NBA

La reconstrucción exprés de los Cavaliers tras la salida de LeBron James

Desde que el Rey dejó Ohio a final de 2018 tras perder otras finales ante los Warriors, Cleveland ha sabido reconstruirse a toda velocidad hasta tener el segundo mejor récord de la NBA.

Donovan Mitchell machaca durante un partido este año./GETTY
Donovan Mitchell machaca durante un partido este año. GETTY
Alejandro Gaitán

Alejandro Gaitán

Una constante en el baloncesto es que, cuando una superestrella se retira, el equipo del que sale entra en un periodo de luto donde competir es virtualmente imposible. Los Bulls de 1999 tuvieron el peor récord del Este tras la marcha de Jordan, los Lakers post-Kobe ganaron solo 24 partidos o los Celtics,una vez Bird, McHale y Parish fueron pasado, no tuvieron récord positivo en ocho temporadas. El poso que deja LeBron por las franquicias es el mismo. 

Con James en el equipo, los Cavaliers ganaron 50 partidos en promedio en su primera estancia en el equipo de Ohio. Seis de las siete campañas tuvieron récord positivo y solo en la temporada de novato del alero se quedaron con 35-47. Habituales en los playoffs, llegaron a unas finales en 2007... y LeBron se fue a Miami por cuatro años. En esas temporadas el promedio de triunfos fue de 24.2, menos de la mitad que con James, pese a tener a Kyrie Irving. Un vacío absoluto hasta que volvió James. 

Mismo proceso. Con LeBron en el equipo, los Cavaliers entre 2015 y 2018 ganaron 52.7 partidos en promedio, jugaron cuatro finales y se llevaron el primer anillo de la historia de la franquicia, hasta que volvió a irse, ahora a Los Angeles. Y vinieron temporadas de 19 victorias, dos seguidas, y 22. Pero esta vez no fueron años de caminar a la deriva por el desierto: los Cavs hicieron los deberes y el equipo post-LeBron es uno de los mejores de la NBA. 

Una gerencia perfecta

Con Koby Altman al mando, el ejecutivo que sustituyó a David Griffin en los Cavaliers de LeBron en 2017, la reconstrucción de los Cavs ha sido exprés. Desde la salida de James han conseguido convertir un equipo con jugadores de rol y residuos del proyecto LeBron en un candidato al anillo. De Jordan Clarkson, Collin Sexton, Tristan Thompson y Rodney Hood a un equipo que tiene el mismo récord que los Cavaliers campeones de 2016 tras 10 partidos: 8-2. 

La única constante es Kevin Love, pero los Cavaliers han acertado en dos tareas. La primera, saber elegir en el draft. Entre 2019 y 2021 han llegado Darius Garland, Isaac Okoro y Evan Mobley, todos escogidos entre los cinco primeros y dos de ellos titulares en la plantilla actual. Lejos quedan las elecciones de Dion Waiters con el #4 o Anthony Bennet con el #1 años antes. La segunda tarea, los traspasos.

En verano de 2020 llegó Jarrett Allen, cuando los Cavs se colaron en el movimiento de Harden a Brooklyn. Consiguieron a Markkanen, quien acabaría siendo clave, a cambio de Larry Nance Jr., a Rajon Rondo para sustituir a Ricky Rubioy a Caris Levert por el base catalán, lesionado y en último año de contrato. Rubio ha vuelto a firmar con Cleveland en la agencia libre. El golpe final, robar a Donovan Mitchell de las garras de los Knicks, con quién había un traspaso prácticamente cerrado (se fueron Markkanen y Collin Sexton más otra elección).

Una cadena de oro gigante

Cuando Mitchell aterrizó en Cleveland, uno de los rumores en la NBA era su mala relación con los compañeros en Utah. Se habían filtrado peleas y enfados con la otra estrella del equipo, Rudy Gobert, pero desde su llegada a Cleveland, todo ha sido un camino de rosas y en parte es por el vestuario de los Cavaliers. JB Bickerstaff, el entrenador ha conseguido crear una cultura y convencer a sus jugadores de luchar por ello usando una cadena de oro. 

Desde mitad del pasado curso, en el vestuario de los Cavaliers después de cada victoria se entrega el premio "junkyard dog". El término se puede traducir como perro de presa (o perro de la basura) y hace referencia a quién más haya peleado por la victoria. Un rebote ofensivo clave, lanzarse a por un balón muerto o forzar una falta en ataque son motivos para ganar. Un premio para el jugador más aguerrido en la pista durante una victoria. Una vez elegido el ganador, el equipo entero celebra y empieza un ritual donde juntos ladran, en honor a la mentalidad underdog, infravalorados.

El galardón es una gigante cadena de oro con el escudo de los Cavaliers que los jugadores pueden lucir en la rueda de prensa o fotos para redes sociales. Y siempre es Bickerstaff el encargado de entregar el premio, sacado de una caja. El domingo pasado, tras la victoria ante los Lakers, la caja estaba vacía: Kevin Love había robado la cadena para, de manera sorpresa, asignársela al entrenador. Él había sido el más importante en el triunfo. Y todos juntos lo celebraron ladrando. Celebraron que los Cavaliers están de vuelta.