España no se merece a los Hispanos
![La selección española de balonmano celebra la victoria ante Polonia en el Mundial. /REUTERS](http://s3.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202301/29/media/cortadas/HispanosPoloniaMundialBalonmano-RyY2dDx89TA67oN5tpi5sMO-1200x648@Relevo.jpg?w=569&h=320)
Con los Hispanos, la hoja de servicios siempre por delante. Tomemos de referencia el último decenio de la Selección española masculina de balonmano. Cojan aire: 2023, bronce en el Mundial de Polonia y Suecia; 2022, plata en el Europeo de Hungría y Eslovaquia; 2021, bronce en los Juegos de Tokio y bronce en el Mundial de Egipto; 2020, oro en el Europeo de Austria, Noruega y Suecia; 2018, oro en el Europeo de Croacia; 2016, plata en el Europeo de Polonia; 2014, bronce en el Europeo de Dinamarca; 2013, oro en el Mundial de España.
Lo de esta selección es un milagro que ni usted ni yo nos merecemos. No se trata de buscar culpables, somos todos. Yo más que usted. Todos excepto un puñado de enamorados de la España de provincias que, en un ejercicio de filantropía deportiva sin precedentes, se encargan de fabricar jugadores fuera de serie, con solo dos posibles vías de salida al más alto nivel: el Barcelona o el extranjero, como es el caso de 16 de los 18 Hispanos que disputaron el Mundial. España es la cantera de media Europa y nuestros entrenadores los más reputados del mundo.
"¿Cuánta gente ve el balonmano en tu país?", me preguntaba una periodista danesa en el hotel de concentración antes de las semifinales. Y yo acudí orgulloso en busca del tuit de Teledeporte para darle un dato extraordinario del partido épico de cuartos ante Noruega: "400.000 de media y más de 600.000 en algún momento de las prórrogas". La mujer se quedó anestesiada. "¿Qué dices? ¿Tan pocos? Y, sin embargo, tenéis un equipazo", sentenció. Si le llego a dar los datos de audiencia de la ASOBAL, se la tienen que llevar en ambulancia. Los 30.000 espectadores de bastantes partidos en la época de GOL o los escasos millares de concurrentes que se dan cita, en la actualidad, en algunos duelos de la LaLigaSport TV, como confirma a Relevo una fuente reputada en el 40x20.
Buenos días y #FelizJueves
— Teledeporte (@teledeporte) January 26, 2023
🔥El de ayer fue un día grande🔥
🤾♂️Con al Mundial de Balonmano, 400.000 espectadores de media siguieron el duelo (4,1%) y llegaron a ser 634.000 con las prórrogas (5,8%).
👏GRACIAS y nos vemos el viernes a las 18:30h. y las semis#HispanosRTVE26ene pic.twitter.com/LIiAQudd1f
No se puede comparar el interés que despierta el balonmano en España con el caso de Dinamarca. Un país que, con 5.8 millones de habitantes (un octavo de la población española), logró convocar frente a la tele, por ejemplo en la fase preliminar del Mundial de 2019, entre 1.2 y 1.8 millones de espectadores, según el día. El ejército de Landin y Hansen obtuvo en partidos de grupo cuotas de entre el 58% y el 78%. Se dice pronto. Allí también siguen mucho el fútbol, pero son capaces de sortear el árbol y divisar el bosque.
Tampoco se puede equiparar, ni de lejos, el seguimiento que tiene este deporte en España, hoy por hoy, con Alemania, Noruega, Francia o Suecia, a la que privamos del bronce mundial este domingo en su casa. Por eso, es maravillosamente absurdo lo que, año tras año, este grupo de emigrantes, casi anónimos en su patria, consigue en los grandes campeonatos. "En el balonmano somos tres y estamos peleados cuatro", decía Jorge Maqueda en una entrevista a Relevo. "Es una pena que la Selección vaya así de bien, y España está como está", completaba.
El análisis de la caída de la popularidad del balonmano en España es multifactorial y complejo. Aquí y ahora solo tocaré un punto: el desconocimiento. Es muy difícil acudir a un partido de los Hispanos o a una Final Four de la Champions en Colonia y no enamorarte del balonmano. El espectáculo de un juego frenético, sin apenas pausas, la festiva puesta en escena en los pabellones, la convivencia de las aficiones, la cercanía de los ídolos... Y, sin embargo, no somos capaces, ninguno de los actores, de transmitir el mensaje con éxito.
Tampoco ayuda a hacer comunidad tener una liga doméstica con un ganador que, desde hace más de una década, se sabe de antemano. El Barça no es culpable de su monopolio deportivo. Sería como señalar al estudiante que saca sobresalientes y afearle que revienta el nivel de la clase. Muchos de los 'Erasmus' de la selección, populares y bien pagados en sus destinos laborales, querrían volver a jugar en su país de origen. Pero, de momento, no se dan las condiciones, salvo en el oasis blaugrana. Todos tenemos que seguir remando. La verdad duele y la generalización es injusta con los devotos del 40x20 que aún resisten. Pero con un 96% de fiabilidad, podemos afirmar que no nos merecemos a los Hispanos.