Eusebio Unzué relata las luces y sombras del Chava en Banesto: "No nos sorprendió el paso que dio, aunque lo sufrimos en exceso"
El ahora director de Movistar Team recuerda toda una carrera junto a la leyenda española del ciclismo en una entrevista para el documental de Relevo: 'Chava. El ciclista del pueblo'.

'Chava. El ciclista del pueblo' se detiene en diferentes puntos claves de la vida y la carrera de José María Jiménez que permanecen guardados en la retina de los aficionados más maduros al ciclismo. El documental creado por Relevo y emitido en Movistar Plus + se centra, por ejemplo, en aquella Vuelta a España polémica del 98 en la que Chava retó al entonces líder de equipo, Abraham Olano; también en la famosa subida al Angliru del 99, la primera de la historia, o al momento en que su cabeza dijo 'basta' y dejó el ciclismo. Sin embargo, el vínculo profesional de Eusebio Unzué con Chava va mucho más allá de unas cuantas grandes vueltas. El ahora manager general de Movistar Team tuvo a Chava a sus órdenes en Banesto desde 1992 hasta 2002, un total de diez temporadas en las que compartieron carretera, coche, autobús, hotel y todo lo que conlleva una concentración ciclista. Eusebio conoce como pocos la vida sobre la bici de José María Jiménez, sus momentos más brillantes, sus más polémicos y sus más tristes. Sus palabras van cargadas de nostalgia por un ciclismo que ya no existe y también de cariño, desde la distancia y el paso del tiempo, por una figura que tantos españoles aún echan de menos sobre la carretera.
¿Cuándo es la primera vez que escucha hablar del Chava Jiménez?
Creo que durante los dos o tres años previos a su llegada al equipo en su época de juvenil, cuando militaba en el equipo de la escuela de Víctor Sastre. Ahí empezamos a recibir los primeros inputs, que son un poco los motivos por los que lo fichamos. Llegó al equipo amateur a principios de los 90 y ahí es donde tuvimos la oportunidad de empezar a ver su calidad y disfrutar de las cosas que puntualmente era capaz de hacer.
Le dicen que llega un escalador, pero su cuerpo no era de escalador…
Efectivamente. La condición de escalador que tenía no se correspondía con su cuerpo, que era más de rodador que de escalador. Sin embargo, su gloria y sus grandes días fueron en etapas de montaña. Era un tiarrón y, sin embargo, era un corredor normalito en el crono y el llano. En la montaña, con 72 o 73 kilos, se defendía con los escaladores y muchas veces fue capaz de ganarlos.
¿Por qué cree que iba tan bien en montaña y regular en el llano?
Por supuesto se sentía cómodo en la montaña por sus características. Pero luego en las etapas llanas, si no eras un sprinter, poca historia da el ciclismo. Sin embargo, en su carrera él encontró una asociación con las etapas de montaña. Ahí daba esa espectacularidad que rodeó a todos sus triunfos, porque él ha tenido victorias de todo tipo. Al final era un gran escalador que además tenía una gran punta de velocidad para las llegadas. Si llegabas con él, no era fácil ganarle. Esas etapas de montaña le dieron la gloria. En el ciclismo a las etapas de montaña se les regala una parte de heroicidad que otras no tienen. Y eso, por su condición de escalador, por la espectacularidad con la que ganaba, fue formando a ese tipo carismático con el paso del tiempo. La gente empatizaba con él, vibraba y además él se encargó de alimentar ese personaje en el que se convirtió.
¿En qué momento le ven preparado para dar el salto a profesional?
En carreras de un día ya había mostrado que en contra de la lógica, por el peso que tenía, era capaz de ganar en etapas de montaña. Todas sus grandes victorias están asociadas a etapas de montaña. Desde que llegó, en amateur, desde su primer año, ya fue capaz de ganar el Circuito Montañés, que en aquellos momentos era una de las grandes referencias en los amateur, se corría en Cantabria y era muy duro. Ahí ratificó su condición de escalador. Con esa aureola pasó a profesional.
En sus primeros años coincide con Indurain. ¿Qué recuerda de esos primeros momentos?
