SUPERCOPA FEMENINA

La comparaban con Ricky Rubio y acabó con depresión y una rodilla rota: "Solo imaginarme en un pabellón me daba ansiedad"

Iris Mbulito debutó con 14 años en la Liga Femenina, se marchó a Estados Unidos y con 19 decidió aparcar el baloncesto. Hoy ha recuperado la sonrisa y las ganas de volver a brillar en la cancha.

Iris Mbulito en las gradas, en su vuelta a la Liga Femenina Endesa./Spar Gran Canaria
Iris Mbulito en las gradas, en su vuelta a la Liga Femenina Endesa. Spar Gran Canaria
Guillermo García

Guillermo García

Iris Mbulito acaparó focos y titulares hace 10 años, cuando irrumpió de forma fulgurante como jugadora en la Liga Femenina. Con 14 años, 7 meses y 6 días se convirtió en la debutante más joven en la historia del baloncesto español, superando el récord de precocidad de Ricky Rubio. A los 17 años, tras dos operaciones en su rodilla izquierda, hacía las maletas y se mudaba a Estados Unidos para jugar en la NCAA. A los 19 sufrió una depresión y a los 21 dejó el baloncesto. Un resumen demasiado escueto para todo lo que sufrió

Hoy con 24, y después de haber vivido ya varias vidas, Iris lo ha superado todo. Ha vuelto a recuperar la sonrisa y con ella sus ganas de jugar al baloncesto. El deporte que la encumbró como una de las grandes promesas en España y que terminó dejando de lado porque le hacía daño. Pidió ayuda y gracias a ella y a su fuerza de voluntad hoy es, otra vez, protagonista en el baloncesto español.

Con la ilusión de una principiante, que en el fondo lo es tras tantos años lejos de la cancha, la base que un día iluminó el parquet intenta recuperar el brillo. Pero no lo hace por nadie más que por ella. Por demostrar que ha sido capaz de dejar atrás un calvario de lesiones físicas y mentales y que el baloncesto, a pesar de todo lo que le quitó, ahora es un bálsamo para ella.

Iris Mbulito en su etapa en la NCAA. Universidad de Arizona
Iris Mbulito en su etapa en la NCAA. Universidad de Arizona

El fin de semana pasado disputaste tu primer partido de baloncesto oficial después de tres años apartada de las canchas. ¿Cómo te sentiste?

Sí que es verdad que estaba bastante nerviosa, pero por todo un poco. Al final llevo mucho tiempo sin jugar a baloncesto. Por las lesiones, por la salud mental y demás, estuve bastante tiempo sin jugar. Al menos como yo sé jugar. Volver a España me traía un montón de recuerdos y estaba nerviosa. Pero nerviosa en el buen sentido de la palabra. Tengo ganas de estar aquí, tengo ganas de jugar y la verdad que yo creo que lo llevé lo mejor posible en ese momento. Y bueno, estoy contenta con el partido que hice el otro día y la verdad que con ganas de seguir y ver cómo se desarrolla la temporada.

¿Qué pasó, si te acuerdas o me lo puedes describir, por tu cabeza en el instante justo antes de saltar a la pista, en el instante antes de que tu entrenador te dice, 'venga Iris, que sales'?

No me acuerdo de qué estaba pensando exactamente antes de salir a la cancha, pero sí que recuerdo que los minutos que empecé en el banquillo me sudaban mucho las manos. Pero yo creo que era por las ganas que tenía ya de jugar y por los nervios. Era en plan, 'madre mía, voy a volver a jugar después de tanto tiempo'. No me acuerdo qué me pasó por la cabeza, porque lo que tenía eran ganas de salir y jugar.

Y ahora toca el debut en casa, en la Supercopa, por lo que entiendo que volverán los nervios.

Sí. Al final volvemos a jugar contra el Perfumerías Avenida y vamos a ver si esta vez nos quedamos nosotras con la victoria. Tengo muchas ganas de volver a jugar y de estar en casa con mi familia, con mis amigos. Van a venir muchísimos amigos a verme y la verdad es que me hace mucha ilusión volver a jugar delante de ellos, delante de mi familia, delante de mi gente.

