El día que el Estu pudo conquistar la ACB: una brecha en la cabeza, una pierna "como un jamón" y "una serie de decisiones extrañas"
Hace 20 años el conjunto colegial le disputaba el título al Barcelona de Navarro, Bodiroga y Fucka llevando el playoff hasta el quinto partido.

El Movistar Estudiantes hoy se juega buena parte de su futuro y una porción importante de su pasado. El conjunto colegial se enfrenta al Tizona por una plaza en la final de la LEB Oro y dar un paso más en su intento por volver a la acb. Una liga en la que los colegiales fueron siempre referencia y en la que estuvieron a punto de reinar justo hace ahora 20 años. Dos décadas en las que el panorama deportivo del equipo del Ramiro ha cambiado por completo, pero cuyo recuerdo cimenta las esperanzas hoy de los colegiales.
Fue en junio de 2004 cuando el entonces Adecco Estudiantes daba la sorpresa y se plantaba en la final de la Liga Endesa. Los colegiales, dirigidos por Pepu Hernández en el banquillo, se imponían en semifinales al Baskonia, que había sido el mejor equipo en la temporada regular. "Contra Baskonia, líderes en la regular, conseguimos arrancar uno de los primeros partidos en Vitoria. Luego ellos nos ganan uno en Vistalegre y todos daban por terminada la temporada, pero hicimos la machada y ganamos el quinto", recuerda Andrés Miso, uno de los integrantes de aquel equipo, para Relevo.
El triunfo en Vitoria fue un estallido de alegría. Pero duró poco. Tocaba ponerse el mono de trabajo porque enfrente estaba el Barcelona de Bodiroga, Navarro y Pesic. Otro miura cuando ya habían toreado dos, Real Madrid y TAU. "Habíamos jugado varios años las semifinales. En años anteriores todavía nos faltaba algo para dar ese paso y nos habíamos quedado rozando el palo varios años. Tras ganar en Vitoria nos metimos en la final ante el Barça. Estábamos convencidos de que podíamos ganar. Sabíamos que era complicado, pero no imposible". Quien habla es uno de los mitos del conjunto colegial como es Nacho Azofra, protagonista en la primera final en la historia del conjunto colegial.

El 6 de junio comenzaba el duelo al mejor de cinco partidos. El primero cayó del lado del Barcelona por un apretado 69-68 y con alguna jugada polémica como recuerda Miso: "Nunca hablo, pero es cierto que nos perjudicó. De hecho están los pasos de Jiménez, pero me acuerdo de que al final del primero hubo una falta decisiva que los árbitros señalan a Patterson… y Dueñas estaba con la mano levantada, reconociendo que era suya".
"Nos habíamos quedado rozando el palo varios años. Tras ganar en Vitoria nos metimos en la final ante el Barça. Estábamos convencidos de que podíamos ganar."
Sin embargo, la jugada más discutida fueron unos pasos a Carlos Jiménez, cortando una posesión colegial a 27 segundos del final. "Pasaron cosas raras", recuerda Rafa Vidaurreta. Mientras que el alero madrileño y protagonista de la jugada reconoce que la decisión arbitral "no fue a mala fe, son errores que todos cometemos, pero no nos dejaron ganar con algunas decisiones".
"Fue una decisión difícil, pero podemos retroceder en el tiempo y ver varias decisones que podrían haber ido hacia un lado u otro. Nosotros nos dimos la mejor oportunidad de ganar un campeonato, pero hay muchas variables que entran en juego y que pueden alterar el resultado", quien habla es Andrae Patterson, uno de los 'americanos' más queridos por la afición del Estudiantes y que hoy forma parte del organigrama de los Portland Trail Blazers.
La final se calentaba y tras la victoria del Barça en el segundo encuentro por 80-74 ("Recuerdo ese segundo partido desde el banquillo porque me lesioné en el cuádriceps tras un golpe con Femerling. Se me quedó la pierna como una pata de jamón", recuerda Miso) la serie viajó a Madrid para la disputa de los dos siguientes encuentros. ¿El escenario? La caldera de Vistalegre, donde el Estu jugaba como local, 'exiliado' tras el incendio del Palacio de los Deportes.

