Australia, la nueva mina de oro de la NBA

Llega octubre y la mayoría de las Ligas dan el pistoletazo de salida. Y no sólo las de Europa, también las de las antípodas. Fue en 1997 cuando la Liga de Australia dejó de disputarse entre abril y septiembre, aprovechando ahora la primavera-verano del continente oceánico.

Bajo el naming de Hungry Jack's, cadena de restaurantes que opera como franquicia de Burger King en Australia, la NBL ha dado pasos de gigante a medida que los jugadores australianos han ido abriéndose hueco en la NBA: es el tercer país, sólo por detrás de Canadá y Serbia, que más jugadores ha exportado a la Mejor Liga del Mundo. Y en la NCAA hay más australianos que nunca buscando el sueño de jugar en la NBA con protagonismo que abrieron los Patty Mills, Aaron Baynes, Joe Ingles o Andrew Bogut.

Dos situaciones se han solapado en paralelo y han llevado a que la Liga consiga el espaldarazo definitivo. La primera, la atracción de inversores, principalmente jugadores retirados con pasado o presente en la NBA, como Khris Middleton o Thaddeus Young (Brisbane Bullets), sumándose al liderazgo del accionista mayoritario del equipo Kevin Martin, o Shawn Marion (New Zealand).

Pero no sólo baloncestistas. Hasta el tenista Nick Kyrgios se hizo el pasado enero con una parte de la propiedad de los South East Melbourne Phoenix en la que ya se encontraban John Wall, Al Harrington, Josh Childress, Dante Exum y Zach Randolph.

¿Por qué? Primero, por la alineación de la NBL con el boom australiano en la NBA. El apoyo y seguimiento del público a los jugadores nativos en la Mejor Liga del Mundo ha llevado a Australia a ser el segundo mayor mercado del mundo en suscripciones al NBA League Pass sólo por detrás de Estados Unidos.

Al final de la temporada 2018-2019, 13 jugadores australianos formaban parte de la NBA. La situación de Ben Simmons y la llegada de Josh Giddey a los Thunder ha ayudado, y mucho, a mejorar estos datos, tanto en seguimiento de partidos como visionado de highlights en las redes sociales.

Después, porque es un buen banco de pruebas o primer paso para tratar de poder convertirse en accionista o directivo de una franquicia NBA en el futuro. Por poner un ejemplo, el último contrato de Zach Randolph en la NBA por dos temporadas ascendió a 35 millones de dólares. Con eso no es suficiente para ser propietario de una franquicia NBA. Pero para invertir en la NBL sí.

Larry Ketselman, presidente ejecutivo de la competición cuya propiedad asumió en 2015 y desde entonces la NBL no ha parado de crecer, ponía un ejemplo muy gráfico a ESPN: "Si quieres conducir un coche grande, primero conduces el pequeño. No es diferente. No nos parecemos en nada a un club de la NBA en cuanto a recursos, pero en cierto modo eso es bueno porque realmente puedes ensuciarte las manos y conseguir involucrado en todo lo que hay que hacer en torno a un club".

"Es lo más parecido a la NBA", decía Marion. "Vi la forma en que manejaban la Liga: la calidad de la producción, el pago a los jugadores a tiempo y la base de fans que tienen. Los jugadores, los entrenadores, las instalaciones, los entrenadores, el marketing... realmente parecía como una NBA a pequeña escala", aseguraba Martin.

Hasta LaMarcus Aldridge, presente en el partido inaugural de este curso, reconocía a News Corp que la Liga "está creciendo. La NBL seguirá mejorando y la gente está empezando a ver eso. Definitivamente no me importaría involucrarme, pero tendría que averiguar de qué manera... Creo que la NBL está en alza y rápidamente".

Y en segundo lugar, la puesta en marcha en la temporada 2018-2019 del programa NBL Next Stars que ha atraído miradas de fuera a la competición, especialmente de Estados Unidos. ¿Cómo? Atrayendo a prospects en edad para ser escogidos en el Draft de la NBA para que se desarrollen de forma rápida en una liga profesional.

Hasta hoy ocho han sido escogidos en el Draft de la NBA, tres de ellos en puestos de lotería: LaMelo Ball (número 3 del 2020), Josh Giddey (6 del 2021) y Ousmane Dieng (11 del 2022). Los dos primeros fueron claves para centrar el foco en Australia. A ellos hay que sumar a RJ Hampton, el ex Zaragoza Justinian Jessup, Mojave King, Didi Louzada y Rayan Rupert.

Para la temporada 2023-2024, recién arrancada, cuentan con la mayor hornada: un total de ocho jugadores. Entre ellos están el internacional en categorías inferiores por Francia Alexandre Sarr, que jugó dos temporadas en la cantera del Real Madrid, que ahora se ha comprometido con los Perth Wildcats y que aparece en la cuarta posición de la predicción del próximo Draft de la ESPN; Trentyn Flowers y AJ Johnson, números 11 de las proyecciones del USA Today y Yahoo! Sports y que militan en Adelaide 36ers e Illawarra Hawks; o Bobi Klintman, jugador de los Cairns Taipans que NBADraft.net sitúa en la novena posición.

Este hype ha hecho que la jornada inaugural, emitida por ESPN, haya experimentado un crecimiento del 40% con respecto a la pasada temporada y la presencia en pabellones logre 50.934 espectadores, batiendo el récord anterior de 48.820 aficionados en la temporada 2018-2019.

Otra de las grandes patas del crecimiento del baloncesto australiano es la formación. Y gran parte de culpa de ello la tienen el Centro de Excelencia y la NBA Global Academy, que, curiosamente, comparten sede en el AIS de Canberra.

Del Basketball Australia Centre of Excellence salieron Andrew Bogut, Patty Mills, Matthew Dellavedova, Joe Ingles, Aaron Baynes, Dante Exum, Cameron Bairstow, Lauren Jackson y Penny Taylor mientras que desde la NBA Global Academy Josh Giddey se convirtió en el primer graduado en una Academia de la NBA en ser escogido en el Draft de la NBA.

Además, desde la temporada 2019-2020, jugadores de ambos programas conforman un equipo que milita en la NBL1, Segunda División, lo que ayuda a dar un paso más en su desarrollo competitivo como jugadores.

Así, Alex Toohey, uno de los ocho prospects que esta temporada disputarán la Liga Australiana, ha hecho este recorrido llegando incluso a debutar con la selección absoluta en las ventanas FIBA clasificatorias para el Mundial. El ya jugador de los Sidney Kings es el gran nombre autóctono tras Giddey.