Iris Mbulito con 14 años.  Spar Gran Canaria
Iris Mbulito con 14 años. Spar Gran Canaria

Has vuelto justo cuando se cumplen 10 años de tu debut como profesional en la Liga Femenina cuando tenías 14 años. ¿Cómo recuerdas aquel momento?

Yo creo que en ese momento estaba bastante nerviosa, pero también con muchas ganas de jugar. Para mí el baloncesto siempre ha sido muy divertido, sobre todo cuando era más pequeña. Tuve momentos así un poco complicados, pero siempre ha sido divertido para mí. Yo creo que en ese momento, cuando tenía 14 años poder jugar contra profesionales, estrellas de la WNBA y jugadoras que nunca voy a volver a tener esa oportunidad de jugar contra ellas, poder defenderlas y aprender de ellas, estaba muy ilusionada y muy motivada por poder tener esa oportunidad.

El problema de debutar tan joven, como le pudo pasar también a Ricky Rubio, es muchas veces la presión que os ponemos desde fuera y la exigencia que se os presupone por haber empezado tan jóvenes. ¿Cómo se lleva la presión a esa edad?

Yo creo que no sentí presión en ese momento. Yo creo que estaba como en una nube porque al final era muy joven y se hizo tan público que iba a jugar a los 14 años. Tuve muchas entrevistas y desde las redes sociales se me dio un poco a conocer. Presión en ese momento yo no me puse ninguna porque yo creo que tampoco me estaba dando cuenta de lo que estaba pasando o de lo que iba a pasar, sino que estaba intentando disfrutar el momento.

Yo creo que la presión vino más cuando me fui a Estados Unidos. Fui yo misma poniéndome presión, que cuando estuve aquí jugando en España.

Te hablaba ahora de Ricky, con el que te han comparado por precocidad y ahora también un poco le puedes servir de ejemplo porque él ha decidido parar para cuidar su salud mental. Tú que has pasado un poco por lo mismo para él. ¿Qué te pareció su decisión? ¿Tienes algún consejo?

Para jugar a baloncesto tienes que estar bien mentalmente porque si no, no estás disfrutando, no estás jugando como tú sabes y el baloncesto se te puede hacer muy cuesta arriba cuando es un juego en el que deberías pasártelo bien con tus compañeros de equipo.

Cuando vi la noticia de Ricky Rubio, la verdad es que a mí se me saltaron las lágrimas y se me removió un poco el estómago porque al final comunicar a los medios que no estás bien mentalmente y que necesitas parar no es una decisión fácil y no es algo sencillo de hacer.

Al final hay muchas cosas que te pasan por la cabeza y una de ellas es el qué dirán, qué van a pensar. Hay mucha gente que no ha pasado por ansiedad y por depresión y no entiende muy bien que pares y que dejes de jugar.

Yo me alegro mucho de que Ricky Rubio haya decidido parar porque cuando hay que frenar hay que hacerle caso al cerebro y al cuerpo y si él lo que necesita es parar ahora mismo, le apoyo al 100% porque yo he pasado por lo mismo. Que se tome el tiempo que se tenga que tomar. Si son tres meses como si es un año, yo de verdad espero que se tome el tiempo que se tenga que tomar y que si vuelve a jugar que lo haga al 100%. Mi consejo a las demás personas que pueden estar pasando por lo mismo es hablar, pedir ayuda y sobre todo escucharte a ti misma.

"Cuando vi la noticia de Ricky Rubio, la verdad es que a mí se me saltaron las lágrimas y se me removió un poco el estómago"

¿Por qué nos cuesta tanto pedir esa ayuda, salir a decir que necesitas parar?

Porque es algo a lo que no se le ha dado visibilidad. Por ejemplo, yo cuando decidí parar de jugar a baloncesto por mi salud mental y por mi salud física, lo hice con miedo porque al final es algo que nunca se ha hecho. Yo no recuerdo haber visto alguien que hubiera publicado "Voy a dejar de jugar por mi salud mental y por mi salud física".