Allí, en pleno barrio de Carabanchel, los colegiales encontraron a su sexto jugador como reconoce Azofra. "Fue estupendo. Arrastrábamos mucha afición de antes, pero creo que la gente del barrio también se unió y el ambiente que había en el pabellón era tremendo. Había mucha comunión con las gradas. Era gente muy caliente siguiendo a un equipo en el que confiaban". Una opinión que comparten todos los que vivieron aquella época. "Vistalegre era una caldera. Nunca he vivido un ambiente así", concluye Carlos Jiménez.
Los dos encuentros en Vistalegre se cierran con dos victorias más o menos cómodas del Estu, que viajó a Barcelona con las opciones intactas para levantar su primer título ACB. Aunque tenía que hacerlo en la Ciudad Condal. "Y allí nos falló la gasolina", apunta Miso sobre un partido en el que también hubo polémica arbitral. "En el último partido también me dio la sensación de que a Corey Brewer le pitaron, no sé si fue un fuera, que había pisado fuera de la línea o también unos pasos muy extraños y esa serie de decisiones me parecieron muy extrañas", rememora Vidaurreta.
El encuentro terminó con un 69-64 para el Barça que alzaba el título y dejaba al Estu sin miel en los labios. "Me jodió mucho. Estuve varios días jodido, pero luego lo vas masticando y ves que te has ganado el respeto de la gente", apunta el entonces capitán Nacho Azofra. El Estu se llevó el título de campeón moral de esa final. ¿Suficiente consuelo? Para Carlos Jiménez "al final, sí. Hay que consolarse con algo".
Es cierto que no hubo trofeo en las vitrinas, pero la afición del Estu se lanzó a la calle, a la Fuente de los Delfines en la Plaza de República Argentina para celebrar la gesta. "Me ofende que me hagas esa pregunta. Por supuesto que hubo celebración. Sobre todo porque nos la merecimos", apunta entre risas Vidaurreta. "Y pues sí fue un poco amargo por no haber ganado, pero también te digo que una vez terminada toda esa tensión, el día después o dos días después, no me acuerdo bien fue la celebración oficial del equipo, con la gente de la oficina y del club en general, nos lo pasamos muy bien. Ya lo dejas atrás, ya te relajas, se alivian tensiones y te digo que fue una celebración por todo lo alto".

"Fue increíble cómo, pese a no ganar, la afición nos estaba esperando en la Plaza de los Delfines. Increíble", recuerda Jiménez sobre el recibimiento en Madrid. Como si hubieran ganado. Allí estaban muchos aficionados y jugadores de las categorías inferiores que habían vibrado con su equipo y habían soñado con la gesta del Estu. Y algunos, como Carlos Suárez, hoy veterano del primer equipo que juega la Final Four de la LEB, tienen hasta una brecha fruto del entusiasmo. "Fue el momento con más auge de la historia. Me acuerdo perfectamente porque me abrí la cabeza celebrando un triple de Nacho Azofra. Me di con el techo que teníamos en la residencia. Tengo la cicatriz de ese momento".
"Me acuerdo perfectamente porque me abrí la cabeza celebrando un triple de Nacho Azofra. Me di con el techo que teníamos en la residencia"
Ahora, 20 años después de aquel momento histórico, toca volver la vista atrás con nostalgia y descubrir cuáles fueron los secretos que llevaron a un equipo de patio de colegio a jugar una final liguera. Y todos coinciden en una palabra: unión. "Éramos una familia" es una frase que repiten los cuatro protagonistas de este reportaje. Aunque Vidaurreta señala un factor que decantó la balanza y llevó al Estu hasta esas cuotas.
"Éramos un grupo muy heterogéneo, pero realmente combinamos perfectamente. Yo le tengo que dar mucho crédito y mérito a Pepu. Yo creo que nos supo llevar a todos de maravilla, gritaba a quien tenía que gritar, abrazaba a quien tenía que abrazar. Para mí, el Pepu de esos años fue el mejor entrenador que he tenido jamás. Y creo que gracias a él fue por lo que estuvimos jugando a ese nivel", apunta el pívot que ahora vive en Estados Unidos, pero que en aquel entonces era el rey de un vestuario que fue mucho más que un grupo de jugadores de baloncesto, tal y como concluye Patterson.
"Éramos una verdadera hermandad donde todos nos entendíamos y entendíamos lo que queríamos lograr. La confianza y la química que se construyó tanto dentro como fuera de la cancha no tiene precio. Cuando miro hacia atrás, y sigo en contacto con algunos de los jugadores de ese equipo, estoy agradecido de haber sido parte de un grupo tan especial durante un período que nos llevó a hacer una temporada que siempre será recordada". Un curso colegial que hasta ahora no se ha vuelto a repetir, pero que pervive en el recurdo de toda la clase.