Jabari Parker, una infancia entre "droga y disparos" y un terrible momento que casi le aparta del baloncesto: "No tenía garantías de poder andar"

Jabari Parker está siendo, junto a Kevin Punter, el líder del Barcelona en la irregular temporada que están viviendo los de Joan Peñarroya. Este domingo firmó uno de los mejores partidos que ha disputado con la camiseta azulgrana ante Morabanc Andorra, donde se fue hasta los 34 puntos (máximo anotador de la jornada) con un seis de ocho en triples. Hoy, apenas unas horas después, ha hablado a corazón abierto en 'My Story', el podcast producido por Barça Studios.

Criado en un barrio problemático de Chicago, su infancia estuvo ligada a una iglesia cercana a su casa, o más bien al pabellón anexo a la misma, donde pasó muchas horas jugando al baloncesto con su hermano. "Cuando mi madre trabajaba, mi padre estaba en casa y no tenía la tentación de estar fuera de casa hasta tarde", recuerda ahora antes de relatar algunos de los sucesos a los que se enfrentaba. "Podía pasar cualquier cosa, peleas, gente vendiendo cualquier droga o disparos", apunta.

Su fichaje por el Barcelona en verano de 2023 sorprendió a propios y extraños. Las lesiones le habían castigado y Parker llevaba mucho tiempo alejado de las canchas de baloncesto. Lo que parecía una prometedora carrera en la NBA, a donde llegó en 2014 tras ser número 2 del draft, se había ido al garete tras varias lesiones de rodilla. Él mismo explica cómo apareció la oportunidad de jugar en España.

"Yo estaba en un momento en que estaba asumiendo que no jugaría para ningún equipo. No respondía a las llamadas de mi agente, él vino a verme en el pabellón y me dijo: 'Te conozco desde pequeño y necesitas seguir jugando'. Entonces me llamó mi agente en Europa y me preguntó si podía estar en Barcelona al día siguiente", rememora antes de explicar que cogió el primer avión, afrontó un viaje de 14 horas, hizo una prueba en el Palau y al día siguiente ya había firmado su contrato.

Y la devoción con la que se vive el baloncesto en Europa le han enamorado, algo que no le había pasado en Estados Unidos. "La gente vive, come, bebe y duerme baloncesto. Y esto es lo que quiero, porque me encanta este deporte. Cuando veo aficionados cantar durante 40 minutos o cuando veo a personas de 70 años venir a cada partido, sé lo que supone estar en este lugar", apunta Parker, que advierte que la camiseta del Barça será la única que guarde en su casa.

Por último, el estadounidense no quiere obviar su pasado con las lesiones y lo mal que lo ha pasado, temiendo no solo por su carrera deportiva, sino también por tener una aceptable calidad de vida. "¿Cuánta gente está jugando a baloncesto al máximo nivel después de las lesiones que he tenido? No tenía la garantía de poder andar con normalidad y a veces lo olvido porque puedo hacer lo mismo que hacía sin lesiones. Me siento afortunado", concluye.