BALONMANO

¿Qué esconde la profesionalización de la Liga Asobal y por qué hay equipos en contra?

Ante la confusión de varios jugadores, Relevo trata de explicar cuáles son los cambios en la máxima categoría del balonmano español.

El Viveros Herol BM Nava certificó o su ascenso a la Liga Asobal en mayo tras vencer al Trops Málaga./Antonio de Torre
El Viveros Herol BM Nava certificó o su ascenso a la Liga Asobal en mayo tras vencer al Trops Málaga. Antonio de Torre
Daniel Arribas

Daniel Arribas

Hace solo unos días, en este mismo medio, uno de los más brillantes jugadores de la historia reciente de la selección española levantó la liebre. "Si te digo la verdad, aún no sé qué herramientas nos da la profesionalización de la Asobal para mejorar lo que tenemos", reconoció Antonio García, campeón del mundo en 2013 con los Hispanos y todavía hoy, con 39, en las filas del Granollers. Resulta llamativo, cuanto menos: uno de los pilares fundamentales de la liga confiesa desconocer qué ha cambiado desde el pasado 28 de junio, día en el que, tras un año de moratoria, se hizo efectiva la profesionalización de la competición aprobada por el CSD en julio de 2022.

Sin embargo, García no es el único. Ni mucho menos. El lateral de La Llagosta se erigió como la voz de un colectivo, el de los jugadores e integrantes de los 16 equipos que conforman la Liga Asobal, y que, entre circunloquios y titubeos, no terminan de saber cómo responder a la pregunta del millón. ¿Qué implica la profesionalización de la máxima categoría del balonmano español?

Así, para explicar algo que de entrada parece complicado, parece que lo mejor es rebobinar, comparar y exponer diferencias. De ello se encarga Fernando Corral, secretario general de Asobal desde junio de 2020. "Realmente, a los jugadores no les cambia mucho. Que la liga se convierta en profesional no debe afectarles a su relación con los clubes", advierte al otro lado del teléfono.

Los jugadores del FC Barcelona, en el Palau. FCB
Los jugadores del FC Barcelona, en el Palau. FCB

Lo que sí cambia, y eso es seguro, es la propia denominación de la competición. "Es como si el Consejo Superior de Deportes le hubiera puesto una pegatina a la Liga Asobal para distinguirla como profesional", indica Corral. "Y esa competición, que es la primera categoría del balonmano español, desde ese mismo momento pasa a estar gestionada por un ente llamado Liga profesional Asobal".

Pero un momento, antes de seguir, ¿la liga y la empresa que la gestiona comparten nombre? ¿Es posible que ambos se llamen Asobal? Pues sí, no habéis leído mal. Para rizar aún más el rizo, la máxima categoría del balonmano español, esa en la que juegan García, Gonzalo Pérez de Vargas y otras tantas estrellas —denominada Liga Plenitude Asobal—, tiene un nombre prácticamente idéntico al ente que lo gestiona: Liga profesional Asobal.

"Tenemos una posición de coordinación, ya no estamos sometidos a la Federación"

Fernando Corral Secretario General de Asobal

Aclarado esto, retomemos. ¿Qué es lo que ha cambiado? ¿Qué hay de diferente en la liga Asobal de hoy, finales de 2023, respecto a cualquier día de 2022? "Lo más importante es que antes la Asobal hacía las cosas 'de alquilado', tenía que pedir permiso para todo. Y ahora es el dueño", asegura Corral. "Es decir, ya no tiene flotando sobre sí esa nube llamada Real Federación Española de Balonmano".

Ahora, en vez de flotar por encima, la nube se sitúa a la misma altura, según el abogado. "Estamos en igualdad de condiciones", añade al otro lado del teléfono. "Por lo demás, Asobal sigue cumpliendo las mismas funciones: organizar la competición, fijar las condiciones económicas de los equipos ascendidos [ahora se piden cerca de 75.000 euros, mientras que antes de la profesionalización se exigían 56.000], controlar los presupuestos y los vínculos laborales de los clubes o gestionar la venta de los derechos televisivos [se acaban de vender por cinco temporadas a razón de un millón de euros por año a la plataforma LaLiga+]".

Antes, eso sí, en esa suerte de estancia como alquilado de la que habla Corral, la Asobal debía pasar cualquier decisión por diversos filtros. Pongamos un ejemplo. Antes de la profesionalización, la liga era quien daba parte al comité de competición y era éste quien permitía ascender o no a un equipo en base a sus criterios. Ahora, si un club asciende a la máxima categoría del balonmano español, es Asobal quien le exige todo (cuentas, auditorías, contratos) y, he aquí la gran diferencia, quien tiene la última palabra sobre el ascenso en cuestión. "Indudablemente, tienes más libertad", reconoce el secretario general. "Pasas a ser el responsable de todo".

