La necesidad de hacer el partido casi-perfecto para completar una misión casi-imposible

Un partido de octavos de final bajo el disfraz de un partido de la segunda fase del Mundial. Esa es la mejor definición de a lo que se enfrenta la Selección española este domingo: el primer partido de eliminación directa de la Copa del Mundo. Ganar o irse a casa.
Enfrente, una selección de Canadá, a la que ya conoce de la preparación donde se enfrentaron en el Torneo de Granada con victoria visitante por 80 a 85 en la prórroga, y que llega tras un traspiés de similares características al de España: derrota ante Brasil (65-69) después de un mal último cuarto (13-24) demostrando que no son invencibles.
Canadá es uno de los equipos con mayor capacidad atlética de la competición, por lo que el primer cometido para España será tratar de igualar el nivel físico como hizo Brasil porque, si superan esta resistencia, te pasan por encima y arrasan. Lo vimos contra Letonia: les aguantaron la primera parte pero después les acabaron superando ampliamente en la segunda endosándoles un 68-33.
La selección que dirige el español Jordi Fernández ha sido el equipo más anotador de la primera fase, con 108 puntos de promedio y mejor rating ofensivo de la competición pese a la derrota ante Brasil. Pero gran cantidad de los puntos llegan desde la defensa (tercer mejor rating defensivo) gracias a su capacidad atlética siendo el tercer equipo con menos puntos encajados con 70,5 puntos recibidos por los 70,25 de España (2º mejor).
Así, el segundo cometido de España será contener las pérdidas de balón para no encajar puntos en transición (Canadá ha sido el tercer equipo más anotador en esta faceta de la primera fase con 19,3 puntos) y tras pérdida desde la defensa, conteniendo así una de sus vías de anotación: 19 vs. Letonia, 41 vs. Líbano y 20 vs. Francia, siendo el equipo que más balones recuperaba de la primera fase con 32 en tres partidos y más los ha castigado en puntos tras pérdida con 21. Son el segundo equipo que más volumen de pérdidas provocan en el rival.

A Brasil sólo consiguieron robarle dos balones, que convirtieron en cuatro puntos eso sí, pero fue el rival el que le dio de su propia medicina con 17 puntos tras pérdida.
Hablando de su juego en estático, maximizan las zonas más eficientes del juego: el área cercana al aro con un 67 % de acierto y la línea de tres puntos. Y por si eso fuera poco, el físico les permite castigar los fallos: tercer equipo en volumen de rebote ofensivo capturando el 38,51 % de rebotes disponibles en el aro rival y cuarto en puntos por partido en segundas oportunidades con 15.
Shai, la estrella-arquitecto del juego de Canadá
Su capacidad de desborde es tremenda para meterse bajo el aro. Ya sea en pick and roll atacando el reject (yendo hacia el lado contrario del bloqueo que le ofrecen), en transición (el cuarto que más tiros de campo se juega de toda la Copa del Mundo, 3,8), en Catch and Drive (recibir el balón y echarlo al suelo) o en aclarados (el que más gasta de todo el Mundial, con 4,3).
Y esa fue una de las claves del partido frente a Brasil: cómo consiguieron neutralizar las situaciones de aclarado llevándole hacia cierto lado de la pista o con cambios defensivos. En la derrota jugó un total de ocho posesiones convirtiendo un triple, sacando una falta y dando una asistencia. En los tres choques anteriores, victoria, un total de 17 posesiones de las que acabaron 7 en canasta o falta y 4 en asistencia.
Si no consigue finalizar bajo el aro o con el tiro corto, genera para sus compañeros: un total de 12 puntos tras asistencia por partido sacando el balón fuera en situaciones de dividir y doblar. Eso hace que, al cerrarse la defensa sobre él, se liberen lanzamientos exteriores desde la línea de 6,75. Así fueron el equipo que más triples metió en la primera fase con 15 por partido con segundo mejor porcentaje (42,9 %).

Ese mal día desde el triple, 8 de 30 con un 26,7 %, fue el segundo condicionante de la derrota frente a Brasil.
Pero Canadá es mucho más que Gilgeous-Alexander. En su nómina, un total de 7 NBA que conforman el núcleo duro del equipo con sus respectivas virtudes. Desde Luguentz Dort, que se perdió dos partidos, a la amenaza de Kelly Olyynyk ya sea gracias a su muñeca o generando para sus compañeros en situaciones de alto-bajo o leyendo los cortes, pasando por Dillon Brooks o Powell.
Y rodeados por jugadores FIBA que saben lo que tienen que hacer y aportan cuando están en pista como el ala-pívot de Unicaja Melvin Ejim, todo energía.
Una misión casi-imposible para España que tendrá que hacer el partido casi-perfecto frente a un rival que tiene menos experiencia en este tipo de torneos pero que ya ha demostrado que sabe manejarse en finales apretados como hizo en la preparación pero que, históricamente, no llega a unos cuartos de final desde Sidney 2000 con Steve Nash a la cabeza.