No sé si Marta Xargay fue un ejemplo de esto, pero no es algo que muchos jugadores hagan. A lo mejor es porque muchos jugadores no lo sufren o lo sufren y no dicen nada, pero para mí, en ese momento de mi vida, tenía que parar de jugar. Yo creo que si no lo hubiese dejado ahora mismo no estaría jugando a baloncesto. Sinceramente.

A ti la necesidad de frenar te vino, además me lo decías antes, tras unos años difíciles en Estados Unidos. ¿Qué pasó exactamente en esa aventura americana? ¿Por qué se convirtió en algo tan complicado?

Al debutar con 14 años, al haber estado con la Selección española, ganar campeonatos de España, premios individuales y premios con la Selección española, me puse yo misma un listón que tenía que superar, que no podía bajar. Al irme a Estados Unidos es una cultura diferente, una filosofía diferente, un baloncesto diferente, y yo creo que fui a Estados Unidos con muy poca información, pero por mí, porque fue culpa mía por no haber hecho las preguntas pertinentes.

Al irme a Estados Unidos yo misma me puse presión por lo que yo misma tenía que hacer. Por ejemplo, tenía que meter X puntos, tenía que coger X rebotes, tenía que dar X asistencia, y al ver que no conseguía la misión que yo me había propuesto para cada partido, ya empezaba a pensar en qué pensará la gente en España, en qué iban a decir, cosas así. Pensamientos negativos que al final me estaban afectando a mí, mucho más que a lo mejor a las personas de España que no estaban ni pensando en mí, pero yo me hacía una idea de que sí. Yo misma me ponía presión y me afectó mucho a la hora de jugar, porque ya no jugaba cómoda, jugaba con mucha falta de confianza.

Encima me lesioné bastante. Tuve tres operaciones, bueno, cuatro operaciones en cinco años de los que estuve en Estados Unidos. Al final asociaba el jugar a baloncesto con hacerme daño y me daba ansiedad. Esa ansiedad desbocó en depresión y al final fue un bucle del que me costó mucho salir.

Por eso decidí también dejarlo y tomarme un descanso, porque para mi salud mental de verdad que necesitaba desconectar un poco y alejarme del baloncesto, para yo misma decir: 'Vale, el baloncesto no está asociado con hacerme daño o con operarme o con sufrir'. Me tuve que alejar porque de verdad que lo pasé bastante mal en Estados Unidos con el tema de las lesiones, la presión que yo misma me puse, la ansiedad y la depresión.

Iris posa en el Gran Canaria Arena. Spar Gran Canaria
Iris posa en el Gran Canaria Arena. Spar Gran Canaria

¿Te acuerdas del momento exacto en el que dijiste basta?

La verdad es que cuando tienes un trauma, normalmente el cerebro lo elimina para dejar espacio para otras cosas más importantes. El trauma al final yo creo que muchas personas se olvidan de ello o lo intentan olvidar y el trauma fue tan grande para mí que ya ni me acuerdo exactamente del día ni del mes ni cuándo exactamente decidí tomarme un descanso. Yo sé que fue mi segundo año de universidad cuando estuve con ansiedad y con depresión y ahí fue cuando me diagnosticaron.

Creo que fue un 19 de septiembre cuando empecé con ansiedad, pero no te puedo decir exactamente cuándo me diagnosticaron depresión y cuándo dejé de jugar. Sé que estuve un año y medio, más o menos, sin jugar a baloncesto, y me ayudaron los médicos del equipo, la misma entrenadora, la psicóloga que estaba viendo, la psiquiatra, y entre todos decidimos que lo mejor para mí era alejarme de las canchas una temporada. O sea que fue una decisión que entre todos tomamos por mi bien mental y físico.

¿En algún momento llegaste a odiar el baloncesto? ¿Pasó de ser un pasatiempo, un juego, a ser un calvario?

