OPINIÓN

Basta ya: el ciclismo se merece algo mejor

Enric Mas, primero en la imagen, fue uno de los principales damnificados de la mala señalización en el tramo final de la Faun-Ardèche./Getty Images
Enric Mas, primero en la imagen, fue uno de los principales damnificados de la mala señalización en el tramo final de la Faun-Ardèche. Getty Images

No debería pasar por normal que en el último mes hayamos vivido tres situaciones tan surrealistas en el ciclismo de élite. Primero, los vehículos en dirección contraria que detuvieron la segunda y la tercera etapa de la Etoile-Besseges francesa, algo que, además de provocar la indignación —y retirada— de varios equipos, mandó al hospital a algunos corredores, Maxim van Gils entre ellos. Pocos días después, en la Vuelta al Algarve en la que Jonas Vingegaard y Primoz Roglic abrían sus respectivas temporadas, un error en la señalización provocó que el pelotón tomara la salida equivocada en la rotonda que precedía a la recta de meta. Solo diez días después, el caos se repitió este fin de semana en la clásica Faun-Ardèche, donde Juan Ayuso y Enric Mas lideraban la prueba antes de confundir el último giro y tirar por la borda 164 kilómetros de esfuerzo.

Al ciclismo de élite, habrá que decirlo, le sobra la música de Benny Hill. Enfrascado durante el último lustro en uno de los momentos más boyantes de su historia gracias a las gestas de Pogacar, Vingegaard, Evenepoel, Roglic, Van der Poel o Van Aert, el deporte que encumbró a los Coppi, Anquetil, Merckx, Hinault, Induráin y compañía no puede permitirse esta imagen. Sus responsables, además, no solo parecen no hacer lo suficiente para remediarlo, sino que más bien se aferran al paso del tiempo, o lo que es peor, a fríos comunicados con los que justificarse a ojos de la evidente minoría de aficionados que frecuenta las redes sociales.

La Unión Ciclista Internacional, por cierto, la principal garante de que lo que sucede en este deporte transcurra bajo el paraguas de lo seguro, anuló a todos los efectos el resultado de la etapa de Algarve en la que 'Pippo' Ganna levantó los brazos en solitario mientras decenas de corredores pugnaban por un sprint inexistente en la calle equivocada. Llama la atención, por tanto, que menos de dos semanas después, el órgano que rige el ciclismo mundial no hiciera lo propio en la clásica francesa donde Ayuso, Mas, Hirschi, Romo y demás ciclistas de relumbrón cruzaron la línea de meta derrotados por la propia organización de la prueba. Nadie les devolverá la opción de luchar por la victoria. No habrá forma, pues, de que sus equipos opten a unos puntos UCI que ya se han apuntado otros.

David Lappartient, presidente de la UCI, posa junto a Paul Kagame, presidente de Ruanda. @UrugwiroVillage
David Lappartient, presidente de la UCI, posa junto a Paul Kagame, presidente de Ruanda. @UrugwiroVillage

Entretanto, el órgano que preside David Lappartient, quien se reúne estos días en Ruanda con Paul Kagame, presidente del país que el próximo septiembre acogerá un Mundial rodeado de controversia, se empeña en aplicar un sistema de tarjetas que ni los propios afectados terminan de entender. "La sanción la acepto y me parece bien, pero no sé, es raro", sugirió en el Twitch de 'A Pie de Puerto' y 'A la Cola del Pelotón' el joven Iván Romeo, esperanza del Movistar Team que recibió una amarilla por desplazar a un rival en uno de los finales de etapa de la Vuelta a la Comunidad Valenciana. "Ese mismo día había un cruce a 15 kilómetros de meta en el que casi nos matamos: tuvimos que saltar una isleta de 20 centímetros que no estaba señalizada. Al final, no sé cómo no pasan más cosas. [...] A mí me sacan amarilla y todo bien, pero el día que nos caigamos 50 porque no han mandado a alguien a revisar la carretera, a ver a quién le sacan la tarjeta".

Así, mientras Lappartient agenda estos días diversos encuentros con medios internacionales para dar lustre a su candidatura a la presidencia del Comité Olímpico Internacional (COI), los padres de Muriel Furrer se hartan de lamentos y exigen responsabilidades. Y no es para menos.

Según relata una profunda investigación de 'The New York Times', a eso de las 11:03 del pasado 27 de septiembre, Furrer sufrió una fortísima caída en el Mundial de Zúrich. A las 11:58, aún sin noticias de la joven helvética, la británica Cat Ferguson ganó el arcoíris por delante de la española Paula Ostiz. A las 12:36, con la prueba ya terminada, los padres de Furrer seguían sin conocer el paradero de su hija. Las llamadas a su teléfono no daban respuesta. Nadie sabía nada. No fue hasta hora y media después de su caída cuando un juez de la UCI los abordó para informarles de lo sucedido.

Las ambulancias llegaron al lugar de los hechos a eso de las 12:45, casi dos horas después del accidente. Fue entonces cuando la suiza fue trasladada al hospital con una fractura en el cráneo. Nada pudieron hacer para salvarle la vida. Muriel Furrer falleció el 28 de septiembre de 2024, con 18 años recién cumplidos. Casi medio año después de su muerte, y con el debate por la seguridad a la orden del día en el ciclismo de élite, la Fiscalía de Zúrich mantiene abierta la investigación para determinar si existen "pruebas de conducta delictiva" desde alguna de las partes implicadas.