Los Mavs no son el Real Madrid (ni lo parecen)
Luka Doncic necesita su propio Phil Jackson. Más allá de comparativas continuas de actuaciones brillantes anotadoras, la historia divide a los grandes metedores con una única línea: superestrellas perdedoras y superestrellas con anillos, en plural. La memoria nos hará guardar a James Harden y a Dominique Wilkins en un lugar importante, con cierto culto. Y nos hace curvar más el cuello para mirar a lo más alto. Nuestros despertares de otoño están plagados de tuits en los que caben los nombres de Michael Jordan, el del otro "Lukita" y cantidades abundantes de asistencias, rebotes y puntos.
La trayectoria del esloveno en el baloncesto FIBA es de elegido. Su camino en la NBA, enormemente brillante, sin discusión. Pero ganar el campeonato como líder es lo diferencial. Ya lo hizo Dirk Nowitzki una sola vez, Doncic tiene que hacerlo dos veces al menos. Y para eso, la pasada temporada los Mavs llegaron a la final de conferencia como peaje imperativo. El requerimiento presente es evidente.
Florentino Pérez declaró que dejaba la presidencia del Real Madrid en su primera etapa con una motivación, entre otras por "haber malcriado a los galácticos". La locura desatada por Doncic en Dallas hizo que en el proceso de renovación acudieran Mark Cuban, Nowitzki y Jason Kidd a la ciudad natal del fenómeno esloveno para ofrecerle oro, incienso y el contrato supermáximo. Doncic ya declaró que es más sencillo anotar en NBA que en Euroliga; nuestra memoria auditiva recuerda tiempos muertos en Moscú con la reconocible voz de Pablo Laso apretando las clavijas del adolescente rubio que respondió con hechos en la vuelta al partido. Preocúpate cuando tu entrenador no te diga nada, no cuando te levante la voz.
Las decisiones de mercadotecnia empujaron a diseñar una camiseta de Dallas con una influencia decidida sobre el blanco y dorado de la elástica merengue para atraer el dinero de los aficionados de una de las marcas deportivas más potentes y constantes del planeta. Salah Mejri fue el primero, sin más; Doncic deslumbró con su sonrisa arrebatadora y su decidida militancia madridista, y Campazzo fue el último en aparecer y el primero en marchar.
El deporte profesional en la cancha es un estado de ánimo, en la tienda del estadio es un estado de ilusionismo. De un total de 146 jugadores drafteados desde 1980 por la franquicia de Texas, ninguno ha jugado anterior o posteriormente en el Real Madrid. Recordemos que a Doncic lo consiguieron vía traspaso la misma noche del Draft de 2018. Es más, antes de ese hecho, si que habían sido elegidos Pete Mikeal, Vassilis Spanoulis o Mike Iuzzolino, máximas estrellas de grandes finales jugadas contra el Real Madrid.
Doug Collins fue un buen anotador en NBA, jugador All-Star. Como entrenador hizo progresar a los Bulls dentro de una evidente comodidad en la que colocó a Michael Jordan. Jason Kidd está consiguiendo que Doncic se convierta en un jugador aún más anotador. No parece que esto les lleve a jugar para ganar el Campeonato. No hay una evolución rotunda del juego colectivo. Si no era sencillo decirle al jugador más popular del mundo que necesitaba un entrenador con más personalidad, constatamos que en esta época aún más miedo de los propietarios a soliviantar a la principal estrella. ¿Quién marca el camino? ¿Qué camino es?
Los Mavs son un 50,6% de victorias en su historia, el 13º equipo en la historia de la NBA, no está mal. Años de playoffs incluso a las pocas temporadas de su fundación. El Real Madrid tiene más de 70% de victorias en cada una de las competiciones que participa y cuando tiene éxito, cerca del 80 o más. La personalidad de Campazzo es ganadora, muy ganadora, quién no entienda su testarudez por conseguir abrirse un hueco real entre los mejores es que no entiende que lo que consiguió en su vida con 1,78 cm. Él debía haber sido un jugador de ligas menores. Defensivo, pequeño, sin un tiro fluido. Y ha sido líder de equipos campeones en Europa y subcampeones del mundo. Solo llegas ahí haciendo lo que nadie quiere hacer. Campazzo, parafraseando a uno de sus referentes, Luis Scola, se movió mejor en lo incómodo, por eso la comodidad de Dallas no fue lo suyo. No sabemos si será bueno para Kemba Walker, porque el dueño del balón corre al dos a todos los unos que llegan, por mucho CV que traigan. En la NBA los técnicos que usaron a Facundo lo situaron mayoritariamente en la esquina de salida táctica, en Denver, también. Casi nunca lo usaron en su capacidad natural. La defensa del argentino, ambiciosa para los suyos, era sentida como desesperada para los rivales, sin duda, la única que un jugador de sus características puede esgrimir para limpiarle cada bola al rival. Y a eso no piensa renunciar, es su manera de vivir esto.
El Real Madrid ha completado un noviembre ganador en Euroliga, Armani Milán no ha ganado nada. La urgencia a veces gana a planteamientos a medio plazo. La fiscalidad italiana actual vence al 45% y al 48% de impuestos que se pagan en la Comunidad de Madrid o en Cataluña para estos contratos. Con Campazzo abandonando el sueño de infancia de triunfar en la NBA, el golpe seco de realidad hará imponer en la negociación la maximización económica de su futuro más allá del recuerdo de donde fue feliz, casas compradas y vecinos conocidos, un parrillero llamado "Tortu" o una ciudad (de nuevo) cómoda. Madrid es una opción, pero no es la única opción. La forma indefinida de los pagos de vuelta de su salida a la NBA y los derechos europeos son parte de la negociación. El aficionado madridista lo ve claro, es lógico, al que le gusta ganar volver a dónde más partidos ganó debería ser una obligación. La "frutilla" de la mejor plantilla que recuerdan en la Calle Goya.
Doncic sin un Phil Jackson, Mark Cuban sin saber que eso sería tensante pero que esto va de sacar lo mejor de los mejores. El Real Madrid esperando a otro base con mucha hambre y sobre todo sin ninguna intención de parecerse a los Mavs. Ganar títulos no depende de un jugador, ni del color de la segunda o tercera camiseta, sino de mantener una voracidad sin ninguna distracción.