BALONCESTO

La fórmula Grimau no funciona en el Barça a las puertas de su estreno en Euroliga

La ausencia de solidez del conjunto culé y la falta de reacción desde el banquillo empieza a poner en jaque al técnico azulgrana.

La fórmula Grimau no funciona en el Barça a las puertas de su estreno en Euroliga
Noelia Gómez Mira

Noelia Gómez Mira

Lo de los 100 días de cortesía en el baloncesto actual es demasiado tiempo. Al menos, para equipos de doble competición que están llamados a estar arriba casi desde el principio. Y aquí, el Barça de Roger Grimau tiene un serio problema. Porque la Supercopa tenía un pase. Pero la forma de caer este domingo en un Clásico en el que el Real Madrid tenía dos bajas sensibles -la de Edy Tavares y la de Gaby Deck- y ganó sin forzar la máquina... ha hecho saltar todas las alarmas culés.

Roger Grimau habla de que el Barça está “jodido” por la derrota. JONÁS PÉREZ/RELEVO

"Paciencia", ha pedido el técnico azulgrana durante estos días. Pero ni su tono, ni su gestualidad, ni las caras de sus jugadores, que abandonaban el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid como quien sale de un funeral, daban sensación de tranquilidad o convencimiento de que se puede revertir la situación. Menos aún a las puertas de una semana en la que arranca la Euroliga. Y, ahí sí, el pulsómetro es mucho más alto.

Aunque al inicio del partido el Barça pareció más conectado entre sí que durante la Supercopa -lógico, van más entrenamientos y más partidos y se vieron mimbres de lo que podían llegar a hacer- la desconexión de la segunda parte acabó pesando demasiado. "Hemos salvado los inicios del primero y del tercer cuarto y a partir de ahí hemos ido demasiado a remolque sin dar ese paso necesario para ganar aquí en Madrid", aseguraba Grimau tras la derrota. Pero la realidad es que al Barça le faltó mucho más. Y, entre eso, argumentos desde la pizarra.

Los culés encajaron 15 puntos tras pérdidas, dejando al Real Madrid correr y anotar fácil. No hubo reacción desde el banquillo que rompiese la mala dinámica. Ni tampoco acierto desde el triple, aunque esto fue un lastre para ambos equipos. Pero si a eso se le suma que no fue el día de Laprovittola, que Satoransky tampoco apareció del todo salvo en momentos puntuales, que Willy Hernangómez estuvo perdido en defensa y fallón desde el tiro libre… Y a Grimau tampoco se le vio soltura para tratar de cambiar el chip de sus jugadores para que reaccionaran. Son muchos argumentos de peso para que entre la afición del Barça se empiece a hablar de la posible salida del entrenador culé.

Más que nada, porque su llegada fue económica -barata, por ser concisa, a sabiendas de que no tenía experiencia- y porque las sombras de las salidas 'no queridas' Nikola Mirotic y de Saras Jasikevicius pueden ser demasiado alargadas y oscuras como para tratar de buscar algo de luz en un camino que empieza a hacerse largo sin que haya atisbo de chipa. A Grimau le está costando hacer el equipo y al equipo le está costando hacerse a él. Bien es cierto que son demasiadas novedades, pero en equipos como el Barcelona de baloncesto el tiempo no invita a la paciencia sino que apremia.

"Estamos todos jodidos porque perder contra el Madrid nos jode. Eso es así y no puede ser de otra manera"

Roger Grimau

"Estamos todos jodidos porque perder contra el Madrid nos jode. Eso es así y no puede ser de otra manera", dijo Grimau. Y lo cierto es que eso ya se veía en las caras de los jugadores incluso durante el partido. Basta con ver la rabia con la que Satoransky celebró el mate sobre Poirier que le costó la técnica, cuando realmente los suyos ya perdían por más de una docena de puntos.

"Una derrota en Madrid siempre es dura y sabe mal. Falta camino. Estamos jodidos obviamente, no podía ser de otra manera. Pero con determinación para mejorar cada día porque el calendario es muy exigente", admitía Grimau. Y, precisamente, esa exigencia del calendario puede hacer que su asiento cada vez esté más caliente. Porque ahora, el Barça se enfrenta, primero, a Anadolu Efes este jueves en el Palau. Después, visita a Olympiacos y a Partizan, el finalista de la Euroliga y el equipo que se quedó a las puertas de la Final Four, ambos con mucha experiencia en sus banquillos. Luego, reciben al Bayern de Pablo Laso y seis días más tarde vuelven, otra vez, a Madrid para el Clásico, ahora de Euroliga.

"Tenemos que ser más sólidos en general durante los partidos. Hay momentos muy buenos y muy malos. No tenemos término medio. Eso es lo que nos está costando coger de manera regular y los momentos malos ser capaces de que no nos penalice", admitía Grimau. Pero la realidad es que ni siquiera desde el banquillo él consigue, sea con tiempos muertos o durante el descanso, cambiar el chip de sus jugadores. Porque más allá de que al Barça le falte un tirador, un jugador exterior que, por cierto, a ver si llega, hay cierto problema de entendimiento o, mejor dicho, de reacción entre la plantilla y el banquillo.

Porque aunque Chus Mateo, que hace un años estuvo en liza cuando él era un recién llegado y tenía, además, a cinco jugadores con rol importante que eran nuevos, diga que "hay que pasar una travesía por el desierto para que las cosas funcionen", en este Barça la travesía hasta encontrar el oasis está siendo demasiado ardua. Y dadas las circunstancias, no hay 100 días de cortesía como margen para tratar de mantener la apuesta por Grimau. Empieza el mes de la verdad.