BOXEO

Eubank mantiene el honor en su familia tras derrotar a Conor Benn

Chris Eubank Jr. venció, por decisión unánime, a Conor Benn en un combate disputado en Londres. No había título, pero el honor de dos familias estaba en juego tras 30 años de rivalidad.

Chris Eubank Jr. golpea a Conor Benn durante su combate en Londres./Matchroom Boxing
Chris Eubank Jr. golpea a Conor Benn durante su combate en Londres. Matchroom Boxing
Álvaro Carrera

Álvaro Carrera

La cara de Conor Benn se descompuso en mil pedazos al escuchar el veredicto. Los números empezaron a retumbar en su cabeza al saber que la historia se le escapaba de las manos. En juego no había un título… era peor. La historia y una rivalidad legendaria se queda del lado de sus enemigos. El gesto, duro y resignado contrastó con el victorioso Chris Eubank Jr., quien se lo llevó por decisión unánime (triple 116-112). Era el final de un capítulo que había comenzado mucho antes de que ellos nacieran, escrito por sus propios padres a golpes de orgullo y desprecio.

La rivalidad entre Nigel Benn y Chris Eubank Sr. había dividido a toda Inglaterra en los años noventa, dejando una herida abierta en el boxeo británico. Aquel empate inconcluso en su segunda pelea (Eubank Sr. ganó la primera) fue como una deuda que la historia se negó a perdonar. Este sábado, en el Tottenham Hotspur Stadium, más de 65.000 almas presenciaron cómo esa vieja factura intentaba ser saldada por sangre nueva.

El camino hasta aquí no había sido limpio. En 2022, cuando todo estaba listo para el primer enfrentamiento, la sombra del dopaje cayó sobre Conor Benn como una maldición. Un positivo por clomifeno, excusas de contaminación alimentaria, batallas legales, licencia suspendida, reputación manchada. El combate fue cancelado y el legado de su apellido quedó en entredicho. Tardó dos años en limpiar su nombre lo suficiente como para que la pelea pudiera reprogramarse. Pero algunos fantasmas no desaparecen del todo.

En el ring, Conor Benn peleó como quien busca redención, lo que pudo ser clave al pelear algo desesperado al inicio. Desde el primer asalto intentó llevar la iniciativa, presionando con combinaciones rápidas, buscando revivir el instinto feroz que caracterizó a su padre. Pero Eubank Jr. fue más sabio. Controló el centro del cuadrilátero, midió la distancia con su jab, desbarató el ritmo de Benn y aprovechó cada descuido. En el noveno asalto, un choque accidental de cabezas abrió un corte sobre el ojo derecho de Eubank, pero ni siquiera eso quebró su compostura. La frialdad estaba en su ADN.

La pelea fue tensa, pareja en momentos, pero siempre bajo el control mental de Chris Eubank Jr., que supo imponer su técnica sobre la furia de Benn. El combate fue intenso y vibrante teniendo su culmen en el round final. Intercambio descarnado para no guardarse nada. En juego estaba el honor de un apellido. Cuando sonó la última campana, las diferencias eran claras para quienes saben mirar más allá del ruido de los puños.

En las declaraciones posteriores, Benn, todavía con la voz pesada, apenas pudo decir: "Es difícil de aceptar. No vine a perder. No fui lo suficientemente bueno. Tengo que mejorar." Eubank Jr., por su parte, saboreó su momento con calma: "Sabía que era capaz de esto. Cuando la historia llama, no puedes fallar. Hoy la familia Eubank vuelve a escribir su nombre donde debe estar."

En el fondo, este sábado no resolvió toda la historia. Ni el boxeo ni la vida suelen cerrarse con un simple combate. Pero sí dejó claro quién, por ahora, lleva el peso de los recuerdos, de las victorias pasadas y del orgullo eterno. Chris Eubank Jr. salió del estadio erguido. Conor Benn, en cambio, se llevó a casa algo más pesado que una derrota: la sensación de haber fallado en una guerra que no era sólo suya, sino de generaciones.