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La receta del éxito en la NBA: un MVP de temporada regular para ganar el anillo

La historia demuestra que si un equipo quiere conseguir el título necesita tener en su plantilla a un ganador del trofeo MVP de la temporada regular. Y Jokic lo confirmó.

Jokic, en la rueda de prensa posterior al quinto partido. /Reuters
Jokic, en la rueda de prensa posterior al quinto partido. Reuters
Alejandro Gaitán

Alejandro Gaitán

Durante meses, desde que acaban las finales hasta el inicio de la temporada regular del año siguiente, las gerencias de las 30 franquicias NBA se reúnen con sus equipos con el objetivo único de descifrar la receta secreta para ganar la competición. En los años recientes, muchos equipos están copiando la fórmula de Golden State o intentando imitar a los Spurs de 2014 sin éxito. Pero históricamente, solo hay un patrón a la hora de poner a casi todos los campeones dentro de un mismo saco: tener un talento diferencial, un jugador único. Tener en tus filas a un MVP de la NBA. 

Desde 1969, solo en ocho ocasiones el equipo campeón no tenía en sus filas a un MVP de temporada. La última fue Kawhi Leonard, quien acumula dos MVP de las finales de la NBA, pero nunca ha sido un jugador de 82 partidos, y de hecho es el padre fundador del concepto load management. En este siglo, el segundo ejemplo son los Pistons de 2004, la gran anomalía a la hora de analizar los anillos ganados desde la retirada de Michael Jordan. Un equipo coral, hiper-defensivo y sin un talento generacional en sus filas, pero con un quinteto para el recuerdo. Porque para encontrar el tercer ejemplo hay que irse 33 años atrás, cuando otra vez los Pistons ganaron dos títulos con Isiah Thomas y Joe Dumars como estrellas. 

Antes, hay que remontarse al primer anillo de los Celtics de Larry Bird, cuando el 33 todavía no había conseguido un MVP en 1981. En su carrera ganó tres. En la década de los 70, en la que Kareem Abdul-Jabbar secuestró el trofeo de MVP hay tres casos: los SuperSonics de 1979 con Dennis Johnson, Gus Williams y Jacks Sikma, los Portland Trail Blazers de 1977, aunque Bill Walton ganaría el MVP a los ocho meses, y Golden State Warriors en 1975, cuya estrella jugó casi todo su pico competitivo en la ABA, Rick Barry, antes de volver a la NBA con los bolsillos llenos de sueños. Barry nunca ganó un MVP, pero quedó segundo en 1971 en la competición alternativa a la NBA.

La receta ha sido siempre la misma: consigue un jugador que sea capaz de cargar un equipo hasta el anillo y rodéalo de talento. Porque la alternativa es ser el mejor equipo en ataque o defensa como mucha diferencia, además de tener una pizca de suerte. Casualmente Chauncey Billups, MVP de las finales en 2004 y Cedric Maxwell, MVP en 1981, son los dos únicos jugadores que han levantado el trofeo al mejor jugador por la serie por el título y no están en el Salón de la Fama pese a estar retirados. Porque ellos son las excepciones. 

Lo que sí ha cambiado es la manera de conseguir MVPs para tu equipo. Ahora mismo, en activo hay ocho: LeBron James, Kevin Durant, Steph Curry, Russell Westbrook, James Harden, Giannis Antetokounmpo, Nikola Jokic, Joel Embiid  y Derrick Rose, quien con la norma en la mano, fue MVP. Tres de ellos serán (o pueden ser) agentes libres este verano: Russ, Rose y Harden. Pero si analizamos los últimos 15 MVP, hasta el primero de LeBron, se puede ver que todos a excepción del conseguido por Harden y los dos de James en Miami, fueron logrados por jugadores drafteados por la franquicia. El talento a este nivel no suele estar disponible en el mercado, como estuvo Durant hace cuatro meses, por ejemplo.

Los Angeles Lakers, Phoenix Suns, Golden State Warriors, Milwaukee Bucks, Denver Nuggets y Philadelphia 76ers cumplen ahora mismo la premisa: tienen un MVP en sus filas, además de quién se haga con los tres agentes libres y quién gane el trofeo en 2024, justo antes de los playoff. Porque la historia lo ha dejado claro, y Jokic lo ha confirmado esta misma semana. Si quieres ganar el anillo, necesitas un MVP de la temporada regular.