EL VESTUARIO

Los padres revirados que sacan de quicio a José Manuel Calderón: "Me entran muchas ganas de decir cosas"

La leyenda del basket nacional cuenta en 'El Vestuario' cómo se tiene que morder muchas veces la lengua cuando va a ver jugar a sus hijos.

José Manuel Calderón, en 'El Vestuario' de Relevo/Relevo
José Manuel Calderón, en 'El Vestuario' de Relevo Relevo
Guillermo García

Guillermo García

Cada cierto tiempo en Relevo se encuentran noticias más o menos desgraciadas sobre el comportamiento de los padres en competiciones de sus hijos. Normalmente ocurre en el fútbol, donde muchos progenitores, por pura frustración, se creen que tienen una estrella en casa y se olvidan de lo más importante: la diversión de sus hijos. La realidad es que situaciones así también se dan en otros deportes, y José Manuel Calderón lo sufre de cuándo en cuándo. La leyenda del baloncesto español se ha pasado por 'El Vestuario' de Relevo para contar anécdotas que se va encontrando en el camino donde se tiene que morder la lengua para evitar una escena en las gradas.

Puedes ver aquí la entrevista completa de Quique Peinado a José Manuel Calderón en 'El Vestuario'

Oye, a tus hijos les encanta el baloncesto, pero tú no eres el típico padre que da la chapa, les ha gustado un poco porque estaba en el ambiente, pero que tú no les has apretado nada.

No, no, no, y sigo sin apretarles. Soy padre, ellos quieren ir a baloncesto, yo les apoyo y voy al baloncesto. Si ellos me preguntan, yo les echo una mano, por supuesto. Pero han hecho tenis o han hecho fútbol y sigo siendo igual, el mismo padre. De hecho, muchas conversaciones son con entrenadores, en plan: "¿Por qué no vienes un día y les ayudas?" Y yo digo: "Si me lo pide mi hijo, sí, pero ¿a que no se lo pides a los otros padres?" O sea, que yo intento no meterme en nada que no sea algo que ellos crean que tengo que meterme. Vienen a mis campus, se lo pasan genial, están los dos súper emocionados, pero poco más. Entreno con ellos a veces porque me han dicho: "Oye, papá, vamos". Pero yo nunca les he empujado, no les fuerzo a entrenar o a trabajar. Van a su ritmo, se les da mejor o peor. Es algo que yo lo tenía muy claro desde el principio, que van a hacer lo que ellos quieran ser. Por supuesto que me tienen para cualquier cosa, lo saben, les ayudo en lo que puedo. Y si me lo piden les entreno. Pero si no, tienen a sus entrenadores, a los que yo apoyo sin ningún problema. Y disfruto viéndoles entrenar.

Tú cuando ves a algún padre de estos revirados que hablan de más, o de los árbitros, los entrenadores, ¿ahí qué?

Pues me entran muchas ganas de decir algunas cosas, porque al final, sobre todo cuando entiendes lo que está pasando, tienes un punto de vista diferente, te das cuenta que lo que están diciendo no tiene ningún sentido, y el problema es que muchas veces hay gente que no sabe quién eres, que te lo dice y claro…

Claro, es que tú así no vas a jugar a la NBA.

Y claro, imagínate, ¿no? Y dices: ¿qué hago?

O sea, hay padres que a ti te discuten

Hay gente que está en plan para que pase el entrenador: "Mira a mi hijo, y mira no sé cuánto". Y tú estás ahí diciendo: "A ver, el hijo se lo está pasando genial. Tu hijo…"

No va a jugar a la NBA, amigo.

Y lo peor de todo es que el chico lo sabe. Que son situaciones de: "Tranquilo, disfruta de tu hijo, que está con una sonrisa". El entrenador está haciendo lo mejor que puede para que todos disfruten, están intentando jugar en equipo. Sí, hay unos que son mejores, otros peores. A veces te pasan el balón, más a tu hijo. Otras veces no se la pasan. Pero ya está. Y ellos se ponen en plan: "¿No crees tú que si hiciéramos una presión de tal…" y a veces te quedas ahí como diciendo: "¿Pero sabrá realmente que yo he jugado a esto, o realmente no tiene ni idea?" Yo voy allí a pasármelo bien, a ver a mi hijo pasarlo bien, y poco más. Pero hay situaciones que dices, wow, es alucinante. Si yo fuera como él, como esta persona... es que no es bueno para mi hijo tampoco, pero claro, tampoco puedo decirle: "Oye, mira, lo que estás diciendo, déjalo que se lo pase bien". A veces los padres nos metemos demasiado en cosas que no deberíamos. Y lo mismo al entrenador, realmente hay que dejarle hacer su trabajo. Y si no te gusta cómo trabaja, igual tienes que buscar otro equipo que se adapte a lo que tú quieres para tu hijo.

Hay una anécdota en tu libro que a mí me parece impresionante, que además te voy a pedir que la cuentes porque además la cuentas muy bien, que es cuando fuiste con tu hijo a Toronto, ya después de tu haberte retirado un día vas a ver un partido de los Raptors.

Sí, aparte fue 'el partido', porque fue el de Kawhi Leonard. Llego, nos sentamos allí en el partido y ponen un vídeo con jugadas (de Calderón), la gente se puso de pie, aplausos y tal, y Manuel (su hijo) dice: "Pero papá, hay algo aquí que no tengo claro, ¿tú cómo eras de bueno? O sea, ¿Tú eras de bueno como Stephen Curry, LeBron James? Había algo que se estaba perdiendo para que la gente me hiciera esto, no me dijo que era un paquetillo (sonríe) pero como que él se daba cuenta y decía: "Sí, estás en la NBA y juegas con LeBron James, pero no eres LeBron James. Para mí esa anécdota fue increíble por eso, porque era como, ¿cómo eras de bueno? O sea, ¿eras estrella de verdad o era alguien que estuvo por allí? 

¿Qué le dijiste?

Pues yo le dije que ni una cosa ni la otra, creo que le dije que había sido un muy buen jugador, que era un jugador de equipo, que me había adaptado a todos mis roles, que había tenido momentos en los que era el segundo jugador más importante del equipo, en mis años buenos, luego fui el tercero, luego era el quinto, y luego pues he ido a momentos en los que igual era el once. Luego cada vez que han ido creciendo se han ido dando cuenta porque han visto vídeos míos: Mi hijo, el pequeño ahora, pues viene diciendo: "Uno cuando jugaste contra no sé quién, hiciste 20 puntos, 13 asistencias". Luego con el Hall of Fame de España ellos pensaban: "En España sí que eras más, pero en Estados Unidos igual no". La realidad es que vas explicándoles un poco el cómo era y yo creo que cada vez han ido dando cuenta más de la importancia o de lo que hicimos.