Sí, aunque ese año, cuando estaba con ansiedad y depresión no lo odiaba. Yo creo que no me daba tiempo de odiarlo por todo lo que tenía encima. Tenía demasiada ansiedad. No podía dormir por las noches, no comía bien, no sé ni cómo aprobé ese semestre porque no era yo misma.

Sí que es verdad que cuando dejé el baloncesto no vi nada de deporte, no vi nada de baloncesto en la tele, no seguí nada en España, no seguí nada en Estados Unidos, no toqué una pelota en un año y medio.

No me gustaba, lo odiaba. Solo imaginarme en un pabellón ya me daba ansiedad, me sudaban las manos, no sé si tenía taquicardia. La verdad es que estuve mucho tiempo sin ver baloncesto, no quería hablar de baloncesto ni nada, necesitaba desconectar completamente.

"No me gustaba, lo odiaba. Solo imaginarme en un pabellón ya me daba ansiedad, me sudaban las manos, no sé si tenía taquicardia"

Te he leído en alguna entrevista que incluso llegaste a ir a entrenar y no parabas de llorar. ¿Cómo era tu día a día en esos momentos en los que empiezas a sufrir esa ansiedad?

A día de hoy sigo teniendo ansiedad, yo creo que es algo con lo que voy a tener que aprender a vivir el resto de mi vida. O a lo mejor hasta que deje de jugar. Sí que sigo teniendo ansiedad, pero no es tan grave o tan exagerado como me pasaba cuando estaba en Estados Unidos. Para mí la ansiedad que pasé fue muy dura porque no era persona, no dormía por las noches porque ya estaba pensando en el entrenamiento del día siguiente.

"Entonces no podía dormir bien, me levantaba y estaba cansada, no comía, bajé mucho de peso. Me ponía tensa y era entrar al pabellón y ya me daba ansiedad. No podía entrenar. Tenía que salir del pabellón"

Entonces no podía dormir bien, me levantaba y estaba cansada, no comía, bajé mucho de peso. Me ponía tensa y era entrar al pabellón y ya me daba ansiedad. No podía entrenar. Tenía que salir del pabellón porque cuando salía me calmaba. A lo mejor tenía que volver a entrar, porque la fisio era la que estaba conmigo cada vez que me daba ansiedad y cuando me calmaba me decía 'vamos, tenemos que entrenar'. Y era sólo decir baloncesto y volvía a llorar, no podía respirar y me daba otro ataque de ansiedad. Lo pasé muy mal porque estuve mucho tiempo sin poder entrenar con mis compañeras, estuve tiempo sin poder jugar, o a lo mejor jugaba y en el descanso me daba ansiedad y no podía entrar al partido hasta el cuarto cuarto porque yo misma no podía respirar. Fue bastante dura mi etapa en Estados Unidos con el tema de la ansiedad y la depresión.

Tengo cosas muy buenas que me llevo de Estados Unidos. No quiero que la gente se piense que fui a Estados Unidos y lo pasé horrible porque tuve muchas cosas buenas que me pasaron. Amistad, conexiones que hice que me voy a llevar al resto de mi vida… pero sí que la depresión fue bastante dura.

Además de familia y equiopo, ¿recurriste también a un equipo psicológico para ayudarte?

Sí, de hecho la psicóloga fue la que me diagnosticó depresión y de ahí ya pasé a otros medios que me ayudaron a salir de ese agujero negro. Pero sí que le doy muchas gracias a mi fisio en ese momento, Diana Padilla, que ella fue la que estuvo cada día conmigo, en cada momento que tuve ansiedad ella estaba conmigo ayudándome, cogiéndome la mano, ayudándome a respirar y demás porque fue muy duro.

Tu experiencia en Estados Unidos, por lo menos baloncestísticamente, no fue la mejor. ¿En algún momento, visto ahora, te arrepientes de haberte ido a la NCA teniendo ya una carrera profesional en España?

