Escapar del pelotón pero no de la guerra Israel-Palestina: "No siento rabia ni satisfacción, sí una trivialidad abrumadora"

Beihai. - Más allá de la pornografía bélica, las declaraciones políticas y las 'fake news', existen las personas. Cuando hablamos de conflictos como el palestino-israelí (o el armenio-azerí, el ruso-ucraniano, o el etíope-tigriano), es muy sencillo que la visión del bosque nos impida ver los árboles; que pasamos por alto a (y por encima de) los individuos a la hora de expresar elevadísimas opiniones y diagnosticar audaces soluciones para la complejidad.
El brazo derecho de Omer Goldstein (1996, Misgav), ciclista israelí del equipo Israel-Premier Tech, porta un discreto brazalete negro. "Por la guerra", susurra. "Estos días me siento muy conectado a mi país, porque mi familia y mis amigos están allí y sufren a causa de los ataques que se produjeron la semana pasada. Ha muerto mucha gente. Es muy triste. El Black Sabbath, 7 de octubre de 2023, fue uno de los peores días de la historia de Israel".
La familia de Goldstein reside en un lugar distante del foco de este episodio concreto: "al norte de Israel, cerca de Haifa". No obstante, también sufre episodios de terror. "Nuestro hogar está cerca de la frontera con el Líbano, otro país con el cual estamos en conflicto. No es un contexto de guerra, como en Gaza, pero aun así la situación es muy tensa y están sucediendo ataques. Tengo miedo por mi familia".
Pese a las circunstancias, Omer Goldstein continúa compitiendo. La semana pasada participó en el Tour de Hainan y en ésta, todavía en territorio chino, disputa el Tour de Guangxi, ronda final del UCI WorldTour, "Es muy difícil correr en estas condiciones", reconoce. "Tu mente está pensando en el conflicto, más que en la carrera. Apenas termina la etapa, cojo el móvil y me pongo a mirar noticias. Cuando me despierto, lo mismo. Hablo con mi familia constantemente. Pero es que el objetivo de los atacantes es frenarnos en seco, y callarnos. Por eso debemos continuar con nuestra vida, y seguir haciendo lo que debemos hacer".
Goldstein fue protagonista de la escapada en la etapa inicial de Guangxi. "Me metí para tratar de hacerme con el maillot de la Montaña", cuenta. "Por desgracia, pasé segundo por los puertos y me quedé sin él. Aun así, cogí unos segundos de bonificación que me vendrán bien de cara a la general. En lo deportivo llevaba un año malo, con muchas enfermedades que han provocado que mi nivel baje un poco respecto a la temporada anterior. Me siento feliz con mi rendimiento de estas últimas semanas".
En Hainan fue su coequipier Itamar Einhorn, campeón nacional israelí, quien compitió a gran nivel e incluso quedó segundo en la etapa del lunes 9, sólo dos días después del terrible Black Sabbath en el que estalló la actual fase del conflicto palestino-israelí. "Y no sentí nada", reconoció en declaraciones remitidas por su equipo. "Ni rabia por quedarme al borde de la victoria, ni satisfacción por ser segundo. La sensación de trivialidad era abrumadora".
Einhorn y Golstein concluyen su participación en Guangxi el próximo jueves, y no saben cuándo podrán regresar a casa. "No hay aviones a causa del conflicto, y no sabremos cuándo habrá", dice Goldstein. "Espero que sea muy pronto, para poder visitar a mi familia". Tampoco un hipotético ciclista palestino podría volver con los suyos, del mismo modo que los etíopes Mulu Kinfe Hailemichael (Caja Rural-Seguros RGA) y Negasi Haylu Abreha (Q36.5) no pudieron hacerlo mientras el gobierno de su país se enfrentó con el de su región, Tigré. La guerra no resuelve nada: sólo empeora la vida de las personas, causando miseria y tristeza. Es una obviedad, pero nunca está de más repetirla.