BALONCESTO

Chus Mateo, un entrenador 'individualista' que exige colectividad en el Real Madrid

El técnico blanco, que pese a haber sido cuestionado ya es historia de la Supercopa junto a Pablo Laso y Xavi Pascual, tiene el arma que le faltaba para crear 'su' Real Madrid.

Chus Mateo, durante la Supercopa Endesa. /ACB PHOTO/MARIANO POZO
Chus Mateo, durante la Supercopa Endesa. ACB PHOTO/MARIANO POZO
Noelia Gómez Mira

Noelia Gómez Mira

Murcia.- "Nadie te regala nada", decía Chus Mateo, en referencia al resto de equipos ACB, sólo unos minutos después de lograr ante Unicaja la décima -sexta consecutiva y segunda, a nivel personal- Supercopa Endesa del Real Madrid. Y lo cierto es que a él tampoco. El entrenador madrileño acaba de cumplir su primer año en el banquillo blanco. Doce meses que no han sido fáciles y que han estado repletos de dudas, de ausencias, de problemas a nivel de juego, que incluso hicieron que varios nombres sobrevolaran su puesto. Pero en ese tiempo, la evolución que se ha ido viendo, ya no sólo del equipo, sino de él como técnico ha terminado por acabar envolviendo estos ya más de 365 días en tres títulos y en un equipo en el que sigue, eso sí, trabajando.

Este domingo, Chus Mateo igualó una hazaña que hasta ahora sólo ostentaban dos entrenadores de postín y renombre como son Xavi Pascual y Pablo Laso. Y del último, la sombra que dejó era demasiado alargada y punzante como para dejarla pasar por alto. Ahora, el de Mateo está en ese selecto club de nombres que ostentan dos Supercopas consecutivas. Aunque él prefiera posponer esa entrada.

"Obviamente con jugadores mejores tienes opciones de ganar objetivos que se marcan a principios de temporada. Los dos entrenadores son auténticos monstruos del baloncesto que han ganado muchísimo. Ojalá en el futuro me pueda comparar con ellos", decía, tratando de mostrar lo que para él sería realista. Pero lo cierto es que el trabajo que ha hecho, junto a Paco Redondo, Lolo Clarín y el resto de su cuerpo técnico no es baladí. Y ahora, con la pieza que aunque parece que nunca se fue, sí que faltó, se nota aún más.

Aunque aún es pronto para sacar conclusiones de lo que podrá ser o no la temporada, la Supercopa sí que te empieza a poner en situación. Al menos, de cuáles son los ejes sobre los que se va a ir construyendo. Y ahí ya sí que hay una gran diferencia respecto al Real Madrid de hace un año -o unos meses-, en el que desde el principio tanto se dudó del entrenador hasta el punto de hablarse del regreso de nombres como el de Sergio Scariolo. Por cierto, algo confirmado por el propio presidente de la Virtus Pallacastrano Bologna, al que no le gustó que el conjunto blanco preguntara por él, según ha dicho este lunes su propio presidente Massimo Zenetti.

La pasada temporada, la plantilla era muy similar, pero el máximo referente se dibujaba sólo en la pintura. Edy Tavares tenía que asumir galones, pelear en la zona y generarse jugadas y canastas, casi por lo general. Y al ser un jugador diferencial, esto prácticamente era una garantía de éxito. Ahora bien, cuando los rivales lograban sacar al caboverdiano de la zona… La cosa se complicaba. Ahí faltaban dos cosas.

Defensa a nivel individual para impulsar al equipo

Por un lado, alguien que echase un cable en defensa -cosa que se fue mejorando a lo largo de la temporada, todo sea dicho-. Por eso, cuando tras el partido ante el Barça en la semifinal de la Supercopa, Chus Mateo salió junto a Dzanan Musa a rueda de prensa, el técnico le pidió que se quedase. "Quiero que Musa escuche esto porque ha defendido a Kalinic al poste bajo y valoro mucho su esfuerzo y el de todo el equipo. Aunque haya habido jugadores que han anotado más que otros, lo importante es conseguir que seamos un bloque. Si nos cohesionamos, conseguiremos que luzca el trabajo del grupo", dijo Chus Mateo tras lo que le dio permiso para irse.

La realidad es que la faceta defensiva del alero bosnio tardó, pero comenzó a verse en muy buena versión ya en la recta final de la temporada. Como por ejemplo, cuando se disputaron los dos partidos de playoff ante el Partizan en Belgrado. Ahí, tanto él como Mario Hezonja, al que a veces reconvierte en ala-pívot, mostraron un buen hacer en este aspecto que hizo al equipo crecer. Por eso, Chus Mateo es algo que trata de inculcar uno por uno a sus jugadores. Porque si algo también se ha visto en estas primeras tomas de contacto, es a un técnico más individualista para pedir todo lo contrario: juego colectivo. Y es que Chus Mateo trata de atender durante los entrenamientos a sus jugadores de forma individualizada, una fórmula para explicarles qué es lo que necesita de cada uno y, así, poder forjar luego ese bloque compacto y de garantías que quiere hacer del Real Madrid.

Un primer base como arma y conexión con el juego interior

Y por otra parte, faltaba un primer base capaz de entender qué se requería en cada momento. Y la realidad es que si entonces el Chacho pudo ejercer como tal y hacer las veces de '1' titular fue, precisamente, por algo que se reprochó durante los primeros meses: por haber empezado jugando "poco" y llegar con fuerzas y físico a la recta final de temporada. Y con la llegada de Facundo Campazzo se ha dicho adiós a este problema.

Ahora, el Real Madrid tiene a ese primer base capaz de medir los tiempos, de atacar de forma incansable, de defender, de generar, de leer el juego, de hacer llegar los balones al interior de la pintura sin que sean los pívots quienes tengan realmente que generarse la jugada desde el inicio. Lo cual hace que Tavares no tenga que desgastarse tanto, ya que la conexión entre Facu y Vincent Poirier también funciona. E incluso con Ndiaye, los minutos que estuvo en pista.

Lo dicho: hacer jugar a los pívots e interiores esté quien esté. Pero, además, también hace que el Chacho y Sergio Llull puedan jugar un rol diferente y más pautado cuando se requiere (y se necesita). Así se vio ante Unicaja, donde incluso compartieron pista con Rudy. Los tres rockeros del Real Madrid juntos y cumpliendo con menos minutos que antes, pero sin que baje la calidad, algo que hace bueno eso de no es el cuánto sino el cómo.

De este modo, Chus Mateo está forjando las mimbres de lo que quiere que sea su Real Madrid. Un equipo casi obligado a ganar, por muchos motivos, y similar al de épocas atrás, pero en el que busca también dejar su esencia. Algo que ya ha destacado Campazzo, pese a que parezca que nada cambió desde que se fue. "Si bien la manera de jugar es similar, hay distintos jugadores y Chus también mete su mano. Es otro equipo, otra mentalidad, equipo", explicó el argentino que en cuanto a esa faceta de Chus Mateo de hablar mucho de forma individual con cada jugador para sacarles el máximo, dijo que lo importante es "recibir lo que nos envía Chus cada partido".

Ahora les toca seguir trabajando en esa línea, porque todavía hay bastantes cuestiones por pulir, para que la vitrina de trofeos del conjunto blanco en la temporada 2023-2024 no se quede sólo con la Supercopa Endesa.