Esa carga, no obstante, puede convertirse en un arma de doble filo, como explica a este medio Rubén Garabaya, campeón del mundo con España en 2005 y actual entrenador del Sinfín cántabro, colista de la categoría. "Es un paso adelante muy importante, pero no te garantiza el éxito", indica. "La responsabilidad es enorme y las medidas que se tomen de ahora en adelante pueden ser muy buenas, pero también pueden hacer mucho daño. Al final, cuando la bolsa está llena, las repercusiones tienen un daño limitado, pero cuando la bolsa está prácticamente vacía, como es el caso, hay que andar con pies de plomo".

¿Por qué hay equipos de la Asobal en contra de la profesionalización?

Así, tras subirse a un tren en el que ya viajaban LaLiga —primera y segunda división del fútbol masculino—, la Finetwork Liga F de fútbol femenino y la Liga Endesa de baloncesto masculino, la Liga Plenitude Asobal es desde este verano la quinta competición profesional de nuestro deporte, alcanzando un estatus ansiado por la Liga Nacional de Fútbol Sala y otras tantas entidades deportivas en España.

Sin embargo, desde ese mismo mes de junio, y para sorpresa de muchos, existe cierto descontento en algunos de los clubes más humildes de la máxima categoría del balonmano español. Sí, habéis leído bien. Hay equipos de la Asobal, o al menos ciertas partes de esos equipos, que preferían haber evitado la tan aclamada profesionalización y mantenerse, así, en el amateurismo.

El presidente del Cangas, Alberto González, en el centro de la imagen. Federación Galega Balonmán
El presidente del Cangas, Alberto González, en el centro de la imagen. Federación Galega Balonmán

¿Pero por qué? ¿Cómo es eso posible? Sin entrar en terreno pantanoso, Alberto González, presidente del Frigoríficos del Morrazo, club de la localidad de la provincia de Pontevedra y penúltimo clasificado de la competición, dio una pista hace unos meses en La Voz de Galicia. "Vemos más peros que puntos positivos [en la profesionalización]", lamentó, hastiado por las obligaciones a las que están sometidos desde el cambio. "Ahora tenemos más gastos y los ingresos van a ser los mismos que la campaña anterior, con lo cual, los perjuicios son todos; y los beneficios, ninguno".

Al otro lado del teléfono, Fernando Corral recibe con resignación las quejas del directivo gallego, pues ni son las primeras ni serán las últimas procedentes de la parte baja de la tabla. "No sé cuántos clubes de la Asobal se auditaban antes de la profesionalización, pero te diría que no más de seis", asegura. "Ahora, con la nueva denominación, todos los clubes tienen que traernos una auditoría al inscribirse. Están obligados por ley. Del primero al último".

¿Y qué dice la Federación a todo esto?

Francisco Blázquez, presidente de la Real Federación Española de Balonmano (RFEBM), entiende que haya clubes que prefieran vivir fuera de esa burbuja en la que todos, sin excepción, han de dar explicaciones. "Tenemos una estructura delicada en el mercado económico de muchos equipos y creo que la profesionalización es una exigencia económica extra [para los más humildes]", asegura a Relevo.

"Lo que no entiendo es ese punto de queja ahora", matiza. "Son ellos los que en su momento votaron con unanimidad que la liga se convirtiera en profesional. Yo, como presidente, veo la situación de los clubes, veo su economía y me pregunto si de verdad era el momento, si de verdad estábamos preparados. Si los clubes creen que sí, adelante, ahí estaré para apoyarles, porque creo que es un objetivo hacia el que tenemos que caminar, pero creo que en estos momentos este no era el escenario. Había muchos pasos previos que se podían haber dado antes".

Francisco Blázquez, presidente de la RFEBM. Damian Arienza
Francisco Blázquez, presidente de la RFEBM. Damian Arienza

Además, el presidente federativo, en el cargo desde 2013, no ha querido perder la oportunidad para estrechar lazos con la liga y finalizar, de una vez por todas, con las constantes discrepancias entre ambas entidades. "Habrá diferencias hasta que ellos quieran", expone por teléfono. "Nosotros siempre les tendemos la mano y lo único que queremos es llevarnos bien. Hasta ahora, ese ha sido mi gran debe como presidente: no conseguir una relación estable y de armonía con la Asobal".

Eso sí, Blázquez también ha querido matizar las palabras de Corral sobre esa supuesta igualdad de condiciones entre la liga y el ente federativo. "Vamos a ver, la Ley del Deporte lo dice muy claro", reclama, firme. "Asobal tiene que asociarse a la Federación. No hay otra. Todo el mundo depende de la Federación. Otra cosa es que la liga como tal se profesionalice".

Así, con el último desencuentro entre ambas partes aparentemente superado, todo avanza en una extraña calma tensa hacia la asamblea convocada por Asobal para el próximo 12 de diciembre, cuando la liga decidirá su futuro más inmediato. "Lo más importante a corto plazo es establecer el nuevo convenio colectivo con los trabajadores", sentencia Corral. Después entrarán a decidir cuestiones como el presupuesto, el devenir de la Copa Asobal o las retransmisiones televisivas, donde las luces led de los pabellones o las pegatinas del parqué toman un papel fundamental. "Si esto se hace bien durante muchos años, al final los derechos de televisión no se van a vender por un millón, sino por tres o por cinco".