NBA

Luka Doncic y un sueño de pequeño: "Cada niño que juega a baloncesto sueña con esto"

Campeón de casi todo, Doncic llega a las finales con el objetivo de derribar otro muro en su historia.

Doncic en el Media Day. /REUTERS
Doncic en el Media Day. REUTERS
Alejandro Gaitán

Alejandro Gaitán

La transición de niño prodigio a realidad del baloncesto europeo de Luka Doncic fue muy rápida, incluso para él. En apenas meses su nombre dejaba de aparecer en titulares sobre récords de precocidad con el Real Madrid de Pablo Laso y lo hacía como pieza importante de un Real Madrid que reinaba en Europa. Con el siete a la espalda y el pupilaje de los Sergio Rodríguez, Sergio Llull, Rudy Fernández o Facundo Campazzo. Para su despedida del viejo continente, con todavía 19 años, Doncic ya era campeón de Europa de clubes y de selecciones. Su 2018 lo cerraba ganando el triple MVP (ACB, Euroleague y Final Four), haciendo doblete y siendo nombrado en el quinteto de cada torneo jugado. El salto lógico era la NBA.

Y Dallas apostó por él. Subió en el draft solo para elegir al esloveno, usando el pick de Atlanta, tercero por detrás de DeAndre Ayton y Marvin Bagley III. Los Hawks se hicieron con Trae Young y un pick a futuro que acabaría siendo Cam Reddish, y ni siquiera juntos se acercan al impacto que Doncic ha tenido en la NBA desde su primer año. A la sombra de Dirk Nowitzki, en su última temporada como profesional, Luka tuvo el mejor profesor posible para entender el negocio que es la NBA. Y ese primer año fue el único que Doncic se ha tomado con calma, sin la presión de tener que ganar. Se llevó igualmente el premio al novato del año y promediando números que le acercaban más al triple-doble que al humano corriente. Pero desde entonces la NBA ha sido su patio.

Cinco años, cinco veces nombrado en el mejor quinteto de la NBA. No ha bajado de la octava posición en el MVP, y porque los Mavericks se quedaron lejos de los playoff. All Star cada año, ha ido mejorando conforme el equipo mejoraba a su alrededor. En 2020 y 2021 se quedó en primera ronda, en 2022 por fin llevó a Dallas más allá, cayendo en las finales de conferencia ante el a la postre campeón, Golden State. Los Mavericks no tenían equipo para estar peleando por meterse en las finales, pero Doncic, promediando más de 30 puntos por noche, peleó de tú a tú contra Phoenix primero, a quienes ridiculizó en un séptimo partido, y los Warriors de Steph Curry antes de quedar eliminado. La miel en los labios de competir por el anillo creó en Doncic una necesidad todavía mayor de ganar.

Y tras el asterisco de 2023, ha llegado por fin su momento. Los Mavericks están en las finales, algo que antes de Luka habían logrado solo dos veces en toda su historia (2006, 2011). Unas que no pudo ver de pequeño, los partidos empezaban alrededor de las tres de la mañana en Eslovenia, pero que soñaba con ellas. "Cada niño que juega a baloncesto sueña con esto. Y yo era uno de ellos" decía en las entrevistas del Media Day. Su reencuentro con Kristaps Porzingis será una de las historias, pero Doncic, de profesión ganador, no necesitará más gasolina en el fuego interior que le convierte en un competidor nato. Tan importante es para él jugar que ha asegurado su presencia con Eslovenia en el preolímpico si sus rodillas lo permiten.

Sabe que será un reto, y que juega seguramente en uno de los pabellones más complicados de toda la NBA. "Todo el mundo lo sabe, son famosos por eso. Es difícil jugar aquí porque su afición es muy buena" explicaba Doncic, que al ser preguntado por el ambiente más hostil que se ha encontrado en una pista de baloncesto lo ha tenido claro: cuartos de final de la Euroleague, 2018, en el pabellón de Panathinaikos. En aquella serie, donde Doncic también empezaba fuera de casa, el Madrid perdió el primer partido de paliza tras empezar los griegos con un 20-0 de salida. Una vez acostumbrados, los blancos ganaron tres seguidos y se colaron en la Final Four que acabaron ganando.

Que se pueda repetir el guion no dependerá de dónde se juegue, cuán animada sea la afición o quién gane el primer partido, pero sí que aquel Madrid de 2018 y estos Mavericks de 2024 tienen algo en común. Algo importante, además. Un esloveno que busca cumplir el sueño de un niño pequeño, el de ganar sus primeras finales. Y con solo 25 años, todavía como niño prodigio, está a solo cuatro victorias de lograrlo.