BALONMANO

Las siete vidas del Hispano Gurbindo: "Me llegué a ver fuera del balonmano"

El lateral del Kiel se enfrentará al Barcelona el sábado en las semifinales de la Champions, su penúltimo servicio antes de recalar en el Besiktas turco.

Eduardo Gurbindo (36) lanza a portería en un partido con el Kiel. /SWEN PFÖRTNER / DPA
Eduardo Gurbindo (36) lanza a portería en un partido con el Kiel. SWEN PFÖRTNER / DPA
Andrés G. Armero

Andrés G. Armero

Cuando uno piensa en los valores del deporte, se le vienen a la cabeza personas como Eduardo Gurbindo (Pamplona, 1987). El lateral derecho del Kiel alemán, equipo en el que recaló esta temporada para suplir una lesión, disputará a sus 36 años las semifinales de la Final Four de la Champions en Colonia contra el Barcelona, un club en el que militó hace una década.

"Ha sido un año atípico porque vine a suplir la baja de un compañero. Mi rol fue significativo hasta diciembre y, cuando se recuperó, la tendencia ha sido jugar menos", explica el navarro a Relevo. Tras sus experiencias internacionales en Nantes y Bucarest, al legendario Hispano 'Gurbi' le ha tocado "un año complicado, pero gratificante" en Alemania, donde el todopoderoso Kiel sólo ha podido ser cuarto en la competición doméstica. "Una temporada dura porque la gente aquí está acostumbrada a ganar, al caviar; pero ahora tenemos una oportunidad de dar la sorpresa contra el Barça", dice.

Será el penúltimo servicio para el Kiel de un jugador de muchos quilates, con una visión de juego privilegiada. Tras la Final Four en el Lanxess Arena de Colonia, le esperan dos temporadas en el Besiktas turco. Allí recalará merced a una charla con el entrenador Oliver Roy y a los intercambios con su excompañero Cédric Sorhaindo, con los que coincidió en el Barcelona: "Me sedujo la idea y lo hablé con mi mujer. Tenemos ganas de una experiencia en una liga que a priori será más tranquila que la alemana".

La Bundesliga ha sido una aventura que no olvidará. "Es muy exigente, muy física, todos los partidos son una final, no es como en España. Ese estilo tan brusco, de tanto uno contra uno, de pegarte tanto, no me viene muy bien. He tenido que buscar un poco los huecos, las jugadas, la forma de intentar adaptarme al equipo", explica antes de rendirse ante la profesionalidad germana. "Son máquinas de trabajar, disciplinados, siempre hacen todo lo que el entrenador y el preparador físico les mandan. Me voy orgulloso de haberlo vivido", comenta.

La intensidad de la liga alemana es un juego de niños en comparación con lo que le sucedió hace cinco años, cuando militaba en el Nantes y su carrera se frenó en seco. En mayo de 2019, tras suturarle el menisco de la rodilla derecha, le dieron una recuperación de cuatro o cinco meses. Nada más lejos de la realidad. El lateral se tuvo que someter al medio año a otra operación, para extraerle parte del menisco, que tampoco terminó de solucionar sus problemas.

Fue a raíz de hacer tres infiltraciones de PRP (plasma rico en plaquetas) cuando empezó a divisar la luz; y salió del túnel año y medio más tarde. "Me llegué a ver fuera del balonmano: lesionado, cojo... Fue muy duro, se te pasan mil cosas por la cabeza, pero muchas veces lo recuerdo para decir: 'Joder, estabas fatal, depresivo, no tenías ganas de nada... acuérdate de ese momento y valora un poco lo que tienes ahora y que te han dado, entre comillas, una segunda oportunidad'. Y así intento aprovechar cada día".

Eduardo Gurbindo, a la derecha, mira a Raúl Entrerríos en las semifinales de los Juegos de Tokio.  F. COFFRINI / AFP
Eduardo Gurbindo, a la derecha, mira a Raúl Entrerríos en las semifinales de los Juegos de Tokio. F. COFFRINI / AFP

Gurbi fue capaz de superar todo aquello para llegar a tiempo a los Juegos de Tokio y colgarse el bronce con los Hispanos. "Tenía la ilusión de ir a esos Juegos, que era uno de los objetivos que me había marcado hace ya años, y pude realizar ese sueño. Eso me dio mucha fuerza para seguir", afirma. Los de París, en principio, no serán ya para él, pero estará como siempre cuando se le necesite. "Hay jugadores muy en forma y que han jugado durante toda la temporada, yo he tenido un papel más secundario", comenta.

El lateral, padre de un niño de tres años y una niña de dos meses, es uno de los mejores ejemplos para las nuevas generaciones de jugadores. Tras pasar por su Portland San Antonio, Torrevieja, Valladolid, Barcelona, Nantes, Dínamo Bucarest y Kiel, vivirá el octavo capítulo de su historia en Turquía. Dos años en los que seguirá dando guerra, aún no se sabe si serán los últimos. A él le "habría gustado acabar en Pamplona, poder jugar de nuevo con el Portland", el lugar donde empezó todo. Eso ya no será posible porque el proyecto navarro se diluyó. Pero si alguien sabe reinventarse y buscar otro final a su altura ese es Eduardo Gurbindo, una leyenda del balonmano español.