Como en cualquier profesión, había días mejores y peores. Pero sobre todo recuerdo su empatía. En el comedor, en cualquier reunión… Sentías la diferencia si estaba el Chava y si no estaba. En cada momento era capaz de soltar alguna frase de humor que te hacía sonreír, te sacaba buenas carcajadas. Siempre fue muy necesario en el equipo, por lo que aportaba sobre la bicicleta y también fuera. Era un tipo súper divertido, tenía unas ocurrencias increíbles. Tuve la suerte de compartir con él tantos golpes de humor, momentos brillantes… Hacía reflexiones a su manera. Su adaptación al mundo profesional fue inmediata. Tenía descaro. Ya en el campo amateur había comenzado a construir parte de su historia y no tuvo ninguna duda en el salto a profesional. Recuerdo que ya en los primeros años gana una Vuelta a La Rioja y luego, sobre todo, grandes etapas en La Vuelta. El público español a él le daba esa motivación en los grandes días.
Dice que era muy bromista. ¿Alguna vez le desesperaba?
Sí, sí… (risas). Pero bueno, iba en el pack. En el momento más serio a veces tenía una frase que irremediablemente te hacía sonreír. Era parte de su forma de ser. Su punto gracioso era una parte de su forma de ser desde que llegó hasta que se nos fue.
Sus compañeros cuentan que era letal cuando señalaba alguna etapa en rojo. ¿Lo comparte?
Algunas veces por la mañana consideraba que no tenía el día. Y luego durante la propia etapa te venía al coche y te decía "Eusebio, tengo unas patas que no hay quien me pare, vamos a armarla". Recuerdo una etapa que terminaba en el Mont Ventoux. Había una fuga de siete u ocho en la que iban Chente y Arrieta, sus compañeros. Tenían tres o cuatro minutos, sin duda hubieran llegado. Pues viene el Chava y me dice: 'Eusebio, no tengo ninguna duda, vamos a ganar'. Echamos la fuga abajo. Primero paramos a Chente y luego a Arrieta. Llegamos al inicio del Mont Ventoux, se salió Chente del relevo y con él… el Chava. Después de haber echado atrás la fuga y de parar a los dos corredores de la escapada se quedó y decía 'no te lo puedo explicar, ha empezado el puerto, mi terreno, y ya no iba'. Ese era el Chava. Otros días realmente y le salía y su nivel de efectividad cuando apuntaba a diana, cuando marcaba un objetivo… Era difícil que se equivocara.
Su primera victoria llega en 1997, en Los Ángeles de San Rafael. ¿Cómo la vivió?
Fue espectacular la manera en la que ganó aquel sprint. Era una etapa de montaña en la sierra madrileña, en Los Ángeles de San Rafael, donde habitualmente se concentra el Atlético de Madrid. Como consecuencia de ello, el trofeo al ganador lo daba el difundo Jesús Gil. Recuerdo que le puso una camiseta del Atleti, en la época en la que llevaban la publicidad de Marbella.
¿Qué piensa usted como responsable del equipo cuando le ve con la camiseta del Atlético en lugar de con la del Banesto?
Pensé 'dentro de un rato tendré que hacer alguna llamada para pedir perdón' (risas). Lo entendieron. Ese era el Chava. Él disfrutaba de esos momentos y a la vez fue un poco víctima. Sabía lo que generaba en la gente y eso hizo que marcara ese tipo de días en el calendario, porque sabía lo que significaba para su afición. Casi todos sus triunfos tuvieron una espectacularidad increíble y como tal las disfrutabas.
Vamos a la Vuelta del 98, con la polémica con Olano. ¿Qué pasó?
El líder desde el inicio de la Vuelta era Olano y coincidió con la Vuelta más excepcional de Chava. Pudo aprovecharse de momentos estratégicos por el comportamiento en carrera del equipo por ser líder Abraham. Fue una Vuelta gloriosa para el equipo, porque difícilmente podrían pasar tantas cosas como ocurrieron. Tuvimos la victoria general con Olano y las victorias espectaculares de etapas de Chava. Algunas, lógicamente, fueron más desagradables que otras. Pero ganamos seis o siete etapas, creo que fueron cuatro de Chava y otras dos de Olano. Y la general con Abraham, su única gran Vuelta en una carrera deportiva como la suya, llena de victorias. Por su posición de liderazgo, de defender su posición, se generó un terreno propicio para los triunfos del Chava, sobre todo en los días de montaña, donde más sufría Olano. Todo aquello generó momentos puntuales con Olano, con su mujer Karmele… Fue todo un poco desde el respeto.
¿Escuchó usted la frase del Chava de 'leña al manzano que va maduro'?
