Los Mavericks no saben vivir sin Luka Doncic
Dallas cambia sus prestaciones por completo cuando el esloveno se sienta en el banquillo para descansar.
La NBA es una liga donde los jugadores son los protagonistas y todo gira en torno a ellos. Incluso dentro del colectivo de jugadores hay niveles, hay distinciones: los de fondo de armario, jugadores de rol, titulares, estrellas y superestrellas. Y dentro de las superestrellas hay una sala especial, VIP, para los elegidos. Ahí reside ahora mismo Luka Doncic, acompañado por Giannis y alguno más, dependiendo de la noche, como Curry, Tatum, Durant o Joel Embiid, por citar varios ejemplos.
¿Qué ventajas tiene esa habitación? Ser considerado uno de los mejores jugadores del planeta. Doncic está en la lista. Pero la principal desventaja es el efecto que causas en tu equipo. La dependencia que la franquicia tiene de los jugadores de ese nivel es tan alta como preocupante, especialmente en unos Mavericks sin alternativas. Aun así, siguen con récord positivo.
El efecto Luka
Con Luka Doncic en pista, los Mavs anotan 115 puntos por 100 posesiones, lo que sería una cifra en el top-3 de la NBA y permiten 111.6, son ligeramente mejores que sus rivales. En el momento en el que el esloveno se sienta, el proyecto se desmorona. El ataque pasa a ser de 107.9, lo que le situaría a la altura de Charlotte o Detroit, entre los cuatro peores equipos de la NBA. El equipo tira mucho peor (del 55.6% al 52.8% en tiro efectivo) y pisa la línea de tiros libres menos. Se complica el anotar desde cualquier vía.
Hasta cierto punto, es lógico. Doncic es a día de hoy el mejor jugador ofensivo y Dallas tiene una dependencia altísima. Lidera la NBA en anotación y salvo sus porcentajes de triple, por debajo del 30%, es referente en todo lo relacionado con la anotación, generación o, en global, meter puntos. Por ejemplo, es especialmente elevada la capacidad que tiene Luka de conseguir ir a la línea de tiros libres, ya sea para él o para un compañero después de una asistencia.
Desde la salida de Jalen Brunson el pasado mes de agosto, los Mavericks tienen un problema de alternativas, especialmente a la hora de generar. Spencer Dinwiddie no llega al nivel y Facundo Campazzo prácticamente no ha contado para Jason Kidd. La única alternativa es esperar que el tiempo sin Doncic pase rápido, sea indoloro y pueda volver lo más pronto a la pista.
Una respuesta colectiva al problema
Comparado con la presencia de Jalen Brunson hace apenas seis meses, estos Mavericks son inferiores en ese aspecto. Por eso, en los minutos donde Luka descansa, el resto del equipo lo intenta nivelar con un esfuerzo titánico colectivo para compensar la ausencia de talento. Cuando Doncic se sienta, los Mavs tienen mejor porcentaje de rebotes, asistencias, ratio de asistencias por perdida de balón y, sobre todo, rating defensivo. Dallas deja de ganarte por meterte más puntos y empieza a hacerlo por dejarte en menos, que son conceptos distintos.
El equipo juega un baloncesto más lento, más estático y con menos ideas. Hay nombres capaces de dar un paso adelante, desde Finney-Smith hasta Reggie Bullock, pasando por Powell, Hardaway o el flamante fichaje de este verano, Christian Wood, pero todos ellos tienen una versión mucho mejor con un generador de élite en la pista. Luka Doncic lo es, pero nadie más en el vestuario tiene esa etiqueta a los ojos de Jason Kidd o de la propia idiosincrasia de la NBA.
Doncic ha jugado con Porzingis y Jalen Brunson, jugadores que han sido o pueden llegar a ser All Star en la NBA, pero la plantilla de este año es la de menor nivel desde que compite por los playoffs. En muchos momentos se le nota la frustración y ayer recibió la quinta técnica de la temporada (nadie lleva más), pero los Mavs tienen margen de mejora. Con Doncic en pista, el equipo gana, y sin él, están creando una identidad añadida al esloveno. Igual, eso sí, toca buscar un perfil en el mercado de traspasos.