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Bill Walton, leyenda de la NBA, fallece a los 71 años de edad tras una lucha contra el cáncer

Dos veces campeón, MVP y MVP de las Finales y miembro de la lista de mejores 75 jugadores de la historia

Bill Walton./Archivo
Bill Walton. Archivo
Alejandro Gaitán

Alejandro Gaitán

La NBA ha anunciado que Bill Walton ha fallecido de cáncer a los 71 años de edad en un escueto pero emotivo comunicado. El dos veces campeón de la NBA, MVP y MVP de las finales, leyenda de Portland Trail Blazers y Boston Celtics, era una de las mayores personalidades de la historia de la competición, tanto por su nivel en la pista como por su forma de ser fuera de ella. Su fallecimiento llega de manera sorpresiva, con Walton trabajando como comentarista del baloncesto universitario y de la NBA por momentos puntuales y deja huérfana una parte importante de la historia de la liga.

Elegido con el pick #1 del draft de 1974 por los Portland Trail Blazers, Walton llegó a la NBA con la etiqueta de elegido. Dos campeonatos universitarios con UCLA, tres premios de jugador nacional del año y dos MVP de la Final Four eran su currículum antes de convertirse al baloncesto profesional. Por eso en 1973 los Dallas Chaparrals de la ABA intentaron elegirle en el draft, pero Walton nunca tuvo intención de no jugar en la NBA. Aunque su inicio en la liga estuvo marcado por lesiones crónicas en el pie, además de una concatenación de problemas físicos que le alejaron de su mejor nivel, incluyendo un accidente con un jeep.

No fue hasta 1977 que la NBA no pudo ver de manera habitual al Walton que pasaría a la historia. Por fin All Star y All NBA, el jugador guiaría a los Blazers al único anillo de su historia promediando 18.2 puntos y 15.2 rebotes en la postemporada, además de 5.5 asistencias. Era una figura única, nunca vista, y el premio del MVP un año más tarde hizo justicia con su nivel. Aquel año acabó saliendo de Portland, de donde pidió ser traspasado, por la constante lucha entre el equipo médico y su proceso de rehabilitación, y al no cumplir su palabra, decidió no jugar en 1979 hasta convertirse en agente libre. Firmó con los San Diego Clippers tras cinco años y cuatro temporadas en los Blazers, pero volvía a casa, a California.

Lo que no sabía es que entra 1980, su primera temporada en San Diego, y 1985, solo podría jugar 169 partidos. Se perdió dos campañas enteras por la lesión en el pie, y los médicos llegaron a prometerle que nunca más podría jugar. Lejos de su mejor versión, en 1985 firma por los Boston Celtics. El equipo de Larry Bird, Kevin McHale y Robert Parish consiguió a uno de los mejores suplentes de la historia, y para 1986 Walton lograba su segundo anillo como pieza clave. Llegó a Boston a cambio de otra leyenda como Cedric Maxwell y una primera ronda (que acabaría siendo Arvydas Sabonis en Portland). Miembro de aquellos Celtics de 1986, uno de los mejores equipos de la historia, Walton volvió a sonreír en una pista de baloncesto por un año, hasta que las lesiones le volvieron a decir basta.

En 1987 se tenía que incluir en la lista de lesionados para todo el año todavía en Boston y pese a intentar volver en 1990, las lesiones le retiraron. El final de una carrera que pudo ser todavía más grande de lo que su cuerpo le permitió, pero que quedará para el recuerdo. Como su no presencia en los JJOO de 1972, lo que muchos vieron como un movimiento político, en contra de la guerra de Vietnam. Desde entonces su vida siguió de la mano con el baloncesto, haciendo de comentarista de la NBA y NCAA para diferentes medios o franquicias, incluyendo ESPN, que dejó en 2009. Años antes, en 2001, se llevó el Emmy por "Mejor Narración Deportiva". Todo lo que hacía, si la salud y la espalda lo permitía, lo hacía bien.

"Bill Walton era realmente único en su especie", dijo el comisionado de la NBA Adam Silver en el mismo comunicado. "Como jugador del Salón de la Fama, redefinió la posición de pívot. Sus habilidades únicas le convirtieron en una fuerza dominante tanto en UCLA como en la NBA, y le llevaron a ser MVP de la temporada regular y de las Finales de la NBA, a ganar dos campeonatos de la NBA y a formar parte de los equipos del 50 y 75 Aniversario de la NBA" aseguraba Silver. "Pero lo que más recuerdo de él es su entusiasmo por la vida. Era una presencia habitual en los actos de la liga, siempre animado, con una sonrisa de oreja a oreja y dispuesto a compartir su sabiduría y su calidez". Se va una leyenda y una persona única.