Yo iba en el coche, no lo escuché. Pero sí que me lo contaron. El tono de humor del Chava a veces era descarado. Aquello que intentaba provocar con un compañero de equipo, lógicamente, era un sinsentido. Pero afortunadamente todo terminó bien, con la victoria en la general para Olano. No cabe duda que aquello fue la comidilla durante una serie de días. Además, con la complicidad de los medios se generó esa comidilla en los últimos días de la Vuelta. No era agradable, no era fácil convivir de esa manera. Pero con algunos momentos de enfado, Olano tuvo la capacidad de entenderlo, conocía perfectamente al Chava. Se consiguió el objetivo y ya está. Pasas páginas y recuerdas aquellas anécdotas que hicieron tanta gracia.
¿Cree que el Chava pudo ganar aquella Vuelta?
No, no. Creo que nunca se vio con opciones. De hecho, es verdad que ganó una Volta y una Vuelta a La Rioja, pero creo que son las únicas generales que ganó. Para ganar una general tienes que ser regular y eso no era lo que al Chava más ilusión le hacía. Le gustaba esa libertad de saber que si llegaba a seis minutos no pasaba nada, para ganar en las etapas que tenía marcadas. Esto le permitía correr liberado de esa presión de no perder tiempo para luchar por la general. A pesar de esto ganó una Volta a Catalunya con una cronoescalada espectacular. A la pregunta de si pudo ganar aquella Vuelta a España del 98 diría que no. Él vivía en un flirteo permanente con la montaña.
¿Con esa presión de ganar una general se habría perdido su esencia?
Bueno… Luego el día que se le requería como gregario, podía ser un gran gregario. Y luego, pues lo guardabas para esas etapas que considerabas una gran oportunidad para él. Ahí pocas veces se equivocaba.
¿Alguna vez se intentó que ganase un Tour o una Vuelta desde el equipo?
Claro que se intentó. Pero para ganar una gran vuelta necesitas tener regularidad y con el Chava esto era difícil que sucediera, Lo condenabas si le hacías correr todos los días apretando el culo para no perder tiempo.
¿Intentaron mejorar en contrarreloj?
Pues en su momento seguro que sí. Pero ya te digo que a él lo que realmente le llamaba la atención era la montaña.
Vayamos a 1999, con su gran victoria: el Angliru. ¿Cómo preparó aquella etapa?
Sé que estuvo viéndola previamente, aunque yo no fui con él. Por el perfil de la etapa se adaptaba perfectamente a sus características. Llegamos al Angliru y la niebla nos jugó una mala pasada de no poder disfrutar de todo lo que ocurrió. Apenas se podía ver. Desde el coche, con las referencias que nos daban, todo apuntaba a que Tonkov ganaría la etapa. Sin embargo en el último kilómetro aparece el Chava entre la niebla. Imagino que se había aprendido de memoria el recorrido… Ganar en el Angliru de esta forma la primera vez que se subía contribuyó aún más a esa épica que siempre le rodeó.
Quedó como leyenda urbana que se agarró a una moto. ¿Alguna vez le dijo algo?
¡Si se agarró se le habría olvidado! (Risas). No, creo que si eso hubiera ocurrido, habría salido en algún lado. Con la niebla se forjó una especie de leyenda. Con otro corredor te podría decir que se ha agarrado a una moto o que ha pasado una cosa rara, pero es que con el Chava me creo perfectamente que en algún momento vio a Tonkov y sacó esas fuerzas y esa espectacularidad. Los últimos 800 metros del Angliru es un falso llano, muy técnico, y lo normal es que ahí el Chava se la jugara. Creo que tuvo habilidad para moverse en ese terreno, entre la niebla.
En aquella Vuelta sólo se hablaba del Angliru ¿Cree que el único objetivo del Chava en 1999 fuera ganar allí?
Pues cuadra, puede ser. No te puedo decir con seguridad que fuera así, pero encaja en el perfil del Chava el hacer del Angliru su grandísimo objetivo de toda la Vuelta. Pasó el resto de la carrera con discreción, esperando el día para marcar una página en la historia.
Al año siguiente, en el 2000, se tuvo que retirar porque llegó muy tocado tras un atropello. ¿El equipo le forzó a correr aquella edición?
Si le digo la verdad no lo recuerdo con detalle, pero de lo que estoy seguro es que si corrió es porque los médicos, junto al Chava, llegaron a la conclusión de que se podía recuperar durante la carrera aunque estuviera limitado al principio. Luego no pudo ser el Chava al que nos tenía acostumbrados.
¿Cuál cree que fue la razón por la que nunca ganó una gran vuelta?
