jesús Gil accedió a la presidencia del Atlético de Madrid en 1987 y pronto vio el potencial del baloncesto como otra posible fuente de negocio para el club rojiblanco y una forma más de expandir su marca fuera del fútbol.

Apenas dos años después de llegar a la presidencia, el empresario soriano decidió que era el momento perfecto para intentar construir un gran proyecto en el mundo del baloncesto. Era 1989 y el CB Oviedo sufría problemas económicos que le dejaban al borde de la desaparición. Ahí fue donde apareció Jesús Gil, que compró la plaza del equipo asturiano para intentar el ascenso a la ACB desde la segunda categoría del baloncesto nacional.

Formación del Atlético de Madrid-Villalba. FEB
Formación del Atlético de Madrid-Villalba. FEB

Desde el polideportivo de Arganzuela, el equipo rojiblanco en el que había nombres con pedigrí como Quino Salvo, Jeff Chatman o Paco Velasco, no sólo no consiguió el ascenso a Primera sino que terminó descendiendo tras perder la categoría en un playoff ante el Gijón Baloncesto. La primera incursión de Gil en el mundo del baloncesto parecía destinada a correr la misma suerte que los anteriores intentos y que apenas iba a durar una temporada.

Pero en esta ocasión la suerte se alió con los rojiblancos. La fortuna que le faltó al Collado Villalba, un equipo con tradición en la máxima categoría del baloncesto español. El conjunto madrileño perdía a su principal patrocinador (BBV) y las conexiones empresariales de Gil en la zona le llevaron a fusionar ambas entidades para alumbrar el Atlético de Madrid-Villalba, equipo que en la temporada 1990-1991 iba a estar en la máxima categoría del baloncesto español.

Con sede en el Pabellón Municipal de Villalba, el presidente rojiblanco no dudó en tirar de talonario para confeccionar un equipo de garantías y que pudiera aspirar a todo desde un primer momento. Le dio las riendas a un mito del madridismo como Clifford Luyk y sobre la base nacional que ya había en el equipo serrano (Ruiz Paz, Antón Soler, Ion Rementería…) añadió a Javier García Coll y dos americanos de renombre como eran Shelton Jones y, sobre todo, Walter Berry.

Shelton Jones, Walter Berry y Clifford Luyk. Feb
Shelton Jones, Walter Berry y Clifford Luyk. Feb

Con estos mimbres el equipo comenzó a trabajar en pretemporada y todo parecía funcionar a la perfección. Hasta se ganó al Real Madrid en el Torneo de la Comunidad por 77-61. "Esos partidos eran increíbles", recordaba Shelton Jones en conversación con Relevo. "Incluso les ganamos en una ocasión. Fue genial porque pude sentir esa rivalidad que hay entre los dos equipos. Me encantaba".

De la mano de Walter Berry (llegó a firmar 52 puntos y 15 rebotes en un partido contra el Real Madrid) el equipo terminó con un balance de 17-17 y clasificado para los playoffs, donde eliminó al Valvi Girona en octavos antes de caer ante el Joventut. Todo parecía ir sobre ruedas y nada anticipaba la tormenta que vendría días después de terminar la temporada. Los continuos encontronazos entre Jesús Gil y el Ayuntamiento de Villalba (denunció al consistorio por daños por valor de 2,4 millones de euros) le llevaron a enfrentarse a una moción de censura por parte de los socios serranos en una Asamblea a la que no acudió. Es más, convocó la suya propia tras llevarse la sede social del club al Vicente Calderón.

Anulada por el magistrado De Diego Díez, Gil siguió adelante como presidente de un club que días antes había nombrado a Vicente Carretero como máximo mandatario. Dos presidentes para una sola entidad hasta que entró la Comunidad de Madrid dio el visto bueno a la moción de censura contra Gil y dejó a Carretero como dirigente único. El CB Villalba recuperaba su antigua denominación (desapareció el verano siguiente) y las rayas rojiblancas desaparecían de las canchas para siempre.