Tavares y Campazzo destrozan al Barça

Noelia Gómez Mira

Publicado29 de mayo de 2024, 22:36 h

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El Real Madrid sólo tenía 72 horas para "llorar y levantarse" después del batacazo en la final de la Euroliga en Berlín. Y vaya si lo ha hecho. De la mejor manera posible y ante el mejor rival posible para los blancos: su eterno rival, el Barça (97-78). Un equipo al que hizo pequeño, sobre todo Edy Tavares (qué bien le ha sentado la renovación) y aún más ese loco bajito que vuelve a tener activo el modo MVP: Campazzo.

Porque entre los dos dieron un recital de baloncesto ante un Barça que, aunque trató de reaccionar... No pudo. Ni los tiempos muertos de Roger Grimau, ni los cambios, ni el impulso de Oscar Da Silva, el arreón de Ricky Rubio o el de Nico Laprovittola fueron suficientes. El Real Madrid de la primera vuelta, ese que parecía una apisonadora, ha reaparecido en el WiZink Center para poner el 1-0 en estas semifinales de la Liga Endesa.

Los primeros diez minutos de Facundo Campazzo son un clínic de cómo ser un jugador completo en ataque... y hasta defensa. El argentino ha sido el líder intelectual de un Real Madrid que salió enchufadísimo y con mucho ritmo y en gran parte fue porque el base los puso a jugar a absolutamente todos. Repartió cuatro asistencias, anotó siete puntos y sacó totalmente de quicio a un Tomas Satoransky que no logró ganarle la partida mientras estuvo en pista. Lo dicho, diez minutos para enmarcar. Aunque, para ser justa, la realidad es que el partido que hizo, en general, fue completísimo. Tanto, que el Madrid notó -y mucho- cuando no estuvo sobre el parqué. El Facu MVP está en modo ON: doble-doble, al igual que el de Tavares, con 20 puntos y 10 asistencias para firmar un 32 de valoración.

Primer cuarto, sale desde el banquillo. Y entonces el Barça empieza a coger algo más de energía. Segundo cuarto, la acción que me pongo de fondo de pantalla: se le ve peleando para abrirse el hueco mínimo en la pintura para poder tirar (y anotar) bajo aro pese a la presión de Abalde y Hezonja. Oscar Da Silva ha sido el que ha logrado hacer que el Barça pudiera volver al partido en el segundo cuarto. Un jugador que está firmando un gran papel en el juego interior y que incluso ha obligado a Chus Mateo a mover banquillo para reajustar a los suyos y cambiarle los emparejamientos. Y tras el descanso... otra vez lo mismo. A nivel de estadísticas habrá brillado menos que Ricky Rubio o Laprovittola, pero la labor de Da Silva ha sido clave para que el Real Madrid no se haya ido mucho antes del partido. Y, por cierto, ha acabado con el mejor +/- de los suyos.

Pocas veces sienta tan bien una renovación. Porque la realidad es que esta es la versión de Tavares que tanto ha echado de menos durante algunos meses el Real Madrid. El pívot, ese que insuflaba miedo sólo con estar sobre el parqué ha vuelto. Y el Barça lo ha sufrido. Porque la realidad es que el caboverdiano ha sido el dueño de la zona, tanto en ataque como en defensa. Y lo mejor de todo: su conexión con Campazzo ha sido descomunal. Al final, van a hacer bueno eso que se decía en el basket vintage de que con un buen base y un buen pívot... poco más necesitas. Un recital. Doble-doble con 18 puntos, 15 rebotes y un contundente 35 de valoración.

El sambenito de las dudas no se quita. El Barça sigue siendo ese equipo capaz de lo mejor y lo peor... Y eso es un problema y gordo a estas alturas de la temporada. Porque no ha conseguido encontrar una consistencia o continuidad suficiente desde que empezó la competición. Al inicio del partido hizo aguas. Después, aunque Tavares siguió haciendo de las suyas en la pintura, consiguió poner en apuros a los blancos cuando estos trataban de mover el balón por línea exterior... Y entonces llegó la falta de acierto. Y ese parcial de 28-5 que encajó entre el final del segundo cuarto y el inicio del tercero. Muchas dudas en este Barça de cara a una serie que acaba de empezar y que puede ponérsele muy cuesta arriba demasiado pronto.

No hay calificativos para describir lo suyo. Las cuatro mandarinas consecutivas -porque ni el tiempo muerto de Grimau ha evitado que siguiese su particular fiesta- que se ha marcado al inicio del último cuarto es marca de la casa... y patentada. Porque no hay otro igual que él. Sergio Llull es único y eterno.

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