SELECCIÓN ESPAÑOLA DE BALONCESTO

Cuántos Mundiales de baloncesto ha ganado España

Durante el siglo XXI, España ha logrado establecerse como una superpotencia mundial del mundo de la canasta.

La Selección española de baloncesto que se coronó campeona del Mundo en 2019./FLICKR/BALONCESTO ESPAÑA
La Selección española de baloncesto que se coronó campeona del Mundo en 2019. FLICKR/BALONCESTO ESPAÑA
Javier Mercadal

Javier Mercadal

"El baloncesto es un juego muy sencillo. Diez hombres persiguen una pelota durante 40 minutos (o 45) y al final España gana". La frase, que parece una barrabasada de un fan español en un momento de euforia desmedida, en realidad es un tuit recurrente de la cuenta oficial de la FIBA cada verano. Por derecho propio, durante los últimos España se ha convertido en una potencia en el mundo de la canasta. Un éxito sostenido en el tiempo que, además, se replica a través de las diferentes categorías de formación, tanto en masculino como en femenino.

También en categoría absoluta. En total, España ha ganado dos Mundiales absolutos de baloncesto (2006 y 2019). Las fechas hablan a las claras del dominio ejercido durante el siglo XXI. También, el que haya un hueco de 13 años entre ambos éxitos revela que no se trata de algo circunstancial.

Pese a la amplia tradición que el deporte de la pelota naranja posee en España, hubo un tiempo en el éxito de La Familia se achacaba únicamente a una generación concreta. Una camada especial, la de los nacidos en 1980 y que trascendieron a la historia bajo el nombre de los juniors de oro. Un apodo con historia, conseguido tras coronarse campeones del Mundo junior en Lisboa 1999 al derrotar en la final a Estados Unidos por 94-87. Allí estaban Pau Gasol, Juan Carlos Navarro, Raúl López o Felipe Reyes, por nombrar a algunos de los más destacados. Con permiso de la plata de Los Ángeles 1984, se trataba del mayor logro conseguido por el baloncesto español. Sin embargo, solo era el inicio.

Japón 2006: cuando España tocó el cielo por primera vez

Aunque a veces lo parezca, en el deporte rara vez los éxitos suceden por generación espontánea. Siempre son hijos de contextos históricos y herederos de una tradición que poco a poco va tomando cuerpo hasta que, eso sí, a veces da un salto cualitativo. Sin duda, la plata olímpica de Los Ángeles tuvo su incidencia directa en el que una serie de niños que habían nacido cuatro antes se decantasen por jugar al basket. Sin embargo, aquella generación irrepetible fue más allá. En lugar de soñar con llegar a una final contra los todopoderosos estadounidenses y conformarse con estar allí, ellos les ganaron. Demostraron que, aunque siempre vayan a ser favoritos si hay una pelota de por medio, no son seres mitológicos imposibles de derivar.

Aquel convencimiento germinó en 2006. La Selección española de baloncesto ya había cosechado algunas buenas actuaciones por el camino, sin embargo no había conseguido ganar nada todavía. Tenía una camada de jugadores muy potente, aunque todo se inició con un contratiempo. Durante la concentración previa, Fran Vázquez, uno de los mejores pívots de su añada, seleccionado en el draft de la NBA de 2005 con el número 11, se bajaba del carro por molestias derivadas de una lumbalgia. Pepu Hernández debía decidir su sustituto y, para sorpresa de todos, y no sin polémica, escogió a un bisoño Marc Gasol que, entonces, se encontraba perdido en el fondo de la rotación del Barcelona. Las acusaciones de nepotismo fueron varias, sin embargo aquella determinación, que podría parecer nimia hablando del último interior del equipo, resultó clave a la postre.

En Japón, España comenzó arrasando en la fase de grupos. Incluida una victoria contra la Alemania de Dirk Nowitzki (71-92), verdugo de los españoles en las semifinales del Eurobasket de un año antes. Pese a ser primera de grupo, los cruces depararon un rival de los que normalmente nadie quiere en frente: Serbia y Montenegro. Por entonces, la vigente campeona del Mundo (habían ganado tanto en 1998 como en 2002 bajo el nombre de República Federal de Yugoslavia). Es verdad que era un equipo muy diferente, con peores jugadores y, sobre todo, perdido en sus problemas internos. España, liderados por Pau Gasol (19 puntos y 15 rebotes) no mostró mayor problema y se impuso por 87 a 75.