No me arrepiento porque la decisión la tomé yo, nadie me obligó a ir a Estados Unidos, nadie me obligó a dejar el baloncesto en España. Todo fue una decisión que tomé yo misma con mis 19 años de edad y yo creo que todo en la vida pasa por algo y yo creo que tenía que haberme ido a Estados Unidos porque me ha ayudado a ser la mujer que soy hoy. He aprendido inglés, tengo una carrera universitaria, tengo un máster, tengo amigos para toda la vida y la verdad que he aprendido mucho del baloncesto de Estados Unidos. No me arrepiento de haberme ido, lo único que a lo mejor sí que tengo curiosidad de cómo hubiese sido si me hubiese quedado, no me arrepiento de nada. No me arrepiento de nada de haber ido y yo creo que me ha enseñado a valorar las cosas de otra forma y tener una perspectiva diferente.

El calvario que ha vivido Iris Mbulito no solo ha sido mental. También ha sido físico con varias operaciones siendo muy joven. ¿Cómo las recuerdas cada una de ellas a día de hoy?

La peor para mí fue la rodilla izquierda, cuando me rompí el ligamento cruzado anterior. La primera vez que me lo rompí fue bastante duro físicamente porque me dolió muchísimo y la recuperación fue bastante dura. Volví a romperme ese mismo cruzado un par de meses después en un partido y ahí yo sí que estuve como un año y medio, dos años parada para recuperarme bien de la rodilla.

Yo creo que el cruzado de la rodilla izquierda ha sido lo que peor he llevado respecto a las lesiones. También he tenido dos operaciones diferentes de menisco, por lo tanto tengo cuatro operaciones en la rodilla izquierda. Y también me han operado el hombro porque se rompió el labrum y me lo tuve que operar, pero el hombro está perfectamente. Luego me rompí la pierna y me tuvieron que operar del tobillo y estuve con una bota casi dos meses para volver a caminar bien y demás, así que eso también fue bastante duro.

Sinceramente el cruzado y el tobillo fueron las operaciones más duras que he tenido, que han sido un total de seis al final. Pero bueno, estoy haciendo todo lo posible para cuidarme y a día de hoy estoy bastante bien. Sé que es verdad que la temporada acaba de empezar y me quedan muchos partidos por delante. [Risas] deberías preguntarme al final de la liga cómo estoy. Me veo muy bien y la verdad que estoy haciendo todo lo posible para cuidarme. Esto me pasó hace tanto tiempo que al final ya sé lo que tengo que hacer para estar al 100% y me estoy cuidando bien, me está respondiendo bien el cuerpo así que estoy contenta.

Iris Mbulito en su regreso a la Liga Femenina. FEB
Iris Mbulito en su regreso a la Liga Femenina. FEB

¿De dónde sale esa cabezonería? Te lesionas de gravedad una vez, vuelves a la cancha, te lesionas dos, vuelves. ¿En ningún momento dijiste 'No sé si merece la pena el esfuerzo físico'?

Sí, justo hoy hablaba con mi hermana, mi mejor amiga Lola Pendande y me decía que era uno de los soldados más fuertes de Dios, porque sí que he pasado por muchas operaciones y muchas lesiones y aquí sigo, intentando, entrenando, jugando partidos y dando caña. Aquí estoy.

Yo creo que dejé el baloncesto por el tema de las lesiones y la salud mental, pero al final decidí volver porque no quería dejarlo en una mala nota. No quería dejarlo después de haber tenido ansiedad, después de haber tenido depresión, después de haber sufrido tantas lesiones. Por lo menos quería, si lo dejo, que me quede con buen sabor de boca,. Mira me ha pasado esto y he pasado esto y esto, pero he seguido jugando hasta que ya no podía más. Yo quiero terminar con un buen sabor de boca y voy a seguir hasta que el cuerpo me diga basta, de momento voy aguantando bien.

Y en un deporte de contacto como es el baloncesto, ¿cómo se gestiona eso? ¿Cómo se gestiona el miedo a volver a lesionarte?

