Xabier Añua, el maestro de entrenadores de baloncesto que fue pionero en dar el salto a Nueva York: "Me planté allí en los 60 y me dieron el libro con todas las jugadas"
El mítico técnico de Vitoria cuenta su experiencia, cómo descubrió a Aíto García Reneses, hizo debutar a Pablo Laso o le dijo a Ibon Navarro que no se hiciera entrenador.

Vitoria-Gasteiz.- Centro de la ciudad, cinco y dos minutos de la tarde del martes. En un banco, frente a la que es su cafetería habitual, espera paciente Javier Añua (o Xabier, como se le conoce en esto del deporte de las manos), para tomarse un café con Relevo y hablar, cómo no, de baloncesto. Porque si hay una voz más que autorizada para ello es, sin duda, la suya. Esa que a sus casi 90 años sigue relatando mil y una historias de su etapa al frente de los banquillos. Aquella que le hizo ser pionero en eso de saltar el charco para formarse como técnico en la ciudad de los rascacielos. Esa en la que, ahora, la figura del entrenador español ha tocado la cima gracias al hito logrado por Jordi Fernández, al convertirse en el primero en ser entrenador jefe en la NBA. "Es un entrenador excelente, que ha trabajado mucho", reconoce Añua. Pero, sobre todo, un entrenador, como él llama, "de oficio", de esos que no han mirado el dinero, sino el tratar de crear un proyecto. Y de esto, Xabier Añua sabe más que nadie.
Porque si alguien ha creado o impulsado proyectos baloncestísticos que luego han terminado por colar su nombre entre los grandes, ese es él. El maestro de maestros, histórico en Vitoria y en Barcelona, que enseñó a Aíto García Reneses, hizo debutar a Pablo Laso, entrenó a Antoni Grimau (padre del actual técnico del Barça) y le dijo que "no fuera entrenador" a Ibon Navarro -"¿cómo siendo ingeniero le iba a decir que fuera entrenador?", admite- y que a finales de los 60 se fue a Nueva York para aprender de los mejores. Una experiencia en la que fue pionero y que, a priori, sólo iba a durar unas semanas, pero se acabó extendiendo por una temporada entera.
"A mí siempre me gustó moverme mucho. En aquella época la verdad es que nosotros aquí nos inventábamos el baloncesto y sin ningún mérito (ríe). Te imaginabas y decías: yo creo que lo que hay que hacer es esto. Y luego venía el árbitro y te decía: oye Xabier, que eso no se puede, que eso es falta… Y cosas así. Ahora ya no pasa. Pero es bonito pensar que todo lo que te gustaba como es el baloncesto, luego se ha desarrollado", comenta Añua, que recuerda como si fuese ayer ese primer viaje a Nueva York "para aprender de los mejores".
"Me gustaba estar por todos los sitios. Y fui a Nueva York a ver si estaba un mes y al final estuve un año. Yo le había dicho a mis amigos de aquí: voy a llegar allí, un aldeanito de Vitoria, y no me van a hacer ni puto caso. Además, así pequeñito… Total, que fui, me presento allí en el Madison Square Garden y me mandan al entrenador ayudante y le digo que es que quería ver un poco el entrenamiento, a ver si podía… Y me dice: espera cinco minutos. Se va al vestuario y vuelve con un libro y me dice: este es el libro de cómo juega el equipo, cómo se entrena y cómo se hace todo. Y yo me decía: pero… ¡si me está dando el libro que es como un secreto! Y le dije: y ¿por qué me has dado esto? Y me da una contestación muy americana y me dice: es que cuando tú te lo aprendas, yo tengo que estudiar más porque si no me vas a comer. Así que tú estúdiatelo que eso me obliga a mí a estudiar más para entrenar", explica.
"Esa es la filosofía americana total. Luego vas allí y te abren las puertas. Esas cosas son muy buenas y me imagino que no habrán cambiado, porque en eso Estados Unidos no cambia mucho", algo a lo que, precisamente, también se acoge para argumentar por qué ha tardado tanto en llegar un español a ser entrenador jefe de la NBA. "Ahora han cambiado algo las cosas y ahora se forman mucho. Hay escuelas de entrenadores y eso antes… ¡Si lo inventábamos todo nosotros! Y hay entrenadores que crean estilos. De aquí de Vitoria están Pablo Laso, que es el mejor de todos y también Ibon Navarro, que es de lo mejor. En sus estilos, en su todo", dice.