Para eso unos días tienes que ganar tiempo y otros, no perderlo. Para el Chava lllegar a ese umbral de sufrimiento extremo… Lo hacía en los días en los que estaba convencido de que podía ganar. Tenía que rodearse de todas esas razones, estar motivado, para dar su 130%.
¿Por qué encontraba esa motivación en la Vuelta y no en el Giro o en el Tour?
Creo que él tuvo un idilio con la afición española, con los que consideraba que eran su gente. Cuando lo sacabas de España le costaba más. Creo que es también por toda esa ilusión que él generaba en la afición. Esos ocho o diez días grandes que tenía todas las temporadas era donde daba un rendimiento fuera de lo normal, diría que casi inhumano. Sobre esa base construyó su historia deportiva. Y tuvo la capacidad de que casi todas sus victorias fueran acompañadas de una gran espectacularidad.
¿Cree que su leyenda está por encima de su palmarés?
Es que es un mito popular, No sé que fue antes en el Chava, si sus victorias o su leyenda. Creo que fue todo uno, ¿no? Lo primero que a él le hizo diferente fue su empatía, la forma de tratar a los medios, a la gente, a sus compañeros… Fue construyendo un personaje que fue alimentando de esas maneras tan divertidas. Él era especial y correspondía con sus triunfos, pero también con sus golpes de humor, con todo lo que proponía. Era diferente. Lo sufrieron sus rivales y lo disfrutaron todos sus compañeros de Banesto. Fueron casi 12 años en Banesto entre amateur y profesional.
¿Le importaba casi más el momento previo a las carreras que las carreras?
Era súper divertido. Nada le quitaba su sentido del humor. Todo lo rodeaba con sus gracias. No recuerdo verle triste. Eran otros tiempos. Existía la profesionalidad, por supuesto, pero nada que ver con los niveles que se exigen ahora. Pero el Chava pues no tenía la fuerza de voluntad suficiente para ser un gran profesional durante todo el año. Él lo construía todo sobre sus objetivos puntuales, las etapas en las que ponía su diana.
¿Hasta qué punto es cierta la leyenda de que era poco profesional?
Él era profesional a su estilo. Hoy, lógicamente, con el nivel de profesionalización que existe, habría sido impensable, habría sido un corredor vulgar. Lo que pasa que él tenía unas cualidades con las que, incluso sin ser súper profesional, cuando llegaban días puntuales era capaz de superar los umbrales de sufrimiento. Eso le daba sentido a su forma de seguir entrenando a su estilo para llegar a determinadas carreras de la mejor forma posible.
¿Cómo le recuerda en las pretemporadas?
Es que era una época distinta a la de ahora. Entonces, después de la Vuelta, había un periodo invernal largo, no había un calendario tan interesante como el de la actualidad. En aquel momento desde septiembre hasta casi marzo, parabas. Era un periodo demasiado largo como para seguir haciendo todo ese trabajo que haces durante la temporada. Él era un fenómeno, un crack, pero esa fuerza de voluntad para vivir en ese nivel de profesionalidad esos cinco meses entre temporadas se le hacía difícil. Tampoco era todo tan exigente ni estaba tan medido como ahora. Él tenía la suerte de, sin ser un grandísimo profesional en sus hábitos, dar el nivelazo que daba en las grandes carreras.
¿Había forma de controlarlo o había que aceptarlo así?
¡Imposible! ¡Es que ni estando con él! Había que aceptarlo como era, porque si no hubiera supuesto renunciar a él. Lógicamente tratabas de hacerle ver de todo lo que se estaba privando por no haber sido un poco más disciplinado durante todo el año.
La Vuelta de 2001 fue su última competición. ¿Lo intuyó en algún momento?
Desde luego, diría con toda seguridad que nunca pensé que sería su última. A pesar de no hacer bien ciertas cosas, era un corredor con un nivel para seguir comportándose de manera brillante con su edad. Podía haber estado dos, tres o cuatro años más sin problema. Sin embargo, de aquella Vuelta pasamos al regreso tras el invierno donde ya nos encontramos a un Chava que no había sido capaz de controlar ese periodo entre temporadas. El resto de años, pues de alguna forma había sido capaz de mantenerse y de llegar al inicio de la temporada dignamente. Pero ya en el invierno de 2002, por lo que sea, por su cabeza o por falta de fuerza de voluntad o no sé qué le sobró. En los inicios de 2002 ya era un hombre un poco derrotado y sin ganas de pelear.
¿Le vio distinto en algún momento de esa Vuelta de 2001?