Eso es algo de que sigo trabajando todos los días. Al final, por ejemplo, con la rodilla yo me lesioné haciendo lo mismo. Las dos lesiones que tuve fueron haciendo lo mismo, entonces sí que es verdad que cuando estoy jugando baloncesto y se repite ese movimiento en el que me lesioné todavía tengo un poco de trauma y me da un poco de miedo. Pero intento que no se me note porque si no sería una ventaja para el equipo rival [risas].

No sé si es miedo. E más respeto. Intento jugar con cabeza el baloncesto, no voy tan alocada. Intento tomar decisiones inteligentes cuando juego y poco a poco se me irá quitando el respeto que le tengo a lo que te he comentado. Pero no miedo, yo creo que no se puede jugar a baloncesto con miedo a lesionarte, porque entonces es cuándo te lesionas.

"Dejé el baloncesto por el tema de las lesiones y la salud mental, pero al final decidí volver porque no quería dejarlo en una mala nota"

Todo ese camino entre las lesiones, la presión, la ansiedad… ¿sentiste alivio en el momento que escribes aquel post y dices que tienes que dejar el baloncesto momentáneamente?

En ese momento no sentí alivio, yo creo que estaba nerviosa. Al principio estaba nerviosa porque estaba pensando a ver qué va a decir la gente, cómo se lo van a tomar, después de todo lo que había hecho y todo lo que había, entre comillas, conseguido, cómo se iba a tomar la gente que yo ahora lo dejé.

Pero después cuando lo subí y vi que mucha gente me estaba apoyando, todos los comentarios que recibí en la publicación de Instagram y de Twitter y la gente que me llamaba y que me escribió, la verdad que me sentí muy, muy querida y no me lo esperaba.

Por lo tanto, ahí sí sentí alivio. Sentí que me quitaba un peso de encima porque decía, vale, lo he dejado, no sé cuánto tiempo iba a parar y la gente me ha mostrado mucho cariño y mucha empatía. Ahí sí me sentí bastante bien. La verdad que aprecio a los lectores que van a leer esta noticia, les aprecio mucho por haberme demostrado cariño y haberme respetado y por todos los mensajes que recibí. Eso me ayudó a misma a decir que no se iba a parar el mundo y ver que todo seguía con su normalidad.

¿Por qué has decidido ahora volver al baloncesto? ¿Qué han pasado en estos tres años para que hayas cambiado de opinión?

Mi madre y yo siempre hemos tenido ese sueño de llegar a lo más alto, de jugar en la WNBA, jugar en el mejor equipo de la liga y hemos puesto tantas horas y tanto sudor, las dos juntas, que me sabía muy mal dejarlo con esa mala nota.

He vuelto al baloncesto por mí, pero también lo hice por mi madre porque sé lo importante que es para nosotras el baloncesto. Teníamos sueños desde que yo era una renacuaja y no quería dejarlo así, quiero por lo menos que yo lo deje y diga, vale, lo he intentado y lo he hecho lo mejor posible. No quería quedarme con mal sabor de boca.

¿Estás en paz contigo misma y con el baloncesto para volver como has hecho?

Sí, estoy muy contenta. Yo siempre he sido una chica muy sonriente y con mucha energía. Voy a los entrenamientos y hago bromas y estoy riendo y la verdad es que estoy entrenando. Estoy muy contenta de jugar a baloncesto, de estar bien mentalmente. Me levanto todos los días y no siento esa ansiedad. Eso es algo que hasta hace nada me costaba mucho hacer. Estoy muy contenta de estar en casa, de estar con los míos, de poder disfrutar del baloncesto otra vez y de poder competir en una de las mejores ligas como es la Liga Femenina Endesa.

"Estoy muy contenta de jugar a baloncesto, de estar bien mentalmente. Me levanto todos los días y no siento esa ansiedad"

¿Qué importancia ha tenido tu madre en tu decisión de volver a la cancha?

Mi madre me apoyó en todo, para mí también fue muy duro decirle que tenía ansiedad y depresión porque como madre cualquier cosa que le pase a tu hijo o hija, te vas a preocupar. Yo estaba en la otra punta del mundo y ella estaba en Gran Canaria y tuve que decirle: "Mamá, que me han diagnosticado esto o tengo esto".

