Flexiones con mensaje, miradas desafiantes y un recado de 5 millones de dólares: así fue el reencuentro del insomne Luka Doncic con su némesis

Fueron horas tensas. De nervios y de insomnio. Luka Doncic se las ha visto de todos los colores en las canchas de medio mundo, pero lo vivido en el último mes con su traspaso a los Lakers y su reencuentro con los Dallas Mavericks le ha llevado a perder horas de sueño, como él mismo reconocía después de su primer enfrentamiento contra la franquicia tejana a la que desarboló con su primer triple-doble con la camiseta angelina.

El exjugador del Real Madrid aseguró tras el duelo que había vivido el enfrentamiento como una especie de ensoñación y que por momentos no supo distinguir entre realidad y ficción. "No sé cómo explicarlo. Había muchas emociones y estaba como dormido", dijo el esloveno sobre el duelo frente a sus excompañeros. "Creo que en el primer y segundo cuarto no sabía qué estaba pasando. Simplemente era diferente. Ni siquiera puedo explicar cómo me sentí. Hoy no pude meter nada. Sólo estoy contento de que hayamos conseguido una victoria. Estoy deseando irme a dormir".

El esloveno terminó con 19 puntos (5 de 10 en tiros de 2, 1 de 7 en triples y 6 de 8 tiros libres), 15 rebotes, 12 asistencias, 3 robos y 2 tapones y fue clave en ayudar a sus compañeros en una victoria con sabor especial para él. Por ello, por ese cóctel de emociones que vivió, Doncic necesitó del respaldo de sus compañeros. Especialmente de LeBron. "Como compañeros de equipo, queríamos intentar respaldarlo de cualquier forma en la cancha o en lo que fuera", indicó el 'Rey' tras un duelo lleno de simbolismo para el balcánico.

Un partido repleto de gestos y signos dirigidos a los Mavericks y, especialmente, a Nico Harrison, el mánager general de los tejanos y que fue el responsable de su sorprendente traspaso de Dallas. Una salida que le pilló por sorpresa y cuya razón apunta al estado físico de Doncic, que quiso dejar claro a Harrison que se había equivocado desde antes del encuentro en Los Ángeles.

El ex del Real Madrid sorprendió a propios y extraños y aprovechó la presencia del ejecutivo a pie de pista antes del partido para demostrarle que está en plena forma y que está trabajando a destajo para mostrar su mejor físico. En mitad del calentamiento Luka se echó al suelo y se puso a hacer flexiones en mitad de la cancha mientras Harrison le miraba de reojo. Primer recado de la noche.

El segundo llegó en pleno partido. Con su primer triple Doncic, que se convirtió en el primer jugador de los Lakers en hacer un partido de al menos 15 puntos, 15 rebotes, 10 asistencias, 2 robos y 2 tapones desde Kareem Abdul-Jabbar, obligó a los Mavericks a pedir un tiempo muerto. En ese momento el esloveno se giró hacia el banquillo de su antiguo equipo y se quedó mirando con gesto desafiante mientras celebraba por todo lo alto su canasta. Un triple que era mucho más para él.

El tercer gesto tuvo lugar antes del duelo, cuando Luka a través de un vídeo de Nike, cambiaba la matrícula de su lujoso coche. Doncic cambiaba la placa de Texas para poner la de California. El lujoso vehículo, tasado en cinco millones de dólares y tintado de dorado y morado para la ocasión, fue el centro de todas las miradas de los miles de asistentes que no quisieron perderse el ansiado cara a cara de Doncic con sus antiguos compañeros hasta hace poco más de un mes. "Sácate una foto con el auto de Doncic", animaba por su parte el personal que custodiaba el vehículo, situado justo enfrente de la entrada principal del estadio de los Lakers, donde se ubica la estatua de la estrella del equipo, el eterno Kobe Bryant.

El último guiño tuvo lugar fuera del Crypto.com Arena para felicidad de los aficionados de Los Ángeles. Luka Doncic y Jordan Brand, la marca que viste a la estrella eslovena de los Lakers, alquilaron uno de los aparcamientos aledaños al estadio de los Lakers y 'regalaron' las plazas a los hinchas angelinos que quisieran aparcar allí. "Parking gratis, cortesía de Luka", rezaba el cartel a la entrada del aparcamiento. Fue el simbolismo encerrado en un encuentro que fue más de un partido para Doncic, que por una noche cambió el traje de estrella de la NBA por el de Conde de Montecristo.