No. Es que un día puntual puedes ganar por suerte, pero para vencer en tres etapas tienes que estar a un gran nivel. Ganó en etapas de montaña, para eso tienes que estar a un gran nivel, no es sólo llegar bien a la Vuelta. Has tenido que hacer una buena base de trabajo previo. Pienso que en la Vuelta de 2001 aún era un hombre enamorado de su profesión y disfrutaba sabiendo lo que hacía disfrutar a la gente. Creo que terminó encantado con la bici en ese 2001.
Llega a la pretemporada en Estepona, en 2002, y no quiere saber nada de la bici. ¿Por qué?
Es lo que nunca sabremos. En estos periodos invernales… Yo no lo sé, te puedes imaginar cosas, sabíamos que era un tipo divertido, necesitaba el contacto social. Sabemos que le gustaban un poco las discotecas, aunque no mucho más que a cualquier persona normal. Pero en la vida de un deportista, llegado a un cierto momento, estas cosas deben estar más limitadas. Él, desgraciadamente, empieza a coquetear y a convivir más de lo debido con el mundo de la noche y se desestabiliza. Desgraciadamente ya no hubo opción de que él encontrara sentido y renunciara a ese paso que había dado y que volviera a ilusionarse con la bici. Despedimos el año con sus victorias en la Vuelta y en la concentración de Estepona al año siguiente que el hombre ya no quería, no quería iniciar la temporada. Confiábamos en el estímulo de volver a encontrarse con el equipo, pero comprobamos que ya no era el Chava de otros años, con algunas señas físicas que ya nos empezaron a hacer dudar. Todos intentamos estar a su lado, porque sabíamos lo que significaba para el equipo. Al margen de sus trastadas puntuales, era un tipo al que era imposible no querer. Aunque te hubiera puteado, aunque te hubiese hecho lo que sea, nunca tenías la sensación de que te quería fastidiar. Te lo hacía con tanta gracia… Eso era un poco el Chava, un tipo divertido. Desgraciadamente no nos sorprendió demasiado el paso que dio, aunque sí que lo sufrimos en exceso.
¿Qué cree que pasó?
Creo que empezaba a cansarse un poco de la bicicleta, a pesar de todo lo que le reportaban las victorias, lógicamente también del dinero que ganó… Creo que todo esto empezó a desaparecer un poco de su cabeza. Ya no tenía la ilusión de otros años en los inicios de temporada. Entró en ese bucle del que ya no fue capaz de salir. Había perdido la ilusión por el ciclismo.
¿Piensa que tuvo la sensación de que ya no iba a ser capaz de seguir ganando y eso le hundió moralmente?
Cabe cualquier tipo de situación que hubiera pasado por su cabeza. Primero el nivel de exigencia del ciclismo, cada vez la profesionalización iba creciendo. Él veía que eso lo debía mejorar cada año, porque su nivel deportivo, su clase la llevaba de seria, era genética. Llegas un momento en el que si te falta la fuerza de voluntad que te exige el deporte, renunciar tantas cosas, mantener un nivel que es necesario. Se juntaron las dos cosas: no tenía la fuerza de voluntad y cada vez se veía más lejos de hacer esos esfuerzos para seguir siendo lo que era y alimentar su propio personaje,
¿Cómo fue la llamada en la que comunica que no quiere seguir corriendo?
Fue muy duro. Recuerdo una de las últimas veces que estuve con él, haciendo el último esfuerzo por ver si cambiaba el chip. Provocándolo, casi. Y me dijo claramente que ya no estaba para renunciar las cosas que también le daban mucho placer en la vida. La bici empezaba a resultarle incompatible. Tampoco creo que fuera un hombre con demasiadas ideas de futuro, vivía al día. Creo que lo intentamos todo, empezando por su mujer y su familia, por ver si lo recuperábamos. Pero se nos fue, no fuimos capaces.
¿Cómo gestionan en el equipo el diagnóstico de su depresión?
Cae en una depresión y lo intentas… A mí se me hace muy duro… Un día, en uno de sus actos de desesperación y rendido me dijo 'Eusebio, que yo no he venido aquí para cumplir 60 años'. Fue una de sus frases a lo bestia, que podría resumir lo que fue pasando y el triste final.
Ahora se ha normalizado la figura del psicólogo pero en aquella época no existía. ¿Hasta qué punto podría haberle ayudado esa figura dentro del equipo?