En cuartos llegó otro gran clásico del baloncesto europeo: Lituania. Sin embargo, la respuesta española fue aún más contundente. Los bálticos tenían un equipo repleto de figuras, con jugadores como Linas Kleiza, Mantas Kalnietis o Arvydas Macijauskas. Sin embargo, España fue demasiado. Con Navarro anotando 22 puntos y Pau 25, la Selección consiguió igualar la que, hasta la fecha, era su mejor actuación en un Mundial: semifinales. Aunque este equipo pintaba diferente. En frente, eso sí, iba a tener el que, finalmente, iba a ser su test más exigente. La selección argentina que, dos años antes, había sido campeona olímpica en 2004. El partido fue una batalla campal. Todo un clásico. Dos generaciones irrepetibles frente a frente. Dos potencias del baloncesto FIBA colisionando en su prime.

España se llevó el gato al agua de forma agónica. Andrés Nocioni falló un triple liberado en los últimos instantes del partido y España selló el pase a la gran final por 75-74. Por el camino, eso sí, perdió a su mejor jugador, Pau Gasol, quien lesionado no podría disputar la lucha por el oro. Contra pronóstico, por el otro lado del cuadro, Grecia lograba la gesta de eliminar a Estados Unidos. Los Dimitris Diamantidis, Theo Papaloukas, Vassilis Spanoulis y compañía hicieron valer su veteranía ante un combinado norteamericano en el que se encontraban unos todavía muy jóvenes LeBron James, Carmelo Anthony o Dwyane Wade (95-101). En aquel choque también fue clave Sofoklis Schortsanitis, un pívot de gran tamaño al que por su contundencia apodaban Baby Shaq.

Y aquí es donde entra en juego la que, al principio, parecía una decisión residual. Sin Pau, Pepu Hernández dio la alternativa en la gran final a su hermano, Marc, que tenía la difícil misión de parar al poderoso center griego. El mediano de los Gasol, que solo tenía 21 años, no defraudó, realizando un papel clave durante el partido. España, que estaba lanzada a por el oro, no falló y se llevó el oro con una suficiencia sorprendente, venciendo en la final por 70-47.

China 2019: España da la sorpresa en su segundo Mundial

En el Mundial de China 2019 fue cuando España logró su segundo campeonato del mundo de baloncesto ya sin ninguno de los juniors de oro en el roster. Los veteranos del equipo, eso sí, habían vivido junto a ellos los mejores momentos en la historia de nuestro basket. Empapándose de una cultura ganadora que pusieron en práctica cuando les tocó el momento. Aquel equipo estaba liderado por Rudy Fernández, Marc Gasol y Ricky Rubio. Junto a ellos, una pléyade de jóvenes dispuestos a ir a la guerra con ellos.

Al equipo le costó arrancar, aunque no perdió ningún encuentro en la primera fase. En la segunda, contra Italia y Serbia, dos selecciones mayor nivel, volvió a ganar todos sus choques, llegando invicta a los cruces. En cuartos de final, los de Sergio Scariolo se encontraron a Polonia. Un compromiso que resolvieron con cierta comodidad (90-78), gracias sobre todo a un partidazo de Ricky que terminó con 19 puntos, 9 rebotes y 5 asistencias. La noticia estuvo sin embargo en la eliminación de Estados Unidos a manos de Francia (79-89). Con el coco fuera de juego, las oportunidades se multiplicaban y fue entonces cuando España sacó su estirpe de campeona.

Igual que en 2006, las semifinales volvieron a ser el compromiso más duro. En esta ocasión el rival fue Australia, un conjunto tremendamente físico y duro con la que seguramente sea la mejor generación de jugadores de su historia. De hecho, el partido necesitó de dos prórrogas para poder dictaminar un vencedor. Con España casi siempre por detrás del marcador, pero demostrando una mentalidad a prueba de bombas que le hacía regresar una y otra vez tras los arreones de los Boomers. En los momentos decisivos emergió el mejor Marc Gasol de todo el torneo. El pívot terminó con 33 puntos, 6 rebotes y 4 asistencias. Rubio, su socio predilecto, aportó 19 tantos. España logró el pase a la final, en la que se encontró a un viejo conocido: Argentina.

Los sudamericanos clamaban revancha. Sobre todo, por el triple del Chapu marrado en 2006. También porque, tras aquel igualísimo encuentro, la jerarquía mundial cambió, con España acumulando éxitos y siendo la principal alternativa a EE.UU. en todos los torneos de selecciones. El relevo generacional español fue mejor que el argentino y en la final no hubo color. Los chicos de Scariolo vencieron por 75-95 y dieron a España su segundo Mundial de baloncesto. Ricky Rubio fue nombrado MVP del torneo y Marc le acompañó en el mejor quinteto (junto a Luis Scola, Bogdan Bodgadonic y Evan Fournier).