Me costó mucho decírselo porque no quería que se preocupase, pero sí que mi madre y yo tenemos una muy buena relación y para mí fue duro contárselo.

Ella nunca me obligó a jugar a baloncesto, nunca me obligó a volver a jugar a baloncesto, ella me apoyó en cualquier decisión y a día de hoy ella está súper contenta de que yo esté en casa, de que vuelva a jugar a baloncesto y que esté sana. Al final lo que ella quiere es que yo sea feliz y que esté bien, no quiere que sufra más porque ya he sufrido bastante con todo lo que me ha pasado. Mi madre es muy importante para mí, es mi mejor amiga, la llamo todos los días, hablamos todo el tiempo y es un gran apoyo para mí en mi vida en general.

Porque mucha gente igual no lo sabe, pero Puri fue una de las pioneras del baloncesto en Canarias y además todo empezó en un supermercado, ¿no?

Ella se vino de Guinea Ecuatorial y estuvo aquí en Gran Canaria viviendo con mi tía. Un día ella se fue al supermercado y ahí fue que conocí a Mingo Díaz y a Begoña Santana. Vieron que era alta y fuerte y me dijeron que si quería jugar a baloncesto. Al principio les dijo que no y al final la terminaron convenciendo y decidió jugar a baloncesto y el resto es historia.

Jugó para Domingo, estuvo jugando con Begoña, ganaron muchísimas cosas y la verdad es que tuvo una muy buena carrera deportiva y de ahí salí yo. Yo casi salí botando el balón de baloncesto desde su barriga sinceramente. No he visto otra cosa que baloncesto. Mi madre es una mujer súper encantadora, se preocupa mucho por la gente, muy protectora, muy sonriente, muy trabajadora y la verdad es que le doy las gracias por todo lo que ha hecho por mis hermanos desde que somos bebés porque lo ha dado todo por nosotros.

¿En algún momento llegaste a guardarle rencor al deporte del baloncesto por todo lo que te había sucedido?

Para nada, el baloncesto me ha dado muchísimas cosas. Me ha dado muy buenas relaciones, amistades que van a durarme toda la vida. Me ha enseñado muchos valores como el respeto, la puntualidad, lo importante que es la comunicación. He tenido grandísimos entrenadores, Mingo y Begoña, para comenzar. Mi madre también me entrenó. He tenido súper entrenadores con la Selección. En Estados Unidos he tenido muchísimas oportunidades, muchísimos entrenadores. Y la verdad es que me ha dado tantas cosas que no le puedo guardar ningún rencor por nada de lo que me ha pasado.

Lola Pendande habla sobre el racismo.Relevo

Antes has hablado de una amiga tuya que se llama Lola Pendande. El año pasado en una entrevista me habló de un problema que ella sufrió en Estados Unidos: el racismo. ¿A ti te pasó?

Creo que en Estados Unidos tienes que tener un poco de conocimiento previo antes de irte y depende del estado. Yo sinceramente me fui a Arizona, que es conocido como un estado un poco racista, pero tuve la suerte de que en mi equipo éramos todas negras y al ser atleta y en una universidad tan grande en la que estaba, en ningún momento yo noté racismo. Creo que eso depende de dónde te vayas y de con quién estés. Yo sinceramente he tenido suerte porque no me ha pasado.

¿Qué lecciones sacas de todo lo que has vivido?

Que es importante cuidarse, tanto mental y físicamente, porque si la cabeza no funciona el resto del cuerpo tampoco va a funcionar. Así que es muy importante tomarse en serio todo y cuidarse muy bien.

Ser agradecido de todo lo que al final te pasa en la vida, porque de todo lo malo se aprende y de todo lo bueno el doble. Entonces yo estoy contenta de estar aquí, he aprendido de todo lo que me ha pasado y ahora toca seguir. Mi misión esta temporada es estar sana y pasármelo bien. Y si consigo estas dos cosas, para mí he ganado mucho.