La NBA tiene a su propio Vinicius con Luka Doncic
Regates, canastas imposibles, goles de videojuego, asistencias sin lógica… cuatro lances del juego tanto en el césped como en la cancha que son lo que nos desayunamos cada mañana, cuando llegan los resúmenes de la NBA, LaLiga o la Champions. Es el pan nuestro de cada día cuando juegan Luka Doncic y Vinicius. Dos de los cracks del deporte que están llamados a sostener sus respectivas disciplinas en la siguiente década.
Sin embargo, la genialidad va muchas veces de la mano de la polémica y esas acciones, que quedan en la retina del aficionado por su belleza y su plasticidad, en ocasiones se enmascaran por otras instantáneas menos amables. Fotografías en las que se obvia el balón, ya sea naranja o en blanco y negro,y el protagonismo pasa a los labios y a las miradas tanto a rivales como a árbitros, con los que tienen sus más y sus menos.
Los dos cracks se han convertido en sospechosos habituales en la polémica. Sus gestos, sus numerosas protestas a los colegiados y sus enfrentamientos con los rivales les han convertido en jugadores no muy apreciados (por decirlo de forma amable) por los aficionados rivales, que ya los tienen en su punto de mira casi antes de empezar los partidos. Incluso, en el caso del brasileño, con ataques deleznables y censurables que traspasan el respeto al deportista y, sobre todo, a la persona.
Dos genios que han conquistado territorios que no parecían diseñados para ellos, superando en muchos casos prejuicios por su procedencia, pero que han pagado un alto peaje para hacerlo. Lo han hecho enfrentándose a los colegiados, protestando casi cualquier decisión que estos toman, y llevando más allá una competencia con sus rivales que debería situarse sólo en el terreno deportivo. Sin embargo, su carácter volcánico muchas veces no les permite quedarse ahí. Quieren más, aunque para ello traspasen ciertos límites.
Es el caso de Doncic, que mientras lucha por meter a sus Mavs en los playoffs, intenta controlar ese fuego interno que le ha llevado a convertirse en uno de los personajes más polémicos de la NBA por sus continuas protestas a los colegiados. Una imagen que no sólo cultiva en Estados Unidos. También la fomenta cuando viste el uniforme de Eslovenia en los torneos internacionales, donde los continuos diálogos con los árbitros, sea cual sea la decisión tomada, se convierte en habitual.
Y no es sólo una impresión. En su caso lo refrendan los datos. Al contrario de lo que ocurre con Vinicius (sólo una tarjeta amarilla por protestar esta temporada) Doncic ya ha visto un total de 16 técnicas en lo que va de temporada y tendrá que cumplir un partido de sanción en el momento más crítico de la temporada para los Mavericks. Cuando el equipo está en plena pelea por entrar en el 'play-in' Luka parece más perdido en batallas con los árbitros que en su propio juego y eso el equipo lo paga con derrotas tan sorprendentes como las cosechadas ante los Hornets.
Mal negocio para unos Mavs que renovaron a su estrella por cinco temporadas y 207 millones de dólares. Una decisión acertada a nivel deportivo, pero que, de momento, no ha tenido reflejo en un cambio de carácter por parte del hombre llamado a llevar las riendas de la franquicia hasta el anillo. Un objetivo que parece muy complicado cuando tu mejor jugador se pierde en otras batallas que nada tienen que ver con el deporte.
Peleas con rivales como Booker o Paul George, multas (la más reciente de 35.000 dólares por hacer un gesto a los árbitros como de estar comprados) o guiños a los problemas extradeportivos de los Mavs como el que hizo tras la primera derrota ante los Hornets han devuelto a Doncic al foco de una polémica que le acompaña casi desde su primera temporada en una NBA que empieza a cansarse de sus gestos y sus palabras.