Miguel Induráin: "Hay jóvenes que no me conocen, pero miran el móvil, ven vídeos y rápidamente se sitúan"
El pentacampeón del Tour atiende a Relevo y reflexiona sobre el pasado, las enfermedades de los amigos, el ciclismo moderno y las nuevas generaciones.

Son la ocho de la mañana y el sol todavía no ha despertado. El termómetro roza los cero grados y desde la ventana, las farolas alumbran pequeños copos de agua nieve. "Pues no hace mal día", afirma Miguel Induráin (Villava, 1964), todavía en vaqueros, mientras unta una tostada con mantequilla y mermelada de melocotón en el comedor del hotel.
Dice el campeón de cinco Tours de Francia que no hace mal día porque la nieve no va a cuajar y porque, claro, él las ha visto de todos los colores. Desde luego, mucho peores que unos simples copitos. Tras apurar el café y un zumo de naranja, Induráin se enfunda el maillot como embajador de Sports Santander y empieza a pedalear por las calles de O Barco de Valdeorras. Por delante, una jornada de casi 70 kilómetros por el interior de Orense, entre las aguas del río Sil y viñedos nevados. Le acompaña un grupo de unas 30 personas, aunque algunas se bajan (el que escribe esto, entre ellas) pasado el km 50.
"En el ciclismo de antes, sin datos, vatios y pulsómetros, la lucha era conocerte"
Ex ciclista"Hoy vamos suave que mañana toca contrarreloj", bromea el hombre que dominó los años 90 del ciclismo con una superioridad pasmosa. Aunque se retiró hace ya un cuarto de siglo, sus piernas guardan todavía parte de esa potencia que hicieron de él un ciclista único. Tras completar casi sin inmutarse el recorrido, parte de la tercera etapa de O Gran Camiño, patrocinada por Banco Santander, atiende a Relevo y reflexiona sobre el pasado, las enfermedades de los amigos, el ciclismo moderno y las nuevas generaciones.
Decía Claudio Chiapucci en una entrevista con Relevo que usted había sido su montaña más dura. ¿Cuál ha sido esa montaña para Induráin?
Claudio se vende bien, sabe hablar y se enrolla fácil. Yo he tenido muchas montañas duras. Mi montaña más dura ha sido pelear con la montaña. Yo era un ciclista rodador, de peso y tuve que meter muchas horas para andar a paso en la montaña. Por suerte, en mi época no había los rampones que hay aquí hoy en día. Eran puertos más llevaderos y a base de horas de entrenamiento mejoré en la montaña.
También se quejaba Chiapucci de que el nuevo ciclismo es menos instintivo. ¿Qué reflexión hace usted al respecto?
Me gusta el ciclismo y el ciclismo ha evolucionado, ha cambiado. Como en otros deportes, ha llegado la tecnología. Es normal. Mi época era de otra forma. Ahora los corredores se aprovechan de la tecnología y los datos que tienen. Te tienes que adaptar a los tiempos, todos los deportes cambian y el ciclismo también ha cambiado. Es ley de vida, hay que adaptarse a lo nuevo, a la tecnología, a los móviles...
¿Tenía pesadillas el Induráin ciclista?
Yo dormía bien, lo difícil era trabajar y pasar las lesiones para coger el estado de forma. Tenías tus luchas y tus peleas para llegar al Tour lo mejor posible y no había tantas referencias como ahora de datos, vatios, de pulsómetros. Tenías que ir un poco más a ojo, conocerte. La lucha era esa, eso era lo que más te preocupaba. El resto, nada. Si entrenabas y si tenías las cosas bien, no había problema.

¿En algún momento te llegaste a sentir imbatible?
No, en el ciclismo cualquier despiste... el rival está cerca. Por mucho que hayas ganado, por mucho que estés bien, yo tenía buenos rivales y sabía que todo se puede torcer en nada, en una caída, que las he tenido, en cualquier momento. Nunca me he sentido imbatible. Hasta que no llegas a París no tienes nada asegurado.
Echando la vista atrás, ¿de qué está especialmente orgulloso?
He tenido muchos momentos buenos y por suerte no he tenido tantos malos. Me quedo con lo que me dice la gente de mí. Hoy en el grupo había gente de mi edad que lo vivieron muy intensamente y te dan las gracias por esos momentos, esos recuerdos. Eso, como deportista, que la gente haya disfrutado de tu carrera me hace sentirme orgulloso. Ahora todo pasa muy rápido, pero la gente que vivió aquellos años se acuerdan y te dan las gracias por haberles hecho disfrutar. Aunque hayan pasado ya casi 30 años, eso me hace sentir orgulloso.
¿Y los jóvenes te conocen?
Algunos sí, los que son aficionados al ciclismo, y otros no me conocen. Si no me conocen, miran el móvil y empiezan a ver vídeos y ya rápidamente se sitúan.
En la lista de los mejores deportistas españoles, con Nadal, Seve, Alonso, Ángel Nieto… ¿qué lugar ocupa Miguel Induráin?
A mí es el que más me gusta porque me gusta la bici, pero para gustos, colores. Para el que le gusten las motos será Ángel Nieto, al que le guste el golf será Ballesteros, al que le gusten los coches Alonso… Cada uno elige, es muy difícil comparar épocas y deportes. A mí me gustan el ciclismo y el atletismo y es lo que más sigo y los deportes que no has practicado no sabes valorarlos bien. Cada uno que elija el que más le gusta.

Cuando ve ahora deportistas que alargan carreras cerca de los 40 años o incluso más al máximo nivel, como Federer, Valverde o Nadal… ¿se arrepiente de haberse retirado con 33?
En aquella época, Merckx o Hinault se retiraron a mi edad. Había alguno que sí estiraba la carrera y llegaba a los 40, como Zoetemelk, pero normalmente empezabas prontito, hacías muchos kilómetros y al final era una cuestión de mentalidad. Físicamente además ibas a menos. Cada uno se retira cuando puede o cuando quiere. Tener una carrera larga es complicado.
Usted tiene una relación estrecha con Eusebio Unzué, ¿cómo está viviendo la enfermedad de su hermano Juan Carlos? ¿Le revuelve por dentro?
Hablo directamente con Juan Carlos, he estado en varios actos con él, en promociones para recaudar fondos para su enfermedad. Él es más conocido, pero tenemos mucha gente alrededor con problemas y enfermedades. Ya tenemos una edad en la que alrededor vas viendo mucho movimiento en ese sentido. Nos queda que se cuiden y apoyar lo que se puede. Cada uno tiene que pelear con su vida. Juan Carlos, en vez de cerrarse y cuidarse, está apoyando la causa y la enfermedad. Él tiene medios para poder cuidarse él solo y está apoyando, es de agradecer.
En el documental 'La Espada de Induráin' hay imágenes de su llegada al Mundial de Colombia con cientos de personas esperándole en el aeropuerto. Hoy en día no hay ciclistas que despierten ese fervor…
Fue llegar a un país que se vivía mucho el ciclismo, era la primera vez que llegaban los profesionales a Colombia y ahí se vive muy intensamente. En esa época los colombianos estaban muy fuertes. Fue la primera vez que fui y no he vuelto. Me están llamando ahora para que vaya, pero no consiguen convencerme.