CICLISMO

Las ampollas de Iván García Cortina en vísperas de París-Roubaix

El asturiano culminará su séptima campaña de clásicas este domingo en el 'Infierno del Norte' con la esperanza y el objetivo de un puesto entre los diez primeros.

Iván García Cortina, sobre el pavé durante el pasado Tour de Flandes. /MOVISTAR TEAM / GETTY IMAGES
Iván García Cortina, sobre el pavé durante el pasado Tour de Flandes. MOVISTAR TEAM / GETTY IMAGES
Fran Reyes

Fran Reyes

¡Qué pasa, Cortina! ¡Choca! Y, cuando las dos manos se aprietan en un puño común, saludo cariñoso, el asturiano tensa la sonrisa. "Cuidado, cuidado, cuidado…", dice mirando a una ampolla en carne viva que le incomoda justo donde nace el pulgar de su mano derecha. Es normal: los adoquines suponen traqueteo, y las manos absorben las vibraciones del manillar. Cualquier clasicómano que lleve un mes jugándose los cuartos por los pavés del norte de Europa tiene a estas alturas de campaña, víspera del fin de fiesta en París-Roubaix, las manos perladas, cuando no plagadas, de ampollas. Y Cortina no es una excepción.

Es la séptima temporada de clásicas de Iván García Cortina (1995, Llantones), la tercera con Movistar Team, y está resultando un éxito. "Estoy contento con cómo he rendido en esta campaña", cuenta el asturiano a Relevo en las tramoyas de la presentación de equipos celebrada a las afueras del Château de Compiègne. "Me encuentro en muy buena forma, y el quinto puesto de la E3 ha significado mucho para mi desarrollo como ciclista".

Aquello fue el cruce de un Rubicón. Hasta que hace dos semanas fue quinto en la clásica belga, sólo superado por los superclases Van Aert, Van der Poel y Pogačar y su coequipier Matteo Jorgenson, que anticipó su ataque, Cortina adolecía de una actuación a la altura de su pedigrí en estas lides. "No era la primera vez que me veía así de competitivo en una clásica de primer nivel en lo relativo a la forma física, pero sí en cuanto a resultado", explica. "Ese día lo sentí como una victoria, un desahogo, una recompensa a todos estos años en que llevo intentando estar donde quiero estar: en el grupo que se juega la carrera. Porque es cierto que estos tres [los superclases] tienen otro punto más, pero detrás de ellos sí que puedo estar".

Las clásicas son tan bellas como desagradecidas. "Otras veces que estaba muy bien, he sufrido una caída o un pinchazo". O lo que pasó en el pasado Tour de Flandes. "Agarré un virus en el martes previo: estuve vomitando todo el día y perdí tres kilos. El viernes estaba todavía regular, y el domingo en carrera iba muy justo, con malas sensaciones a 100 kilómetros de meta. Pude aguantar hasta el final, pero sin hacer mucho más". Franqueó la meta de Oudenaarde en una digna 21ª posición, su mejor puesto de siempre, pero frustrado.

Otro episodio de mala suerte que guarda en mente: su pinchazo en la París-Roubaix de 2019, su tercera participación con solo 23 años, cuando iba en el grupo de favoritos, "el corte bueno para haber acabado entre los cinco primeros". Este domingo tendrá la ocasión de resarcirse. "Ésta es mi carrera favorita y quiero estar en cabeza para dar lo mejor de mí mismo". Con Wout van Aert, Mathieu Van der Poel o Filippo Ganna concursando, la victoria es una quimera. "Un top10 sería un gran resultado, y es mi objetivo". ¿Cómo lo conseguirá? ¿Esperará o atacará? "Bueno, otros años lo probé en el segundo sector de pavé, y me fue bien. Creo que es un buen lugar para moverse".