Un viaje a los orígenes de Santi Aldama en Las Palmas de Gran Canaria: "Siendo infantil tuvo que parar mucho porque las rodillas le dolían por el crecimiento"
De la mano de Santi López, responsable de la Canterbury Basket Academy, Relevo se adentra en las instalaciones donde el ahora jugador de los Memphis Grizzlies empezó a jugar.
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Las Palmas de Gran Canaria.- Son las 15:45 horas de un miércoles. El sonido de motores de una caravana de guaguas y de un sinfín de coches que se alejan de la Canterbury School se funde con los botes de las pelotas de baloncesto. "Es que es hora punta. El cole acaba a las 15:30, así que hay muchos que se van y otros que se quedan para entrenar", explica Santi López, responsable de la Canterbury Basket Academy de Las Palmas de Gran Canaria. Tras unas escaleras llenas de sabiduría -Don't wait for it to happen, make it (no esperes a que ocurra, hazlo) se lee en una de ellas-, asoman las canchas de minibasket donde decenas de niños y niñas se forman en esto del deporte de las manos en el que es un lugar único. Porque en esos mismos aros, hace ya más de una década, empezó a dar sus primeros pasos en esto del baloncesto uno de los jugadores que a día de hoy es de los máximos exponentes del basket nacional de nuestro país, Santi Aldama.
"En estas mismas canchas empezó a jugar Santi Aldama, aquí mismo entrenaba él", reconoce Santi López mientras señala a las canchas de minibasket exteriores que hay en el Canterbury, el colegio donde el ahora jugador de los Memphis Grizzlies y de la Selección dio sus primeros botes con la pelota naranja. "Santi Aldama empezó en el colegio. Antes se empezaba en primero de educación infantil, que es cuando cumples tres años, ahora ya hay desde los dos años. Él hizo toda su historia escolar en el colegio, desde pequeñito hasta segundo de bachillerato y siempre jugó aquí con nosotros. Cuando terminó el bachiller se fue a Estados Unidos a Loyola Maryland, que hizo dos años ahí, y luego ya a los Memphis Grizzlies", cuenta López, que recuerda a la perfección como fueron esos inicios de la actual estrella del baloncesto español.
"De pequeño él, evidentemente, era el más alto… pero no era un pívot, entonces la orden que tenían los entrenadores era un poco que tenía que jugar al exterior, que subiera el balón… Y subía el balón como un base. Entonces él siempre ha jugado de exterior", explica López, que relata cómo algunas de las características que tiene y que muestra en la NBA ya se le veían desde sus inicios. "Después en cadete jugaba por fuera, jugaba bloqueo directo… en júnior también, donde a veces defendía a jugadores interiores, pero atacaba exterior y siempre ha jugado por fuera. Si lo ves hoy en día, tiene la habilidad exterior que le ha venido de siempre. No es el 'eres el más alto, ponte de espaldas a canasta', no, eso con él no ha pasado", indica.
De hecho, no se olvida de los problemas físicos con los que tuvo que lidiar Aldama en su etapa de crecimiento. "Tenía muchos dolores en las piernas por el crecimiento, las rodillas le dolían mucho, tenía a veces que parar. Jugaba, paraba… fue bastante intermitente en infantil porque empezó a crecer mucho y tenía este tema de las rodillas… pero bienvenido después", recuerda López, que tampoco olvida cómo ya llamaba la atención de equipos más grandes como el Gran Canaria, que lo invitó a disputar la Minicopa del 2015 con motivo de esa Copa ACB que se celebró en Las Palmas de Gran Canaria. "Jugó la Minicopa con el Gran Canaria porque fue invitado. Fue la primera Copa que se jugó aquí, en el mismo sitio que la de este año. Era jugador nuestro y entonces el Gran Canaria invitó a tres del Canterbury, ahora sólo se puede un invitado", explica López.
Lo cierto es que la formación de Aldama a nivel baloncestístico era algo que le venía de cuna. "En su casa siempre han estado muy involucrados, su padre también había jugado al baloncesto y aquí no sólo jugaba él, jugaban también sus primos, que estudiaban en el colegio y jugaban. De hecho, coincidió jugando con su primo mayor alguna vez porque era un año mayor que Santi", cuenta López, de ahí que cuando llegó la hora de dar el salto a la universidad todos tuvieran claro, después de haber recibido varias ofertas del otro lado del charco, que esa era una de las mejores opciones para él.
"Con el tema de la universidad siempre recomendé Estados Unidos porque él académicamente era bueno y entonces era un perfil bueno para eso y sus padres lo tenían claro. Varias universidades contactaron con nosotros y también con los padres, entonces ellos fueron directamente a hacer la visita a Loyola Maryland y se quedó ahí", rememora López.