Y todo se debe a cómo entienden el baloncesto... y lo aplican desde el banquillo. "Ellos desarrollan su idea… A Pablo, que yo lo hice debutar con 16 años aquí, cuando lo oyes ves que está tratando de crear un desarrollo profundo. Y no es por dinero. Eso ni hablar. Van a entrenar bien en donde mejor puedan. Y eso es lo que hace que al final entrenar te dé para vivir, porque no se puede pensar en que vas a entrenar para ganar mucho dinero. Entrenar es un oficio y si estás bien formado y no piensas en sólo el dinero, lo consigues. Yo pensaba que eso iba a costar, pero no, porque ahora hay entrenadores nuevos, que están entrenando y que lo hacen como oficio, pero no como oficio rico".
Eso sí, para él, debería de darse un paso más a la hora de formar a nuevos técnicos. "Formación empieza a haber muy buena, pero yo creo que el colegio de entrenadores tendría que hacerlo a lo grande. Vamos a traer una organización buena, que vengan a formarse aquí, a hacerlo con todos los entrenadores. Porque a mejores entrenadores, mejores jugadores y mejores equipos". Aunque en este sentido, y mostrando la misma filosofía que Jordi Fernández dejó patente durante su presentación con los Brooklyn Nets, habla de la importancia de la formación de jóvenes, que en España y Europa a veces parece que queda diluida porque se ficha a jugadores ya con experiencia.
"Estados Unidos tiene una ventaja sobre Europa y es que los clubes buenos buscan a los jóvenes. Los están buscando constantemente, en la NCAA y cuando empiezan a despuntar ya pasan a la NBA y eso lo hacen muy bien. Aquí es que traemos mucho de fuera y eso debería intentar que no fuera así y formar más jóvenes de aquí", mantiene.
El “Aíto, tienes que ser entrenador”, el Barça de Grimau padre y el 'no' a Ibon Navarro
La realidad es que si Añua habla con propiedad de todas estas cosas es porque, desde luego, que tras más de 70 años ligado al baloncesto se lo ha ganado con creces. Sobre todo cuando fue quien descubrió la faceta de entrenador de tantos técnicos célebres como la de Aíto García Reneses. "Me acuerdo de que yo a Aíto lo tuve en el año 63, porque era el Campeonato de Europa Júnior. Pepe Laso, el padre de Pablo, era el entrenador y yo era su ayudante y allí conocí a Aíto. Luego me preguntaban: ¿tú ves ahí algún jugador que sea bueno? Y yo no lo veía, pero lo que sí que vi era que en el equipo había varios que podían ser entrenadores y uno era Aíto. Y dije que iba a ser un entrenador tremendo. Ese año o al siguiente lo fiché para jugar porque era yo entrenador. Y puedo decir que a las tres semanas ya sabía mucho más que yo. Con Aíto me pasó que llegué un día a recogerle para jugar y hablando vi que sabía más que yo. No le dije nada, pero a las tres semanas ya no me resistí y le dije: Aíto, joder, sabes más que yo. Son cosas bonitas que ahora ya no suceden porque están esas escuelas de entrenadores y el entrenador es una persona muy preparada", cuenta. Y pone el caso de Roger Grimau.
"Yo entrené a Grimau padre y era muy tímido. No era un gran jugador, pero estaba bien. Eso era cuando estaba yo en el Barça. Entonces, cuando ya lo dejé, me dijo: Javi, tú crees que puedo ser jugador y tal… Y le dije que sí, que si le ponía voluntad sí, Y que si luego era entrenador, que se preparase a fondo para eso. Y eso es algo que también Roger Grimau ha vivido", comenta, aunque esos consejos que dio a Aíto García Reneses y a Grimau… No fueron en la misma línea con el actual técnico de Unicaja, Ibon Navarro.
"Vitoria es cuna de entrenadores. Está Pablo, está él… También David Gil, que es entrenador asistente en Baskonia y yo le digo que con todo lo que sabe podría ser primer entrenador. Me gustan mucho porque lo hacen muy bien, están muy bien formados. Pero yo con Ibon Navarro tengo una anécdota. Yo le entrenaba y a él le gustaba entrenar y un día me dice: oye Javier, mira yo es que soy ingeniero químico, ¿qué crees que debería hacer? ¿Ser ingeniero o entrenador de baloncesto? Y yo tengo una carta que nos escribimos, porque estaba fuera, y le dije: ¡ni se te ocurra ser entrenador! Siendo ingeniero químico, que te ofrecen un trabajo estupendo… ¡Ni se te ocurra! Y al día siguiente no me hizo ni caso y pumba, se hizo entrenador y fíjate qué bien", recuerda entre risas.
"Al final son entrenadores, como he dicho antes, de oficio. Que trabajan y trabajan y que crean su propio estilo y ven esto como un oficio, no por el dinero, y llegarán lejos. Y por eso en un futuro, porque ahora hay más así, habrá más que como Jordi Fernández lleguen a la NBA, porque hay gente muy buena y muy bien formada", asegura.