La figura del psicólogo es cada vez más necesaria para mantener los equilibrios emocionales, por supuesto. Pero el Chava más que un psicólogo… Él mismo lo era. Él en su vida trataba de no renunciar a su nivel de prioridades, había ciertas cosas de las que no quería privarse, sabiendo lo importante que era el nivel de profesionalidad. En ese momento es tu forma de voluntad, no te salva tampoco las cosas que te pueda contar una persona. Su fuerza de voluntad… No estaba por la labor, había renunciado a todas las cosas. No sé si incluso pudo ser víctima de su propio personaje, igual sí. Se entregó, no era capaz de controlarse a sí mismo y cayó en el mundo que cayó y fue irremediable. No vamos a saber nunca si un psicólogo… Le hubiera ayudado. Pero era una figura que hace 20 años casi alguien se enojaba si se lo proponías. Hoy por suerte es algo normalizado, pero en aquel momento no.
Él intenta volver en 2002, quiere competir en la Vuelta. ¿En algún momento hubo opción?
No lo recuerdo con detalle. Probablemente fue su último esfuerzo por alimentar su personaje, él sentía que tenía una deuda no sólo con el equipo, sino de estar a la altura de las expectativas que generaba en los medios y en la afición. Se había convertido en un hombre muy local, muy nacional, todo casi todo lo hizo en España. Sentía una motivación extra cuando se acercaba la Vuelta. Ese intento de llegar a esa Vuelta… Pues fue importantísimo que quisiera, pero su nivel de deterioro si no te has cuidado el resto del año… Con el nivel de exigencia del ciclismo, era impensable por mucho que tu corazón te llevara a hacer el intento. Era imposible.
Cuando se le acaba el contrato en 2003, él quiso volver. Incluso quiso fundar un equipo con Pantani ¿Valoraron en Banesto la opción de volver a contratarlo?
Desconocía que hubiera tenido contacto con Pantani. No lo sé, primera noticia, lo digo de verdad. Probablemente en esa dirección que tomó, en muchos momentos echaría en falta la bici. Por eso sería el intento de estar en la Vuelta en 2002 o el intento de seguir en 2003. A mí personalmente me había dejado bien claro lo que suponía para él el ciclismo en su futuro. Ya era un hombre que había renunciado desde los inicios de 2002.
¿Cómo se entera de su fallecimiento?
Desgraciadamente sabíamos lo mal que estaba y que este final era una opción. Fue muy duro, porque al final ves cómo se derrumba alguien que hasta hace dos años había hecho cosas súper espectaculares. Fue un personaje del deporte español, que había sido un inspirador para muchos chavales, ganó muchos adeptos para nuestro deporte. Generó la ilusión de muchos críos que ahora serán profesionales. Fue una página con final terrible, que es muy duro, pero me quiero quedar con el tipo que descubrí con 18 años y que desde el 91 hasta el 2001 nos llenó de grandes momentos. Él era, con defectos y virtudes, ese gran personaje querido por todos. Por supuesto por el equipo, por todo lo que significó en Banesto, y mía personalmente, por supuesto.
¿Qué cree que le falló a Chava para terminar en ese laberinto?
Tenía tanta clase que incluso sin ser necesariamente tan profesional, pues le llevó a convivir a medias con su profesión. Correr, tener grandes resultados… Descubrió que sin cumplir con las exigencias de nuestro deporte fue capaz de ganar, de hacer grandes cosas. Eso le permitió vivir entre temporadas y disfrutar más de la vida de lo que habitualmente lo podían hacer los deportistas. Esto le llevó a ser más valiente de lo habitual, a perder el respeto a ciertas cosas y entrar en una dinámica en la que no pudo echar marcha atrás. Después, desde luego, de haber disfrutado tanto en su corta pero intensa vida.
Para terminar: ¿qué le diría sobre el Chava a alguien que no le haya podido conocer?
Es difícil definirlo. Era un tipo siempre envuelto en su sentido del humor. Como corredor tenía un perfil que nada tenía que ver con el de un escalador, era más un perfil de contrarrelojista u hombre de llano. Y se convirtió en un mito de las montañas casi. Vivió el final de Perico, el boom de Indurain, la carrera de Olano… Empezó este siglo. Ha estado en la historia de casi todos los personajes de nuestro equipo y él lo ha sido. No te sabría decir nadie parecido hoy. Fue un gran tipo, que sufrimos mucho con él pero lo disfrutamos mucho también. Siempre harás un comentario del Chava que lo terminas con una sonrisa porque es lo que él transmitía de cualquier cosa que hiciera o contara. Una carcajada o un guiño de alegría, es lo que generaba cada día.