OPINIÓN

Perdóname LeBron, no sabía lo que hacía

LeBron James, con el balón del récord anotador en la NBA./AFP
LeBron James, con el balón del récord anotador en la NBA. AFP

La nostalgia es una característica inherente a la edad. Cuantos más años cumples, mejores te parecen las cosas del pasado. Es mi caso. Nunca daré valor a Bizarrap si lo comparo con Chimo Bayo, no cambio el brunch por el aperitivo y tampoco compro el chándal y el degradado como 'look' válido para cualquier ocasión. Por supuesto, tampoco veía posible que un jugador de baloncesto pudiese igualar a Michael Jordan. Cualquier tiempo pasado me parecía mejor. ¿Quién soy yo para llevar la contraria a Karina?

LeBron James, máximo anotador en la historia de la NBA.Samuel Subiela

Así fue hasta que en 2003 apareció un chaval salido de Akron que estaba dispuesto a tirar abajo la puerta de la grandeza. Por mucho que algunos no quisiéramos verlo. Porque sí, confieso que yo era 'hater' de LeBron. Perdóname padre, porque no sabía lo que hacía. La elegancia y belleza de los vuelos del '23' tenían un poder hipnótico sobre mí y sobre millones de espectadores en el mundo, que negábamos que un mero armazón de músculo pudiera llegar siquiera a hacerle sombra. Nos equivocamos.

LeBron comenzó a derribar barreras y a romper estereotipos. A medida que avanzaba en edad, crecía en madurez en su juego y demostraba que era más que un atleta. Y con sus logros iba, poco a poco, erosionando las resistencias de los escépticos como yo. Porque LeBron es mucho más de lo que pensábamos que podía llegar a ser.

LeBron es un jugador mayúsculo en talento, en fuerza pero, sobre todo, en esa determinación de la que se fabrican las leyendas del deporte. Es a base de esa tozudez que hoy sigue siendo determinante. Con 38 años y tras 20 temporadas en la NBA. A la edad a la que la mayoría disfrutaría de una cuenta corriente con más de nueve dígitos en ella, él prefiere continuar sentando cátedra en la cancha. Es su forma de convencer a los escépticos de que ha llegado el momento de ponerle a la altura de Jordan. Habrá quien argumente que no tiene tantos anillos como el mítico '23' o que ha perdido donde Jordan nunca cayó, en las Finales de la NBA. Habrá quien diga que no tiene el carisma (tampoco Jordan tenía el poder de cambio social que tiene LeBron, o al menos no lo usó igual) que tenía la figura de los Bulls. Todavía quedará gente que considere que nunca podrá compararse con la estética de 'Air' y que lo suyo es fruto de un físico privilegiado. ¿Opiniones? Todas tienen cabida. ¿Validas? No todas, como diría Juanma Lillo.

A base de gestas, como cuando remontó un 3-1 en las Finales de 2016 ante los Warriors, o de récords, como el que ha logrado esta pasada madrugada superando a Kareem como máximo anotador histórico de la NBA, LeBron ha conseguido cambiar la dirección del viento. Se ha ganado el sitio en la mesa del mítico '23', lo que ya supone un hito que ningún otro jugador se había ganado. Y lo ha hecho a base de baloncesto, de mejorar constantemente y de un espíritu de superación inquebrantable. que le ha llevado a trastocar las creencias de la gran mayoría de amantes del baloncesto. Yo no era de LeBron, pero al final me he tenido que rendir a él. La frase más repetida en el baloncesto. Una oración que yo también entoné.