La Canterbury Basket Academy, una iniciativa que nación en 2001
La realidad es que la formación de baloncesto en la Canterbury Basket Academy no puede ser más completa. Si uno visita las instalaciones, alejadas del núcleo urbano y en una zona más rural, comprueba cómo se trata de una especie de centro de alto rendimiento baloncestístico para niños desde primero de primaria hasta segundo de bachillerato, donde se forman no sólo a nivel deportivo, sino también de estudios.
"Pasamos todo el día aquí hasta las siete de la tarde. El colegio va de 8:30 a 15:30. De una a dos es tiempo libre para comer. Nosotros lo que hacemos es que venimos a las 6:30 y de 6:45 a 7:45 hacemos una hora de técnica individual y luego ya se duchan, desayunan y se van a clase. Después, a mediodía, de 13:00 a 13:30, hacemos sesión de tiro y luego ya se van a comer. Terminan las clases a las 15:30 y ya tienen estudio, preparación física y entrenamiento de equipo y a las siete ya ha terminado todo el mundo. Se duchan, cenamos y se van a la residencia, a la que llegan a las ocho", explica López.
Precisamente esto marca la diferencia respecto a otras academias de formación, aunque es algo que ha ido evolucionando con los años. De hecho, aunque su máximo exponente sea Aldama, no es el único que ha pasado por sus instalaciones. También estuvo un año Maite Cazorla, antes de irse al Segle XXI, Sara Castro (que jugó hasta diciembre en el Spar Gran Canaria de la Liga Femenina Endesa y desde enero milita en el Recoletas Zamora de la LF Challenge), Oumar Ballo, uno de los jugadores con mejores contratos en la NCAA que fue becado por esta academia, como también lo fue Ladji Dembele, ahora en Iowa, o Jonathan Kasibabu, excanterano del Real Madrid al que saltó en júnior desde la Canterbury y ahora jugador del Real Betis en Primera FEB, que fue "el primer chico que vino aquí con beca, que por entonces se quedaba con una familia porque aún no teníamos la residencia".
"Todo surgió en 2001. En junio terminé mi contrato con el Gran Canaria, no quise renovar y en verano, en un campus que organizaba junto al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, estaban en él los hijos de la gente de aquí, de la Canterbury. Contactaron conmigo y llegamos a un acuerdo y empezamos a montar lo que es la Canterbury Basketball de hoy en día. Era septiembre de 2001 y empezamos con siete equipos, de minibasket hacia abajo y así fuimos creciendo hasta infantiles. Luego ahí teníamos un acuerdo con Gran Canaria, al que le pasábamos nuestros jugadores, y nosotros no hacíamos equipos mayores, pero al final los padres se van quejando un poco porque se rompe el grupo, algunos niños van al equipo A, otros al B… Total que decidimos llegar hasta cadetes, hicimos lo mismo y luego al final llegamos a júnior hasta que después creamos lo que es la academia de baloncesto", explica López.
"Entonces ahí empezamos primero con una beca anual a un jugador y también con jugadores de pago y hoy en día seguimos en esa dinámica, tenemos jugadores extranjeros de pago que vienen a nuestra academia y a estudiar en Canterbury y luego damos una beca anual", como la que logró Kasibabu. Aunque en esto no es lo único que ha evolucionado la Canterbury Basket Academy, pues también ha ido modernizando sus instalaciones, desde las canchas exteriores, hasta el pabellón interior, el gimnasio totalmente equipado, comedor propio, etcétera.
"Tenemos seis canchas de minibasket, que es donde empezamos. Las canchas las fuimos reformando, todas tienen tablero de cristal, son buenas canastas y aquí tenemos seis equipos entrenando al mismo tiempo. Como hemos ido creciendo mucho, con seis no nos daba, necesitábamos dos o tres más, que las tenemos abajo, en la otra zona, donde está la secundaria", explica. Y es que las instalaciones del Canterbury están divididas por zonas en función de la edad escolar.
"Son canastas grandes en las que construimos unos escapularios para conectarles canastas colgantes para adaptarlas a minibasket y así poder tener más. Siempre jugábamos en exterior hasta hace unos años que se construyó el pabellón cubierto, pero antes era todo exterior y desde aquí íbamos a los campeonatos de España en infantiles, cadetes y demás", cuenta López.
En la actualidad son unos 200 los niños y niñas que se forman en esta academia, donde son 15 entrenadores los que los forman. "Lo que tratamos es que los entrenadores siempre tengan dos equipos, uno de grandes y otro de pequeños, porque así seguimos el programa que tenemos", todo ello con el fin de seguir formando talento y, por qué no, buscar el que pueda ser el siguiente Santi Aldama o la próxima Maite Cazorla que siga dando éxitos al baloncesto español.